Ocho millones de euros para recrear una inquietante isla del Pacífico en Pontevedra

La intimidante naturaleza, de diferentes tonos de verde, que trepa por los rocosos montes que resguardan la costa de San Vicente do Mar descoloca. Es un rincón de Galicia, pero podría ser cualquier pedazo de tierra en medio del océano. Tal vez una isla perdida en los confines del planeta. Con esos ojos ha mirado a esta localidad pontevedresa el equipo de Ficción Producciones: como el espacio ideal para recrear el lugar más recóndito del Pacífico, el Punto Nemo, como se conoce al polo de inaccesibilidad del Pacífico, las coordenadas marítimas más distante de tierra firme, a 2.722 kilómetros de la Antártida. Un sitio tan alejado de todo que se utiliza como cementerio de naves espaciales.

Punto Nemo sirve de título para una nueva serie, en etapa de rodaje, que espera llegar a Prime Video en 2025. La producción cuenta con una inversión de cerca de ocho millones de euros destinados a dar credibilidad a la aventura de una expedición militar-científica que parte hacia una isla de plástico —una de las formaciones de basura flotante que ensucian los océanos— localizada en el Punto Nemo. El objetivo del equipo en la serie, formado por miembros de la Armada Española y por un grupo de científicos, es investigar y concienciar al mundo de la contaminación marina. Pero una tormenta desvía el buque Pentonkontors de su trayectoria, y la tripulación acaba varada en un misterioso y remoto islote abandonado con rastros de haber sido una base militar secreta. Entre sus influencias, que incluyen El señor de las moscas, Alien o La cosa, los productores mencionan la mítica serie Perdidos, donde las víctimas de un accidente aéreo acababan en una isla con una presencia inquietante.

“Es la producción más grandilocuente en la que he estado. Ahora, con los efectos visuales y la producción digital, cada vez es más extraño rodar en un parque o en una carretera”, asegura Julio Casal, productor de la serie. Para recrear la travesía del Pentonkontors se ha rodado en Madeira (región autónoma portuguesa que se encuentra sobre las Canarias), en un buque prestado por el ejército y por su puesto en San Vicente do Mar, en su batería militar y sus túneles subterráneos. Junto a los imponentes paisajes naturales, la serie apuesta por una trabajada dirección de arte para cuidar las partes de ciencia ficción. Algunos días, el set se llena con hasta 90 técnicos.

La logística para transportar los equipos a las indómitas localizaciones es compleja. A algunas hay que llegar por mar en pequeñas lanchas hasta los acantilados y luego caminar durante un par de horas, ya que no hay forma de acceder en coche. “Seguramente es el rodaje más complejo al que me he enfrentado”, dice la actriz Alba Flores, que interpreta a una bióloga marina. “Cuando hacía muchísimo frío te tocaba meterte al agua, y el agua de Galicia ha sido un tema”.

La actriz cubana María Isabel Díaz, que da vida a una veterana periodista que acompaña a la expedición, cuenta que las obligadas escaladas para rodar por las empinadas laderas le ayudaron a enfrentarse a su miedo a las alturas. “En la vida me había planteado trabajar este miedo, pero cuando te dicen que tienes que subir, te tienes que poner en puntas en un camino lleno de piedras y cantos rodados, tuve que hacerlo”, cuenta. Los actores que encarnan a los miembros de la Armada tuvieron una breve pero intensa preparación militar, cuenta Maxi Iglesias: “No puedes defraudar, tienes que mantener un nivel; los espacios son espectaculares y eso ayuda muchísimo a contar la historia”.

El actor Óscar Jaenada también se ha sentido abrumado en algunos momentos del rodaje. En la trama, su personaje sufre una mutación al entrar en contacto con material contaminado, para transformarse el actor necesitaba pasar entre tres y cuatro horas en maquillaje para colocarse el traje de látex y silicona. Esta es la parte más fantasiosa de Punto Nemo, que se arriesga con la ciencia ficción. “Es difícil apostar hoy en día por lo fantástico, más en el mercado español y europeo, porque se lo solemos dejar a los estadounidenses”, explica Jaenada, que es un líder militar en la serie. “La gente se inclina por fórmulas muy definidas de éxito”.

El director de la serie, Denis Rovira, se aleja, sin embargo, de los elementos más fantasiosos y prefiere definir Punto Nemo como una historia de personajes más que de aventuras. “Creo que hay mucho drama que se desenvuelve en un lugar muy atmosférico y eso es gracias al trabajo del departamento de arte”, explica quien también es responsable de la segunda temporada de Bienvenidos a Edén. “Hay antagonistas y protagonistas, pero todos tienen algo que te puede parecer cercano, a lo que te puedes aferrar. Están en una situación extrema y obligados a convivir con normas que no son habituales”.

Salvando las distancias, los 12 actores que comparten plano a lo largo de los seis episodios que dura la serie, también tuvieron una intensa convivencia durante tres meses. Quizás les ayudó a trasladar a la pantalla los conflictos y alianzas de sus personajes que luchan por sobrevivir en un ambiente de claustrofobia, luces bajas y ruidos irreconocibles.

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