Series y cine: otra vez la misma controversia de siempre
Vuelve la polémica entre las series y el cine a costa del Festival de Venecia. Y vuelve un director de cine a creer que la televisión necesita ser dignificada por las películas
Las grandes exclusivas de hoy envolverán el pescado de mañana y las grandes polémicas de ayer seguirán envolviendo periódicos un día tras otro. Me acuerdo a menudo de un lema que se puede leer en pancartas en las manifestaciones feministas desde hace décadas: “No puedo creer que todavía esté protestando por esta mierda”. Por ejemplo, cuando vuelven a la carga las polémicas entre el cine y la televisión. ¿De verdad seguimos a vueltas con lo mismo? Me temo que sí.
En el Festival de Venecia, ese estupendo director de cine llamado Alfonso Cuarón ha presentado Observada (Apple TV+), su miniserie protagonizada por esa actriz mayúscula que es Cate Blanchett. Allí ha declarado: “No sé filmar para televisión. Y probablemente, a estas alturas, es demasiado tarde para aprender. Así que nunca hubo una conversación sobre cómo realizar algo distinto. Lo hicimos como un filme”. Me pregunto qué ocurriría si un director de televisión, en el estreno de su primera película, confesara: “No sé rodar cine, así que lo he hecho como un episodio de una serie”. También me pregunto si Cuarón podría haber dirigido episodios de series tan diferentes y tan exigentes como Roma, Deadwood, Los Soprano, Boardwalk Empire, Sexo en Nueva York, Juego de tronos y The pacific, con las necesidades de la televisión —incluso la muy cara y prestigiosa—, tal y como hizo Tim Van Patten.
Por supuesto, Cuarón no es el primero en investir a la tele de las propiedades mágicas del cine con la intención de dignificarla, esto ya es un meme. Como si la tele los necesitara. Oigo “Mi serie es una película de equis horas” y pongo los ojos en blanco. ¡Y lo siguen diciendo! Quizá lo hacen con la intención de, partiendo de sus prejuicios, evitar la idea de que se han apeado de su pedestal artístico al audiovisual pedestre. Como si no hubiera malas películas. Como si no hubiera series fórmula fabulosas. En este excusatio non petita cayeron incluso los creadores de Juego de tronos, que dijeron que su serie era una película de 73 horas, agárrense. Ya podían aprender todos de Bergman, fanático sin complejos de la tele que declaró: “La televisión es, simplemente, la cosa más asombrosa. Te abre el mundo entero”. Una de sus series preferidas era Sexo en Nueva York y le encantaba Samantha, algo que me reconcilia con el mundo. Que no lo resuciten para hacerle elegir entre Cuarón o Tim Van Patten.
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