Con 'Remando al viento', Gonzalo Suárez pone el epilogo a su filmografía anterior
Con el filme Remando al viento, exhibido ayer en la sección oficial del 36º Festival de San Sebastián, y que es la tercera película española que se presenta en esta edición del festival donostiarra, el director asturiano Gonzalo Suárez, de 54 años, considera que ha puesto el epílogo a la docena de películas que hasta el momento constituyen toda su filmografía, según afirmó ayer después de la proyección en el teatro Victoria Eugenia de su película, que concursa en San Sebastián.
Remando al viento se centra en la historia de Mary Shelley, la creadora del mito de Frankenstein, así como del grupo de poetas que convivió con ella, entre ellos, lord Byron, en una noche de 1816 en que todos ellos decidieron escribir un relato de terror."El tema de esta película", cuenta Suárez, "me surgió de una manera repentina, hace unos dos años: iba por la calle y la idea de la creación en una mujer se me presentó con una fuerza irresistible. Pensé en Mary Shelley, una mujer fascinante, madre de un hijo que muere por el monstruo y por el que ella no puede hacer nada, pero que escribe un libro capaz de sobrevivir al tiempo". Producida por Andrés Vicente Gómez, la película está rodada en inglés y cuenta con un reparto mayoritariamente compuesto por jóvenes actores británicos que fueron escogidos minuciosamente por Suárez.
"Para mí, mis anteriores películas, sin renegar de ninguna de ellas, han sido el aprendizaje que me ha servido para llegar a Remando al viento. Ahora estoy donde yo quería estar. Epílogo cerró una etapa que ya sólo es parte de mi historia. El problema para mí está en lo que voy a hacer después de Remando al viento".
La historia de Mary Shelley ha sido abordada por el cineasta Ken Russell en Gothic. El hecho de que Suárez aborde ahora el mismo tema que Russell no es para él ningún handicap. "Al iniciar el proyectó no tenía ninguna información sobre que alguien estuviera trabajando sobre la creadora de Frankenstein. Cuando fuí a Londres para poner en marcha la película me enteré de que Russell y también Huston -éste, lamentablemente, no la pudo hacer- trabajaban sobre Mary Shelley. La primera impresión fue de una profunda desmoralización, pero luego pensé que lo que trae el viento es para todos y que cada cual hace lo que puede con él. Por otra parte, el interés de esos directores me sirvió para reafirmarme en la actualidad del tema.
El perro de Byron
Sobre su visión del mito de Frankenstein, Gonzalo Suárez opina que lo que diferencia a su espectro de los anteriores es que, por primera vez, se presenta una criatura que no viene del más allá, sino de la imaginación de una mujer. "Es un punto de vista muy oportuno, si se tiene en cuenta que los hombres ya pueden fabricar monstruos".En Remando al viento Suárez presenta un lord Byron que aunque afirma en el filme que sólo lamenta los pecados que no ha podido cometer, resulta comedido respecto a la idea que se tiene de este gran poeta. "He querido presentar un Byron más allá del mundo de drogas y orgías que se le atribuye. Además, tampoco tenía datos fehacientes de que la noche en la que el grupo de poetas decide escribir una historia de terror fuera producto de una orgía. En general, he pretendido un acercamiento más emocional que analítico a los personajes, porque debo confesar que sentía aprensión y miedo de acercarme a ese mundo".
"Para mí todo esto ha sido un desgarro tremendo, al igual que lo debió de suponer para ellos en aquel momento. Sólo hay que tener en cuenta que Polidory, el secretario de Byron, escribió el vampiro y que terminó sus días envenenándose, aunque en la película yo me tomo una licencia y le hago ahorcarse en la casa después de haber envenenado al perro de Byron".
Entre las dificultades que le ha supuesto para Gonzalo Suárez llevar a cabo el rodaje de esta su última película, el cineasta asturiano cuenta que quien peor se ha portado ha sido la enorme íirafa que reside en el castillo que fue de lord Byron y que es una especie de síntesis de los múltiples animales que, al parecer, convivían habitualmente con el gran poeta romántico inglés. "Durante dos días de trabajo", dice el cineasta, "la jirafa cobró otros dos millones de pesetas y fue la actriz que peor se portó. Intentaba engañarla con zanahorias, para que no se asustara y mirara a la cámara cuando debía, pero no hubo manera y tuvimos que filmarla sólo con la cabeza vuelta".
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