_
_
_
_

El psiquiatra que se pasó al 'suspense'

Carlos Castilla del Pino publica 'La alacena tapiada', su primera novela de misterio

El psiquiatra Carlos Castilla del Pino (San Roque, Cádiz, 1922) ha escrito numerosos ensayos sobre temas de su especialidad, que le han proporcionado enorme prestigio. Menos conocido es por sus obras de ficción, aunque es seguro que La alacena tapiada, una "hábil historia de misterio", según sus editores; "la historia de un malentendido", según él, puede darle grandes cotas de popularidad. La alacena tapiada (Península), que aparece estos días en las librerías españolas, puede inscribirse en el género de suspense psicológico y, en este sentido, obliga al lector a leerla de un tirón.

Más información
El suplente de Sergi Pàmies

Carlos Castilla del Pino escribe ficción porque, dice, el discurso literario le ofrece unas posibilidades que no le permite el discurso científico. "La literatura permite explicar la vida", afirma, "el trabajo científico exige grandes dosis de análisis y rigor". En La alacena tapiada aborda, al igual que algunos de sus ensayos científicos, la esquizofrenia y, sobre todo, un tema que le obsesiona: la figuración. "Las relaciones interpersonales se producen sobre la base de la pura figuración. Uno se figura que el otro se figura y así se montan la cosas, con sobreentendidos que generalmente poco tienen que ver con la realidad". Por eso, para Castilla del Pino La alacena tapiada es Ia historia de un malentendido".

Mundo irreal

La novela cuenta una relación de malentendidos o sobreentendidos entre un hombre -Ramón Argoda- que se sabe culpable y que actúa como si fuera a ser descubierto y de un loco delirante -Enrique Besabe y Gómez de Urbina-, incapaz de relacionarse con la realidad, que vive en un mundo de fantasía y que interpreta como ciertas las señales de la realidad que le envía su imaginación. El encuentro indirecto entre ambos desencadena la tragedia.

La alacena tapiada tiene también algo de cervantino: la relación entre Enrique -anclado en sus sueños- y su tata Ana -el sentido común, que llega a convertirse en cómplice de su señor- La voz del narrador es fuerte y vigorosa y se mezcla a veces con la del propio Enrique. "En la medida en que el narrador es omnipotente", explica el autor, "cuando no sabe lo que está sucediendo cuenta lo que cree que pasa por la cabeza de Enrique".

La novela tiene apenas 130 páginas y se lee de un tirón. Castilla del Pino escribió siete versiones de ella, hasta que, satisfecho pero inseguro, se la envió a su amigo el editor Josep Maria Castellet, "para que la leyera como lector, no como editor; para que me aconsejara". Castellet la leyó, le gustó y decidió publicarla. La alacena tapiada es la segunda obra de ficción de Castilla del Pino. En 1977 publicó Discurso de Onofre, "narración mucho más lineal y teatralizada", según el autor.

Castilla del Pino piensa seguir escribiendo novelas, a su ritmo, sin prisas, para contar de otra manera el lado oscuro de la vida. Tiene ya entre manos un atractivo proyecto que no quiere todavía desvelar.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_