El "press-book" cinematográfico
Alrededor de los medios centrales de la comunicación visual -cine y televisión, especialmente- se sitúan muchas creaciones icónicas secundarias, sin las que aquéllos existirían de forma bastante precaria, y que actúan como elementos sustitutorios. El press-book ocupa un lugar preferente en estas series, como imprescindible presentación de la mercancía cinematográfica. (El nombre, como el de tantas otras creaciones de la cultura visual, es inadecuado, y no sólo porque sea intraducible, como ocurre a menudo, sino por no revelar claramente lo que se oculta detrás de la denominación. Pero éste es un tema tan amplio y general que sólo puede apuntarse aquí, ya que su estudio detenido correspondería a otros planteamientos.)El principal problema que plantean los press-book es su falta de difusión entre el público normal, ya que su consumo se reduce al ámbito estrictamente profesional y sólo circunstancias especiales -como han concurrido en la muestra presentada en el marco del reciente Festival Internacional de Cine de San Sebastián- permiten ampliar el número de receptores potenciales. Es difícil avanzar una definición porque sus límites son imprecisos y amplios, sin que exista -afortunadamente- una normativa clara en tomo a su formato, tamaño o procedimientos. Lo que define a cada una de las innumerables posibilidades es su objetivo fundamental: servir de presentación gráfica a una película concreta, recoger sus principales atractivos plásticos, textos publicitarios básicos y fichas completas de los miembros del equipo que la ha hecho posible. Algunos press-book son carpetas resistentes -con fotografías o dibujos impresos- que albergan varios cuadernillos conteniendo información escrita, declaraciones, críticas. y textos informativos, además de fotos y carteles para su reproducción posterior. En bastantes ocasiones se reducen a una sola hoja de cartulina doblada, con un diseño específico que incluye todos los elementos publicitarios en un espacio reducido. Lo fundamental de cada una de estas creaciones es su diseño -casi nunca firmado-, el particular modo de repartir las superficies disponibles y las muestras fotográficas de las principales escenas de la película que se intenta promocionar, o de una sola imagen emblemática que la representa, y que puede ser pintada o dibujada. Las posibilidades creadoras son prácticamente infinitas, tantas como autores se acérquen al tema.
Es una lástima que su difusión restringida impida un conocimiento más amplio de estas obras, cuya sumisión al producto que las origina no es obstáculo -en los mejores casos- para lograr cotas estéticas espléndidas. El press-book es un conjunto publicitario, en última instancia, pero este rasgo no supone -a mi modo de ver ningún demérito, sino todo lo más, una condición característica. Es hora ya de valorar como se merecen estas realizaciones, marginadas automáticamente, sin examinarlas de cerca. Al igual que otras muchas muestras de la cultura visual de nuestro tiempo, podemos encontar en ellas todos los niveles creativos, desde la obra maestra absoluta hasta la mediocridad más profunda, sin que falte la repetición monótona de anteriores hallazgos ni los intentos vanguardistas sin una base suficiente.
Es importante señalar, cuando menos, la existencia de este medio comunicativo poco conocido, cuyo interés y atractivo rebasan cualquier expectativa previa, y -con un valor sociológico-independientemente de sus logros puramente estéticos- que merecería, por sí solo, un estudio minucioso.
Babelia
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