No le suben el precio, le suben la propina
El 35% de los estadounidenses considera que el pago de los extras a la factura es un tema que “se ha ido de las manos”
Justice, también conocida como @antidietpilot, es una joven de Chicago que lleva tiempo usando la plataforma con más de 66.000 seguidores que tiene en TikTok para protestar por la muy arraigada cultura de la propina en Estados Unidos. En la red social explica, por ejemplo, por qué no paga el tip a la peluquera que le hace las trenzas, lo que genera multitud de comentarios a sus videos. Hay mucha gente que se lo reprocha, pero cada vez encuentra más simpatizantes con su causa. El 35% de los estadounidenses considera que el pago de las propinas es un tema que “se ha ido de las manos”, según una encuesta elaborada entre abril y mayo por YouGov para la red financiera Bankrate.
Los resultados de este pulso popular apuntan a que el 59% de los consumidores ven de forma negativa esta práctica. Aunque es un porcentaje menor al del año pasado, la encuesta también destaca que hasta un 37% considera que los empleadores deben pagar mejor a sus empleados para evitar que estos tengan que depender de propinas. Hasta cinco millones de empleados en todo el país dependen de estos extras, el 70% mujeres.
A muchos estadounidenses les ponen de mal humor las pantallas de pago, que en apenas unos años están por todas partes e incluyen propinas ya precalculadas que alcanzan el 25%. Son mayoría los que pagan menos a través de estas pantallas que los que sienten que deben pagar más, una consecuencia no intencionada del diseño de esta forma de pago. Aún así, la mayor parte de los consumidores pagan el 20% o más de lo que suma la cuenta de un servicio cuando este ha sido de su agrado.
El hartazgo con las propinas por parte de quienes tienen que abonarlas coincide con años de una elevada inflación que ha dejado subidas en muchos servicios. Curiosamente, y pese al lastre de la inflación, un 14% de los encuestados preferiría pagar más por un servicio para no tener que sumar la propina.
Ted Rossman, analista de Bankrate, reconoce que dar propinas es una cuestión controvertida pero que no va a desaparecer. “Muchas empresas se resisten a subir más los precios dados los incrementos de los últimos años, pero pedir una propina es una manera de subir precios que no lo parece”, explica. “La propina es un sobrecargo a cargo de los consumidores permitiendo a los trabajadores ganar más sin que el empleador tenga que hacerse cargo”, añade.
Quienes más protestan el aumento de estos pagos —un 20% como mínimo en un restaurante— son las personas mayores, sobre todo los jubilados. Sin embargo, aunque sea de mala gana, son los que más terminan abriendo el bolso por pagar el extra. La estadística se revierte con la edad: solo el 35% de los miembros de la generación Z dejan propina.
Quienes más propinas reciben son los meseros y el personal de restaurantes, los de salones y barberías, además de los repartidores de comida. También los taxistas suelen tener clientes generosos. Pero hay empleos que cada vez ven menos dinero por parte de los clientes. Los empleados de hotel, los de las cafeterías, los que transportan muebles, quienes sirven la comida para llevar y quienes hacen servicios y reparaciones en las viviendas han visto reducido su importe.
A pesar de todo, y de las conversaciones que se generan alrededor del porcentaje, aún hay casi tercio de los clientes que dicen sentirse muy bien cuando lo hacen.
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