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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Problemas a los 40

Resulta extraño que las glosas que se hacen eco del éxito de los tres últimos filmes de Ken Loach insistan en identificar Lloviendo piedras con Riff raff y no reflejan que, en realidad, Loach ha construido, como Eric Rohmer, con quien comparte un mismo deseo de eliminación de lo superfluo, una filmografía siempre en una misma línea. Porque prácticamente desde sus inicios en la televisión, desde Cathy come home (1965), y en el cine (Pobre vaca, 1967), Loach está hablando de lo mismo: de lo dificil que es ser joven en el Reino Unido contemporaneo, de los problemas de trabajo, marginación y vivienda de las clases subalternas.Lloviendo piedras es el último y primoroso ejemplo de una trayectoria artística presidida por una coherencia envidiable, por la fidelidad a una concepción del realismo que es consustancial al mejor cine británico. Y si algo llama la atención en el filme es, en todo caso, el desplazamiento del protagonismo desde los jóvenes hacia el sector más castigado del proletariado: el de los que se acercan a los 40.

Lloviendo piedras

Dirección: Ken Loach. Guión: Jim Allen. Fotografia: Barry Ackroyd. Música: Stewart Copeland.Producción: Sally Hibbin. Gran Bretaña, 1993. Intérpretes: Bruce Jones, Julie Brown, Ricky Tomlinson, Tom Hickey, Genuna Phoenix. Estreno en Madrid. Princesa, Renoir.

El filme cuenta la historia de una obsesión que, como tantas otras originadas en el amor, termina en tragedia. Pero todo es aparentemente pequeño, trivial incluso. Su duro día a día será la excusa para que Loach muestre un barrio obrero de la periferia del Manchester degradado, que convierte a la gente en "boxeadores borrachos que pelean entre sí". Porque cuando se es trabajador "te llueven piedras siete día,, a la semana". Lloviendo piedras es una nueva muestra de lo mejor del cine de Loach: la agudeza para la observación social y psicológica apoyada en un espléndido guión de Jim Allenla capacidad para retratar un realidad terrible, el dominio de lenguaje audiovisual y la dirección de unos actores que encarnan personajes ejemplarmente vivos, cercanos.

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