‘Bake Off’: Nunca cocines enfadado
Que hay vida en la cocina televisiva más allá del insufrible ‘MasterChef’ lo corrobora cada semana ‘Bake Off: famosos al horno’ y la receta no parece compleja: un jurado amable y un guion que prima el buen rollo frente al conflicto
Andan tan endemoniados los fans de Cien años de soledad que por un momento temí que su adaptación televisiva hubiese provocado que todos los ejemplares de la novela se desintegrasen y el único recuerdo que permaneciese de la obra de García Márquez fuese la serie de Netflix. Lo descarté al comprobar que la edición de RBA que me regalaron por algún cumpleaños permanece en la estantería, inalterable, como si no fuese la cosa con ella.
Sin haber visto lo que han hecho dudo que sea más decepcionante que la versión cinematográfica de Crónica de una muerte anunciada que perpetraron en los ochenta con Rupert Everett, Ornella Muti y Anthony Delon, el gran reclamo en aquel momento por haber sido novio de Estefanía de Mónaco durante diez minutos. Tampoco corrió mejor suerte El amor en los tiempos del cólera con Javier Bardem como Florentino Ariza. No sé cómo a estas alturas los seguidores de Márquez no están curados de espantos. Si uno ama un libro hasta el desvarío, debería mantenerse alejado de la visión que otros tienen de él. Yo lo asumí al comprobar que ni Meryl Streep podía sacar adelante aquel delirio que fue la versión hollywodiense de La casa de los espíritus.
También hay adaptaciones acertadísimas, Alfonso Arau no se alejó mucho del texto de su por entonces esposa Laura Esquivel y Como agua para chocolate resultó tan suculenta como la novela que ahora Max ha convertido en serie. Gracias a ella aprendí a cocinar chiles en nogada, mi receta literaria favorita junto con los Tomates verdes fritos de Fannie Flagg y la tarta de limón de Nora Ephron en Se acabó el pastel. Del libro de Esquivel me quedé también con la creencia de que las emociones afectan a la hora de elaborar un plato. Quizás por eso nunca he podido asomarme a la histérica The Bear, demasiado estrés por un bocadillo. Ni mucho menos al insufrible MasterChef, ese “Cocinad, cocinad, malditos”, mezquino, sobreactuado y clasista.
Que otra forma de cocinar en televisión es posible lo demuestra cada semana Bake Off: famosos al horno y la receta no parece compleja: un jurado amable —la risa de Eva Arguiñano es la mejor especia de esa cocina—, un guion que prima el buen rollo frente al conflicto y una selección de concursantes tan arriesgada como resultona —menudo descubrimiento ha sido Pol Espargaró—. No es necesario que la televisión sea nutritiva, como cantaba Aviador Dro, pero al menos no debería cortarnos la digestión.
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