Luis Alberto de Cuenca: "En España no hubo novela de terror"
Luis Alberto de Cuenca, profesor de lenguas clásicas en la Universidad española, poeta e investigador dedicado a las letras maravillosas, a la traducción de Tennyson, al cine americano de aventuras y al cómic tradicional, acaba de publicar las Historias sangrientas, de Pérez Zaragoza, en la colección de «Heterodoxos, visionarios y marginados», de la Editora Nacional. Se trata de un desconocido y extraño autor de novela de terror, casi único en su género en la España del primer tercio del siglo XIX.
«La literatura española ha sido, o así lo parece, un páramo desierto en lo que se refiere a la novela de géneros -dijo a EL PAÍS- La imaginación se ha refugiado en los subgéneros, más efímeros, y la necesidad de estos temas se ha rellenado gracias a las traducciones. Ahora estamos en igual penuria respecto a la novela policial o a la ciencia ficción, pero conviene averiguar qué ha pasado antes, desde el medievo, con esos elementos imaginativos, con lo maravilloso.»«Para mí -sigue Luis Alberto de Cuenca- fue un placer encontrarme a Pérez Zaragoza. Tenía noticias de él por la antología de novela de terror publicada por Llopis, en la que se incluía El retrete del amor criminal, pero creo que, aunque está en la Biblioteca Nacional, nunca lo hubiera editado de nuevo de no haber podido contar con un ejemplar. Efectivamente, conseguí un ejemplar perfecto de los doce tomos de las Historias sangrientas, de la Galería de espectros, de Pérez Zaragoza, en una librería de viejo. Posteriormente conseguí también cinco o seis tomos con la encuadernación original, en rústica, con sus grabados, que han sido reproducidos íntegramente.
Respecto a la introducción, dice Luis Alberto de Cuenca: «He intentado recopilar cuanto se sabe de Pérez Zaragoza, y esas noticias recogidas en la prensa de la época, en los escasos catálogos, en esas gacetillas en que se dan noticias de los peligros que los cuentos de terror encierran para las jovencitas o de las reacciones que muchas de estas muchachas han experimentado tras la lectura atenta de sus cuentos terroríficos... Para mí, Pérez Zaragoza no fue un enorme escritor. Era un galeote de la pluma que se ganó la vida como cualquier negro del folletín, y que escribía a plazo fijo, con todas sus servidumbres. En su momento se decía de él que se hizo de oro, porque sus cuentos, sus escenas macabras, eran tan populares entonces como ahora olvidadas. Creo que tuvo sus más y sus menos con la justicia y la censura, en los terribles años de Fernando VII.»
«Es verdad que el suyo fue un siglo de incapacidad narrativa evidente. No soy un experto, pero me ha parecido detectar en la novela española del XIX, tan poco romántica por otro lado, una clára dependencia de la literatura francesa, que filtraba los textos ingleses y alemanes, que nos llegaban edulcorados por sus normas clásicas. No hay que olvidar que los franceses posteriores a la revolución se sentían culturalmente descendientes de los grecolatinos... En fin, que la quema francesa de la desmesura, que margina a importantes escritores, como Cazotte, anterior, o como Gautier o Nodier, que no llegaron a España cuando hubieran debido, fue otra de las razones para nuestra penuria.»
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