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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El alumno Amenábar

La polémica con que se promociona este filme, que el sagaz Alejandro Amenábar, un debutante tan deslenguado como talentoso, ha aventado a los cuatro vientos tiene que ver con un ajuste de cuentas: el de Amenábar, todavía -creo- alumno de Imagen de la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, con un profesor y veterano colega en lides cinematográficas, Antonio Castro, quien, según el alumno, le cateó en la asignatura de Realización.Su venganza, ejemplarmente artística al dotar a uno de los personajes del filme de las más siniestras intenciones, sirve para que quien esto escribe, que se dedica también a parecidas actividades -pedagógicas-, mande desde aquí un mensaje tranquilizador al colega Castro: a la vista de la película, nadie debe temer por las habilidades realizadoras del joven, de 23 años.

Tesis

Dirección y guión: Alejandro Amenábar. Fotografía: Hans Burmann. Música: A. Amenábar. Producción: Las Producciones del Escorpión, España, 1995. Intérpretes: Ana Torrent, Rafael Martínez, Eduardo Noriega, Nieves Herranz, Xabier Elorriaga, Miguel Picazo. Estreno en Madrid: cines Renoir (Cuatro Caminos), Acteón, Proyecciones.

Tesis, es un thriller más apañado que logrado, más efectista que efectivo. Tiene un grave problema, y es que su guión es sencillamente deplorable: que un profesor universitario descubra una videoteca de snuff movies, películas con torturas y muerte incluidas, en un cuchitril de la universidad, y que esas cintas involucren de algún modo a la comunidad académica, dos de cuyos profesores mueren, no es ya inverosímil, sino sencillamente tonto.

Lo que Tesis comparte, pues, con muchas otras películas españolas es el basar su andamiaje en una estructura dramática insatisfactoria. Aquí no hay personajes, ni siquiera arquetipos. Y todo esto sin entrar en detalles referidos a la vida académica, que imposibilitan de raíz la verosimilitud de la acción para cualquier alumno que haya pisado una universidad.

Todo esto, no obstante, queda en el filme bastante tamizado por una puesta en escena de alumno listo. Si para algo sirve Tesis es para demostrar que Amenábar conoce los trucos más efectivos para concitar la atención, desde la forma de rodar determinados planos hasta el empleo del montaje. La primera secuencia, con Ana Torrent caminando por los andenes del metro, son plenamente indicativos de su habilidad para jugar con el punto de vista de la narración, para obligar al espectador a irse con él hacia donde su cámara lo lleve.

Los momentos de tensión están bien resueltos en el filme, pero la maestría de su ejecución deja más desnudos todavía los puntos flacos de éste: la ya mencionada debilidad del argumento, unida a ciertos defectos de puesta en escena.

Con todo, Amenábar demuestra algo que no está, ciertamente, al alcance de todos: un excelente ojo para componer la imagen, un acusado dominio de la cámara, una certera concepción del montaje.

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