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Crítica:TEATRO / 'COQUELUCHE'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una debutante que prolonga una dinastía

Cayetana Guillén es nueva en el escenario y viene a continuar una dinastía: es hija de Gemma Cuervo y de Fernando Guillén.Sólo la necesidad de ofrecerle un papel singular, espectacular, de oro, justifica la reposición de la obra de Roberto Romero Coqueluche, que fue gran éxito en tiempos donde la composición de la sociedad española y cierta sed de audacias de la burguesía que adquiría las entradas estimaban estos desahogos encubiertos con alguna moralina, y donde la risa brotaba muy fácilmente en cuanto había algunas transgresiones verbales.

Quede aparte la obra: la debutante ofreció, además de la lozanía de su joven cuerpo muy -y muy bien- desarrollado, un trabajo que la habría acreditado ya en otros tiempos.

Coqueluche

Autor: Roberto Romero. Intérpretes: Mercedes Alonso, Alberto Closas hijo, Maruja Recio, Cayetana Guillén, César Diéguez. Escenografía: J. Caballero. Dirección: Víctor Andrés Catena. Reposición, teatro Alcázar. Madrid, 27 de mayo.

Está en la línea que va de Loreto Prado a Lina Morgan, pasando por la Josita Hernán de La tonta del bote.

Al servicio de la obra y del personaje y la dirección, Cayetana Guillén coloca su voz adecuada al personaje con fuerza, mete las frases brillantemente en el patio de butacas, gesticula, llena el escenario. Es decir, lo que requiere un papel cómico bien explotado.

Emanación de simpatía

Da la sensación de que, en cuanto tenga la ocasión de ello, si su carrera se encauza bien y de una manera inteligente, podrá hacer buen teatro.La debutante es una actriz; no sólo por talante y figura, sino porque tras su interpretación se ve un esfuerzo, un trabajo, recompensados finalmente por la emanación de simpatía y buen deseo que brotaba del patio de butacas en la noche del estreno, la pasada semana.

Lo demás no merece la pena tenerlo en cuenta.

Ni la obra en sí, ni la interpretación de los demás, empalidecida por la joven diva a cuyo servicio trabajan todos sin exceso de ganas, ni la dirección de escena.

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