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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Una exposición cicatera de la guerra civil

He visitado la Exposición sobre la Guerra Civil Española que, con tan loable iniciativa, como lamentable realización, ha organizado el Ministerio de Cultura en el Palacio de Exposiciones del Retiro de Madrid.Porque la iniciativa es buena, ya que permite: una visión retrospectiva y desapasionada de la guerra a nivel popular; que el hombre de la calle conozca los documentos de «la otra parte»; que quienes no vivieron «la guerra» puedan ver la grandeza y la miseria de aquel acontecimiento, y porque contribuye a consolidar la idea de que la guerra civil está totalmente superada, es un hecho del pasado, es un objeto de museo, de exposición. Lo que supone una terapia social de suma importancia.

Pero la puesta en escena de la exposición es lamentable, por estas razones: se ha acumulado tanto material que el visitante tiene -la sensación de amontonamiento. Parece como si no hubiera habido una mínima planificación para lograr una razonable proporcionalidad entre material y espacio disponible; la señalización de los distintos períodos de la guerra es inapreciable. Parece que no hay orden ni concierto; las tarjetas que explican el contenido de los documentos gráficos no se sabe a cuál de los que hay próximos se refieren; algunas de las armas que se exhiben están en el suelo, se tropieza con ellas no hay cordón separador- y es difícil que los diferentes grupos de personas las puedan ver.

No se aprecia con absoluta claridad que haya una lógica división de materias: el frente, las batallas más importantes, la reta guardia, la población civil, la escasez de alimentos, las represalias, los políticos, los tres ejércitos etcétera, Todo está, pero en perfecta confusión; por último, la música, elemento tan importante en una,exposición moderna, se oye mal y en competencia con el sonido de los diversos monitores de video distribuidos por la sala. Las películas que proyectan los monitores se interrumpen y sal tan de un tema a otro en corte absurdos.

Tratamiento aldeano

Me preguntaba al salir de la exposición por qué un tema tan importante, de una dimensión social y cultural tan colosal, ha tenido un tratamiento tan aldeano, tan ramplón, tan penoso. ¿Por qué?

¿Pero no sería lo lógico que Madrid montara una exposición permanente sobre la guerra civil, de tal categoría, con tal ambientación, como se hace hoy en los grandes museos del mundo, que se convirtiera por sí misma en un elemento de atractivo cultural de primera magnitud y en una lección de historia viva y aleccionadora para propios y extraños?

¿Por qué la guerra civil más cruenta de los tiempos modernos, con todo lo que tuvo de epopeya, de romanticismo, de miseria y horror, de heroísmos y cobardías, no debemos convertirla en un instrumento cultural de regeneración con la perspectiva desdramatizadora del tiempo?

¿Por qué, en fin, montar una exposición tan pobre que en cualquier barrio de Madrid un animador con vocación la hubiera hecho infinitamente mejor?

El artículo 149, número 2, de la Constitución hace una referencia al deber indeclinable del Estado de servir a la cultura y facilitar la comunicación cultural entre las comunidades autónomas. Pues bien, he aquí un hecho histórico que, habiendo sido radicalmente desintegrador, como lo fue la guerra civil, podría hoy el Estado convertirlo en un instrumento de integración y de comunicación, pero a condición de darle un tratamiento pedagógico que sea el orgullo de toda España y la admiración de las otras naciones.

Ni los que sufrimos la guerra civil, ni los españoles que no la conocieron, ni los que estuvieron en los frentes de batalla, ni los que murieron, ni el mundo que siguió estremecido el curso de la guerra, merecen una exposición tan tacaña y cicatera, y con tan poco sentido de la grandeza y de la historia.

Benito Calleja es senador de UCD por Madrid.

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