Los mitos de Gardel y el comunismo en una comedia de Cabrujas
La obra El día que me quieras, del dramaturgo venezolano José Ignacio Cabrujas, se presenta esta noche en el teatro de la Comedia, de Madrid, tras su estreno en Murcia y Alicante. Los mitos del cantante Carlos Gardel y del comunismo se mezclan en esta comedia, ambientada en tiempo de dictadura en los años treinta de Venezuela, escrita por uno de los autores más conocidos, junto con Román Chalbaud e Isaac Chocrón.
Gerardo Malla dirige e interpreta El día que me quieras, con una compañía formada por Amparo Valle, Ana Marzoa, Amparo Soto, Rafael Díaz, Jorge Bosso y la presentación como actor en España del intérprete y director Lautaro Murúa, en el papel de Gardel. La escenografía es de Gerardo Vera y la coreografía de Alberto Portillo. La obra se estrenó en Caracas en 1978, interpretada y dirigida por el autor, y desde entonces forma parte del repertorio de teatro latinoamericano. El año pasado se representó en España en versión del colectivo Nuevo Grupo, de Venezuela, dentro de la primera muestra de teatro de América Latina.El director Gerardo Malla afirma su identificación personal y profesional con El día que me quieras, «un texto lleno de connotaciones y reminiscencias españolas», en línea con sus últimos montajes de La murga, de Alfonso Jiménez Romero y Francisco Díaz Velázquez, y De san Pascual a san Gil, de Domingo Miras, donde quiso mostrar unos conflictos generados en experiencias y situaciones reconocibles para el espectador. El propio Cabrujas reconoce la influencia española en su teatro, a través de autores como Arniches, Lorca o Valle Inclán, como explica en el volumen de sus obras publicado en la colección Primer Acto, dirigida por José Monleón.
La obra se representa sin necesidad de trasladar ambientes o personajes, de común acuerdo entre Cabrujas y Malla. «En la obra», dice Gerardo Malla, «se refleja el hecho cierto de la actuación de Gardel en Caracas, en 1935, en una situación política de dictadura, y está claro que cualquier situación surgida de este medio nos afecta. Incluso hay coincidencia en las repercusiones del mito de Gardel, que también actuó en España, en 1929. Lo único que modificamos es la escenografía, que remite a una imagen mediterránea, sin traicionar que la acción transcurre en Caracas».
Gerardo Malla califica de tragicomedia el texto de Cabrujas, donde se reivindican las formas populares del teatro para profundizar en la propia realidad. El director añade que el melodrama y el costumbrismo son elementos de El día que me quieras. «La obra es vigente y muy oportuna en estos momentos de mitificación de nuestros condicionantes, tanto en la vida personal corno en la política. El montaje parte de esta consideración de lo inmediato, de mi entorno. Simplificando mucho diría que en la obra el cantante Gardel representa el mito de la derecha, y las consideraciones sobre la Unión Soviética y Stalin, a través de uno de los personajes, sería el mito de la izquierda. El cómo hacer una sociedad nueva a partir de sentimientos viejos está enraizado en la sociedad española y mitificar estos aspectos conduce a la frustración, al desencanto».
La familia tradicional que se presenta en El día que me quieras, según Gerardo Malla, tiene todos los ingredientes de una familia media española, con sus problemas inmediatos y reales. «En esta, familia surge la idea de que los mitos de Gardel y de la Unión Soviética pueden cambiar sus vidas. Como actor, considero que no se pueden identificar ambos mitos, y por eso he sentido la necesidad de representar como actor el mito del comunismo. Los dos mitos no representan lo mismo, pero ambos dejan en los personajes una herida profunda».
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.