Lección de convivencia
Homosexuales, judíos, comunistas, moros, despiertan el odio, la desconfianza. Y los pelirrojos. ¿Por qué los pelirrojos? Pero ¿por qué los homosexuales, judíos, comunistas, moros? Son Ios otros", señalados en este espectáculo de tres piezas cortas de Jean-Claude Grumberg. Es un escritor de teatro judío-francés. Generalmente, las leyes de decencia no aceptan que se diga "escritor judío": yo estoy en contra. Nuestro Libro de estilo dice que "no existe la raza judía" y que se trata de una religión, y yo creo que en esta negación existe, todavía, un miedo a que el definido así puede aún ser objeto de persecución. Mi idea es que en una persona pública debe haber unas señas de identidad que jamás deben ser peyorativas, pero que ayuden a comprender su punto de vista: una tradición, una formación, un tipo de inteligencia y de conocimiento. Si me hubiesen llamado republicano o rojo hace años -me lo llamaban- hubiera supuesto un riesgo, una discriminación, una persecución -lo supuso-; hoy es algo que procuro decir yo mismo para que nadie se equivoque con la tendencia de lo que escribo. Así, prefiero que los sacerdotes se presenten como tales, por indumento o distintivo, y no como psicólogos, filósofos o humanistas, aunque lo sean, sin que yo sepa qué sentido tienen sus estudios y sus divulgaciones. Cuando millones han sido asesinados y discriminados por ser judíos, no se les puede tapar esa condición porque sería negar sus valores: su manera de estar dentro de la condición humana que es la de todos.
Los otros
..De Jean-Claude Grumberg. Traducción y adaptación de Christian Boyer. Intérpretes: Jesús Cracio, Andrés Lima, Ana Wagener, Encarna Breis, Vicente Ayala. Escenografía, vestuario y dirección: Roberto Cerdá. Producción de Fundiciones Teatrales C-2. Teatro Alfil, 16 de noviembre.
Perseguidos
Grumberg es un escritor judío-francés nacido en París, 1939. Ya se puede encontrar cuál es su posición en la vida la infancia bajo la persecución, los íntimos detenidos y perseguidos y asesinados, el aislamiento de entre los que hasta entonces habían sido sus compañeros. Lo ha contado hace poco (1990), en Zona libre; pero también cuando empezó el teatro se hizo famoso con Dreyfus (1974), nombre clave en la persecución y defensa de los judíos en Francia.Y estas tres piezas. En ellas presenta un clima de sospecha, de miedo, de creación de un ambiente maligno contra "los otros": su importancia, dentro de su ideología, es la acumulación de factores de discriminación, y no sólo los semitas, que producen el efecto de convertir en persecutores y verdugos a las pobres gentes de la burguesía baja, de los barrios bajos, del cráneo relleno por la propaganda. La ironía, el humor, son crueles; recuerdan algo a lonesco -que fue "diferente" porque rumano; y porque de derechas dentro de una intelectualidad de la izquierda-; la deformación de los personajes se hace dentro de una lógica real. Es muy francesa, muy de esa terrible clase media, y el traductor ha dejado a veces los galicismos (aquí no se llama "buñuelos" a los norteafricanos, bougnoules); pero de pronto estalla corno totalmente española cuanto este mismo adaptador, Christian Boyer, sitúa la escena en un suburbio quizá madrileño, y la paranoia racista en un tipo popular, la interpretación magistral de ese tipo y su prosodia por el actor Andrés Lima, nos meten de pronto en nosotros mismos, en nuestro día. Ya somos todos racistas; ya somos todos, también, discriminados.
No es sólo este actor, en dos papeles, sino sus compañeros también (de Fundiciones Teatrales C-2), los que dan la lección interpretativa -¡la cara de olor a pelirrojo que pone Encarna Breis!-, bajo una dirección muy acertada, de Roberto Cerdá.
Naturalmente que el público, joven y muy joven, que fue el estreno del teatro Alfil, se entusiasmó, y aplaudió con fuerza a todos.
Babelia
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