El Mix justifica los medios
‘Megamix brutal’ es un documental ejemplar que llega en un momento donde parece que los documentales españoles de plataforma centrados en algún personaje o aspecto de nuestra cultura popular se hacen con plantilla
A veces me prometo que si vuelvo a escuchar en un documental de plataforma que una figura popular pre redes sociales fue el primer influencer o que cualquier mujer importante e independiente fue una feminista antes de saberlo ella, tiro la tele por la ventana. Luego me sosiego, qué culpa tendrá el aparato de lo que hacemos con él. En España hemos pasado de despreciar nuestra cultura popular a explotarla con plantilla, a hacer productos hagiográficos superficiales que le den algo de información al espectador neófito, pero que no aporten apenas nada ni en forma ni en fondo a los que ya conocemos el tema de la obra, más que el gusto de disfrutar de imágenes de archivo.
Cuando, además, si a uno le apetece ver archivo, lo mejor que puede hacer es bucear en el ingente catálogo online de RTVE Play y gozar viendo la tele que se hacía hace 30, 40, 50 años. A los Reyes les pido que en la plataforma afinen su buscador y que no dejen de ampliar la nómina de documentos audiovisuales a disposición del usuario. También de RTVE Play (y Cat3) es Megamix brutal, otro buen motivo para no tirar la tele por la ventana. Los tres episodios de esta serie documental desgranan dos historias apasionantes. En primer lugar, la de la creación de los discos mix en España a principios de los ochenta, con la fundación de la discográfica Max por parte de Ricardo Campoy y Miquel Degà, la competencia con Blanco y Negro, la evolución del entramado discográfico de la música dance española y el hilo que comunica a sus artífices con Vale Music y, por tanto, con Gran Hermano y OT. Personajes propios de un Mad Men hortera y sin prejuicios.
Y caminando en paralelo, la trastienda criminal que escondía: palizas, intentos de secuestro, amenazas de asesinato y otros protocolos de cortesía mafiosa. Toda la parte de sucesos ya la fueron contando los periódicos y las teles entonces, pero la cara a y la cara b unidas es lo que nos da un disco completo, si me permiten la metáfora quizá demasiado ad hoc. Nadie necesita en Megamix brutal tirar de hagiografía, ni sacar a jóvenes famosos opinando aunque no tuvieran nada que ver con aquello. Por mucho que Narcìs Rebollo vista una camiseta de Sonic Youth, todos –también él– tienen claro que están hablando de Sonia y Selena. Es sincero y cautivador, no le pido más.
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