Despedido por no compartir las propinas con el resto de camareros
No aportar al bote común el dinero que los clientes dejaban para mostrar su satisfacción por el servicio recibido y los continuos descuadres en la caja fueron los motivos de su despido.
Quedarse las propinas y no compartirlas con el resto de camareros no es sólo un acto de picardía, sino que puede justificar un despido. Así lo determina el Tribunal Superior de Justicia de Baleares, en una sentencia (pincha aquí para acceder a la sentencia) en la que confirma la procedencia del cese de un empleado de una cafetería de Palma de Mallorca por no aportar al bote común el dinero que los clientes dejaban para mostrar su satisfacción por el servicio recibido.
Entre las funciones del afectado estaban servir y cobrar a los clientes. Todos los empleados de la cafetería tenían una riñonera en la que iban guardando tanto el dinero de las consumiciones como el de las propinas. Al final del turno, introducían lo recaudado en la caja, apartando en un bote lo conseguido en propinas, que se repartía entre todos los camareros al concluir la semana.
Sus compañeros detectaron que el camarero despedido aportaba poco o nada de las propinas que él recibía al bote común y así se lo hicieron saber al dueño del establecimiento. El siseo de las propinas no es la única conducta irregular que valoró el juzgado que estudió el caso en primera instancia.
Era una práctica propia de la cafetería que, si las cuentas de la caja no cuadraban porque faltaba dinero, éste se cubriera con lo que había en el bote. Y, casualmente, los descuadres en la recaudación total se producían de forma más acentuada cuando era el camarero despedido el que debía ocuparse de la caja. Tanto es así, que durante los dos meses que el empleado estuvo de baja, la caja sólo se descuadró una sola vez y la cantidad que quedaba en el bote de las propinas cada semana era bastante mayor, según consta en los hechos probados del caso.
El Tribunal Superior balear, en consecuencia, confirma el despido del camarero al considerar que su conducta fue "contraria a la buena fe contractual" y a la "confianza" que había depositado su empleador en él.
Llegar borracho no justifica el cese
Si quedarse las propinas ayuda a fundamentar un despido de un camarero, no lo hace, en cambio, ir borracho a trabajar. Así lo determina una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Asturias de mayo de 2017 (pinche aquí para acceder a la sentencia), en la que se anula el despido del empleado de una sidrería cesado por llegar ebrio a su turno hasta en tres ocasiones y se dictamina su readmisión.
La resolución manifiesta que presentarse ebrio en el trabajo no es necesariamente motivo de despido, sino que la empresa debe probar cómo ésta circunstancia afecta negativamente al trabajo del camarero. La sidrería, al no haber justificado este extremo, fue obligada a reincorporarle y a pagar el sueldo que había dejado de percibir desde junio de 2016.
También resulta llamativo el despido de un camarero descubierto en un concierto de Pablo Alborán cuando se suponía que estaba de baja por enfermedad. Tras una fuerte pelea con el resto del personal del bar de Ibiza en donde trabajaba, el empleado presentó un parte médico en el que constaba que padecía faringitis y fuetes contracturas de espalda. La compañía justificó el despido alegando que el empleado o bien fingía la enfermedad o bien "entorpecía su proceso de curación" al no cuidarse ni guardar reposo (también había sido visto en discotecas y otras fiestas), argumento que respaldó el Tribunal Superior de Baleares (pincha aquí para acceder a la sentencia).
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