_
_
_
_
Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Simplicidad y eficacia

Darío Fo: Muerte accidental de un anarquista

Traducción del italiano de Guillem-Jordi Graells

Intérpretes: Carles sales, Jordi Bosch, Josep Minguell, Pep Muñoz, Enrique Arredondo, Carme Callol. Espacio escénico y vestuario de Andréu Rabal. Dirección: Pere Planella.Estreno. sala Olimpia. 19-1-1.982.

Muerte accidental de un anarquista, de Darío Fo, lleva varios años circulando por el mundo. Todavía llena teatros en París y en Londres en estos momentos. No parece correr la misma suerte la versión que ofrece la sala Olimpia, a juzgar por el poco numeroso público de la segunda representación; y es una lástima. Darío Fo reúne en sí mismo una ideología política abierta declarada como anarquismo, y un entusiasmo por el teatro-teatro, con todos sus recursos antiguos y modernos. Busca por el camino de la farsa, del sainete, del circo, por la canción; e introduce en ello su mensaje político, a veces dicho literalmente, directamente al público. Parecería esta definición la misma que pueda aplicarse en un esquema a Bertolt Brecht; pero hay una diferencia y está en la latinidad de Darío Fo; una tradición propia de farsa, del teatro napolitano y del veneciano; una rapidez de lenguaje y movimiento escénico. Y la diferencia entre una doctrina abierta y otra cerrada o científica. Una adhesión más directa a la realidad de cada día...En esta obra concreta, Darío Fo, despega a partir de unos hechos concretos: las bombas de Milán, la atribución del atentado a los anarquistas, el defenestramiento de un interrogado en la comisaría de policía... Un personaje supuestamente loco -"histriomanía", o manía de interpretar, de representar- conduce una investigación sobre la posible culpa de la policía, la desmesura, la ridiculiza, la abulta. El personaje del loco que tiene la clave de la razón, o que revela la sinrazón de su tiempo y su sociedad, es tan antiguo que basta sólo citar el ejemplo de Don Quijote.

Escenografía elemental

Traen a Madrid esta obra unos catalanes dirigidos por Pere Planella, con una elemental escenografía. La versión castellana y el acento de los actores no desmiente su procedencia, y ni siquiera se intenta disimular: forma parte del mismo juego de distanciamiento-aproximación. El estilo de la representación trata de ser el mismo de la obra: la farsa grotesca. Hay una imitación de la forma italiana -hasta con frases o palabras en italiano- a la que se superpone la española del sainete, del astracán, del juguete cómico o de lo que en tiempos se llamó "disparate cómico". Los actores hacen un considerable esfuerzo para conseguir ese tono: se les nota.El público es muy sensible a la eficacia y simplicidad teatrales, y parece en esta sala, y en este caso, bastante especializado en recibir el tipo de mansaje que envía Darío Fo y que interpretan los actores. Lo acogen con regocijo: demuestran que el tipo de injusticia, de trama de poderes, de conclusiones de intereses que denuncia Darío Fo les siguen par eciendo enteramente actuales. Ríen a carcajadas, aplauden y se entusiasman. Josep Minguell, que lleva sobre su personaje toda la carga del espectáculo; Carles Sales, Jordi Bosch, Pep Muñoz, Arredondo y Carme Callol, que forman el reparto, tienen que repetir sus saludos ante el público que acaba de tener el estímulo de dos finales diferentes... Que terminan siendo el mismo.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_