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COLUMNA
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Tenemos ‘sentidiño’, pero no somos tontos

Que nadie confunda educación con debilidad, ni la disposición a conversar con tener tragaderas infinitas

Xabier Fortes, en el estudio del canal 24 Horas, de TVE.
Xabier Fortes, en el estudio del canal 24 Horas, de TVE.TVE
Sergio del Molino

Pidió sentidiño Xabier Fortes en su despedida de vacaciones. “Se puede decir de todo, se puede opinar de todo, pero con educación y sentidiño”, dijo mirando a cámara, en una apelación coherente con su programa y con su elegancia natural. Entiendo y abrazo el sentidiño, y ojalá el verano sirva para que algunos cultiven esa virtud de nombre gallego y aplicación universal, y en septiembre tengamos un país más respirable. No cuento con ello, pero celebremos que periodistas como Fortes, que predican con el ejemplo, lo digan.

Sin perder ese sentidiño, vengo a disentir un poco de la primera parte del aserto de Fortes, ese “se puede decir de todo”. El sentidiño y la educación no legitiman cualquier argumento. El problema de Hitler y Mussolini no era que hablasen a gritos, sino el contenido de sus palabras. Si Hitler hubiese susurrado la doctrina del Mein Kampf en lugar de berrearla, el nazismo no habría sido menos abominable. Hay que cuidarse de un exceso de razonabilidad, no sea que la calma nos embriague tanto que no atendamos a las barbaridades que se dicen y, por miedo a no elevar la voz, estas se queden sin respuesta.

Miremos el espejo de Francia, donde cundió la convicción de que la Le Pen joven ya no era el Le Pen viejo. Con nuevos nombres, tipos presentables que saben sonreír y hablar con calma, y una pasada de piedra pómez democrática a los callos más fascistas de su ideario, consiguieron presentarse ante muchos franceses como una derecha plausible. Hoy, algunos periódicos se han puesto a escarbar en los diputados electos y están descubriendo lo que ya nos dijo José Luis Cuerda en Amanece, que no es poco, cuando en las elecciones gana la secreta y pierde la Guardia Civil. Ante el revuelo del pueblo, los derrotados guardias civiles aclaran que no hay que apurarse, que la secreta son los mismos que antes, pero sin el cabo Fermín. La cantidad de gente chunga que está saliendo en los cargos provinciales de Resentimiento Nacional sugiere que el sentidiño era solo una estrategia electoral.

Cuidémonos de los que apartan a los cabos Fermines para dar sensación de sentidiño. Se podrá decir de todo, pero también se puede rebatir todo. Que nadie confunda educación con debilidad, ni la disposición a conversar con tener tragaderas infinitas. Los que creemos en la democracia y en un modelo de Estado social debemos tenerlo más claro que nunca.

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Sobre la firma

Sergio del Molino
Es autor de los ensayos La España vacía y Contra la España vacía. Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013) y el Espasa por Lugares fuera de sitio (2018). Entre sus novelas destacan Un tal González (2022), La piel (2020) o Lo que a nadie le importa (2014). Su último libro es Los alemanes (Premio Alfaguara 2024).
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