‘Roda Viva’: el personaje del momento, varios periodistas y 90 minutos de entrevista en directo
El quién es quién de Brasil protagoniza cada lunes un programa de televisión que nació hace cuatro décadas en un canal público para alentar el debate plural


Una reciente noche de julio circuló por las redes sociales brasileñas uno de esos clips que apela a la fascinación por la nostalgia. “En los últimos tiempos usted y Caetano [Veloso] tienen una actitud muy afeminada en los escenarios”, sugiere en 1987 el periodista, un hombre blanco, durante una entrevista de televisión a un Gilberto Gil que responde categórico, con voz aguda y gesticulando: “Yo no me siento nada afeminado”. El artista era el invitado al programa de entrevistas más emblemático de Brasil, Roda Viva (rueda viva, en portugués), por el que durante cuatro décadas ha pasado el quién es quién: Lula en versión líder sindical y presidente, Jair Bolsonaro como candidato presidencial, el piloto Ayrton Senna, el arquitecto Oscar Niemeyer, la filósofa Djamila Ribeiro, el intelectual Ailton Krenak, el científico Carlos Monteiro…
Si no has ocupado la butaca giratoria de esta especie de ágora donde el invitado responde a las preguntas sin guion de una decena de periodistas que lo rodea desde lo alto, es que difícilmente eres alguien en la política, y la vida pública, de Brasil. En este país que adora las telenovelas y los programas policiales, persiste un formato que hace salivar a muchos periodistas.
Cada lunes por la noche, un invitado se somete en directo ¡y durante 90 minutos!, a preguntas de periodistas. TV Cultura, un canal público, estrenó Roda Viva en 1986, cuando la democracia daba sus primeros pasos tras décadas de dictadura. Como cualquiera a los 39 años, el programa ha sufrido altibajos. Pero mantiene un formato que evoca a otros tiempos, al periodismo antes de los jefes de prensa y el intento de imponer cuestionarios.
Este julio, con el Gobierno Lula hundido en una crisis con el Congreso y la popularidad por los suelos, pero antes del ataque arancelario, allí estuvo el equivalente al primer ministro, Rui Costa. Los entrevistadores le preguntaron educadamente pero sin aflojar por el asunto de esa semana, un polémico proyecto de ley que motivó un motín parlamentario de los aliados de Lula y una humillante derrota al Ejecutivo.











Las invitaciones suelen estar muy pegadas a la actualidad. Nacido en 1986, al año siguiente del fin de la dictadura, Roda Viva es ya una institución. Reflejo de eso, participan destacados periodistas de canales de la competencia y de todo el espectro mediático. Las preguntas no se pactan, tampoco su orden. La idea no es poner trampas al invitado, sino fomentar el debate plural.
“Roda Viva nació con la abertura política del país, de nuevo era posible discutir sobre política. Eran los tiempos de la campaña Diretas Já! [exigiendo elecciones directas a la presidencia], de los debates sobre la Constituyente…”, explica al teléfono la periodista Vera Magalhães, que tras una consolidada carrera como periodista y columnista política en 2019 dio el salto a la televisión para presentarlo. “La política es un componente muy fuerte del ADN del programa. Y los programas con más repercusión suelen ser con políticos, pero cada dos políticos o así, damos un respiro con uno de cultura, sea teatro, literatura, cine, o economía, tuvimos mucha ciencia en la pandemia…”.
Si en sus inicios el programa contribuyó a abrir o fomentar el debate sobre grandes cuestiones como la transición política, la pluralidad, las recetas económicas, los cambios de comportamiento social o el advenimiento de internet, a los equivalentes contemporáneos de esos asuntos se suma algo especialmente valioso en estos tiempos de polarización extrema y virulenta: el contraste de ideas en la televisión pública en abierto.
“Invitamos a quien tiene algo que aportar dentro de los límites de la democracia”, explica la presentadora mientras recuerda la tormenta que supuso en la izquierda, en 2024, tener en la butaca giratoria a Flávio Bolsonaro, hijo del expresidente. “Es un senador de la república que no está procesado por ningún intento de golpe y es una voz de uno de los lados, que tiene al 50% de las preferencias electorales del brasileño”, argumenta. Y recuerda que los invitados escorados a la izquierda superan con creces a los de derechas.
Roda Viva es parte del empeño de la fundación padre Anchieta, dependiente del Gobierno estatal de São Paulo y propietaria de TV Cultura, para “democratizar el acceso a la cultura y el debate” en la televisión en abierto, recalca Maria Angela de Jesus, la presidenta de la fundación que lleva el nombre del misionero canario que fundó la metrópoli. “Traemos a la sociedad información diversa y plural para ampliar la discusión. En estos tiempos en que el debate está tan desgastado, es aún más importante abrir oportunidades al debate sano sobre cuestiones relevantes”, apunta por videollamada, en español, la presidenta, que estrena cargo tras una dilatada carrera en empresas como Netflix o HBO.
En la trayectoria del programa también hay manchas recientes. Por ejemplo, en 2018, un asesor de Bolsonaro fue incluido en el elenco de los que entrevistaban a la candidata de la izquierda a la vicepresidencia, Manuela d’Avila, cuenta Magalhães, que era otra de las entrevistadoras.
Repasar los programas de las primeras décadas es asistir a una procesión de hombres blancos de traje y corbata sentados en la butaca giratoria mientras él o alguno de los periodistas fuman tranquilamente y asoman las primeras mujeres en la tribuna de la prensa.
La predecesora de Magalhães dio los primeros pasos para que Roda Viva se pareciera al Brasil real. La actual presentadora ha acelerado ese proceso, tanto entre los invitados como entre los periodistas, para incorporar mujeres, personas negras, indígenas, ajenas al eje Río-São Paulo o al periodismo mainstream.
Magalhães recibe muchas más negativas de mujeres que de hombres. Lamenta lo interiorizado que está en ellas el síndrome de la impostora. “Pero cuando lo superan, lo viven como una revelación”, dice y menciona el caso de Taís Araújo, que le agradeció la insistencia. Dos años tardó la periodista en convencer a Araújo, actriz consolidada y estrella de telenovelas.
Aunque mantiene el formato que lo distingue, ese que en ocasiones es considerado demasiado intimidante, Roda Viva ha dado pasos para actualizarse y llegar a la audiencia allí donde está. Aprovecha el voraz apetito de los brasileños por las redes sociales con publicaciones en redes mientras se retransmite en directo. También divulga cada episodio en formato podcast y los cuelga íntegros en YouTube, con lo que ha creado una valiosa hemeroteca para nostálgicos, curiosos o quien quiera revisitar las últimas cuatro décadas en Brasil.
La audiencia televisiva alcanza picos del 2% en algunas ediciones, pero eso es solo una parte. Las visualizaciones en YouTube alcanzan millones. Casi 12 millones sumaron las entrevistas del primer semestre de 2025 en YouTube, con 1,7 millones de horas emitidas.
Cada tanto, un extranjero se sienta en la butaca que gira para alzar la vista y responder a los entrevistadores —o entra por Zoom— con o sin traducción simultánea. Experiencia que la española Rosa Montero, escritora y columnista de este diario, comparte con Mario Vargas Llosa, Noam Chomsky, Fidel Castro…
Capítulo aparte merece Enéas Carneiro, uno de los invitados más rompedores. El excéntrico candidato presidencial de 1994 impactó —y se hizo un hueco en la cultura popular local— gracias a un discurso antisistema que quién sabe si hoy le habría brindado la Presidencia de la República.
Los que hacen Roda Viva están ya embarcados en preparar el 40º aniversario, en 2026, que incluirá un documental. Entre las personalidades que persiguen con ahínco pese a muchas negativas, la presentadora Magalhães elige tres: Lula, de vuelta al poder; el cantante Chico Buarque, autor de la canción que da nombre al programa y que nunca ha aceptado sentarse en la butaca giratoria, y la filósofa Suely Carneiro.
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