La Documenta X propone en Kassel 100 días de debate y un museo abierto a la polémica
La feria de arte contemporáneo tiene en su directora a su representante mas arriesgada
La décima Documenta de Kassel, Documenta X, la feria de arte más radical, que se celebra cada cuatro años y que ha marcado en cada ocasión las tendencias del momento, celebra su última edición del milenio. Se abre mañana, durante 100 días, en medio de la polémica por la ausencia casi absoluta de arte figurativo y acusaciones a su directora, la francesa Catherine David, de haber montado una especie de popurrí multimedia. El único artista español que aparece en el catálogo de la Documenta es el catalán Antoni Muntadas, afincado en Nueva York, que presenta trabajos a través de Internet.
David, de 43 años, realizó ayer en conferencia de prensa una presentación de la nueva Documenta con una jerigonza esotérica, modales arrogantes, estilo autoritario y abundante recurso al argumento de "porque me dio la gana". En el prólogo a la guía de la Documenta, se pregunta David por el sentido de esta manifestación cultural a fines del siglo XX, en un tiempo en que las grandes exposiciones se encuentran, "con razón", afirma, en entredicho. La polémica directora responde a esta pregunta retórica con la afirmación: "A la vista de las urgentes cuestiones de este tiempo, sería más que inconsecuente renunciar a toda exigencia ética y política".El concepto latente en esta Documenta de fin de milenio es el de la mirada "hacia atrás y adelante", es decir, retrospectiva, "un balance e interpretación de la cultura actual". Si lo ha conseguido, es harina de otro costal, pero, al menos de momento, el escándalo está casi servido, gracias sobre todo a la peculiar personalidad de la directora del evento. En una entrevista previa -a la apertura, en el Zeitmagazin, David no tenía el menor empacho en afirmar: "Yo defiendo el arte, su impacto, pero rechazo las categorías arte igual a bonito. Yo intento determinar su nueva ubicación y me deja indiferente que se me etiquete como intelectual posexistencialista".
No cree David que existan medidas objetivas de calidad para el arte hoy día, "nuestro mundo se ha transformado de una forma tan radical, que ninguna obra de arte puede juzgarse desligada de su componente social, ni de su entorno político". Por este motivo, David quiere situar la actual Documenta en un contexto de discusiones, proyecciones de cine y actos multimedia.
Ausencia de españoles
Además de la exposición de 700 obras de 120 artistas de todo el mundo, que espera medio millón de visitantes y cuesta 20,3 millones de marcos (más de 1.750 millones de pesetas), la X Documenta ofrece un programa cultural llamado 100 días, 100 invitados, a base de un conferenciante cada día hasta el cierre, cuando llegue el otoño, el 28 de septiembre.También en este ciclo de conferencias brillan por su ausencia total los españoles, ni uno solo. Apenas tres latinoamericanos: el escritor mexicano Carlos Monsivais, el director de cine chileno residente en Francia Raúl Ruiz y el argentino afincado en Estados Unidos Carlos Basualdo. La presencia iberoamericana se salva gracias a un abundante número de artistas brasileños.
La Documenta actual intenta integrar la ciudad y convertirla en una especie de museo abierto. Para ello se ha diseñado un recorrido que trata de reflejar ese carácter retrospectivo, esa mirada hacia atrás y hacia adelante. Las exposiciones se desparraman por Kassel y el visitante tiene oportunidad de patear las calles y observar al mismo tiempo arte y urbanismo. Parte el recorrido de- la vieja estación del centro de la ciudad, ya casi fuera de servicio, porque los trenes de largo recorrido pasan por otra de las afueras. En esa estación, en un viejo cine con el exótico nombre de Bali y el tufo inconfundible de los años cincuenta, puede el visitante recibir una introducción, a base de diapositivas, sobre los antecedentes de la Documenta y lo que le espera en esta edición de fin de milenio.
En uno de los galpones de la estación, junto al andén, se encuentran ya los objetos expuestos, con una sala donde impera el italiano Michelangelo Pistoletto, representante del arte pobre. En la planta baja se desparraman por una sala los objetos de Matthew Ngui, nacido en Singapur y que trabaja entre su país natal y Australia, que montará en los próximos días una instalación, a base de cocinar y dialogar con los asistentes. Los textos de estas conversaciones quedarán registrados y luego inmortalizados en, las paredes.
Ya fuera de la estación, el visitante descenderá a los pasos subterráneos de Kassel, para llegar a través de la llamada Calle de las escaleras a la zona peatonal, la primera de este tipo que se creó en Alemania, y al núcleo central de la Documenta en el edificio del Museo Fridericianum, el primero que se construyó como tal en Alemania, el año 1779, por iniciativa del conde Federico II de Hesse. La planta baja de este recinto la ocupa la obra Atlas, de Gerhard Richter, realizada a base de 5.000 fotografías.
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