Alfredo Relaño, el hombre que siempre estuvo allí
La serie ‘En primicia’ radiografía medio siglo de prensa deportiva a través del exdirector del diario ‘As’
Todo se resume en una pequeña maldad. El 11 de julio de 2010, Alfredo Relaño, director del periódico deportivo As, dejó escrita su columna con la victoria de España en la final del Mundial antes de que empezara el partido. “Quizá con la emoción exagere, pero después de este partido este país será otro”, se atrevió a firmar. Se podrá dudar de si el subjuntivo salva un artículo que no habla del gol de Iniesta ni de la parada de Casillas, pero de lo que no se puede dudar es de que el resto de su carrera absuelve de esa “golfada” a Relaño (Madrid, 73 años), figura imprescindible del periodismo deportivo de las últimas décadas en España y protagonista del capítulo de esta noche (La 2, 23.00) de En primicia.
La serie se centra hoy en Relaño, pero radiografía casi medio siglo de periodismo deportivo (sobre todo, futbolístico). “Para que el fútbol español cambiara”, suelta Jorge Valdano en un momento del capítulo, “tuvo que haber un Cruyff, una Quinta del Buitre, sí… pero también un puñado de periodistas que cambiaron la mirada del aficionado y dotaron al fútbol de discurso”. Al propio Valdano le dio un empujón Relaño para que se metiera en el mundo del periodismo, en una lista a la que se pueden añadir nombres como Julio Maldonado Maldini, José Ramón de la Morena o el añorado Michael Robinson.
Cuando se van a dormir, muchos niños quieren soñar con que están jugando en el Madrid. Relaño confiesa que quería soñar con que era Amancio jugando en el Madrid. Ahí se resume una mitomanía, una pasión sin fisuras. “Empaquetamos, transmitimos, vendemos emoción”, le reflexiona Relaño a la presentadora, Lara Siscar. “Hay que tener un temperamento infantil para conmoverse con esto hasta este grado” o “el fútbol es lo más importante de las cosas que no importan. Pero tú lo tienes que hacer importante”, deja dicho en un capítulo entreverado con un buen trabajo de documentación y en el que participan Iker Casillas, Del Bosque, los periodistas Paco González o Patricia Cazón.
Tantos años dan para mucho. Fue delegado en Andalucía de EL PAÍS, el primer trabajo que le alejó del fútbol (aunque se escapaba al Bernabéu para ver los partidos del Madrid). Estuvo en la SER, y recuerda su miedo al micrófono, su interés en que las mujeres consumieran información deportiva, el triunfo de De la Morena. Llegó a Canal +, donde subió el listón de la retransmisión de partidos con más cámaras, mejor realización, micrófonos a pie de campo. Allí se preguntó qué le gustaría a él ver en la tele y de ahí salió un programa que cambió para siempre la forma de consumir fútbol: El día después.
Y llegó el As, un diario que arrastraba una larga decadencia a la sombra de Marca. Lo cambió de arriba abajo. Le dio una visión “desinhibidamente madridista”, movió el ángulo, le insufló hambre informativa, y como muestra un botón: su periódico fue el que cogió al toro por los cuernos sobre el dopaje en el ciclismo (confesión de Jesús Manzano mediante), una primera pieza de dominó que haría caer muchas más. ¿Algún reproche? También hay, claro. Desde errores personales (aquella infausta ouija que le oficiaron a Juanito para hablar del espíritu de la remontada antes de un Madrid-Atleti; “tres a cero”, le hicieron decir al muerto), a errores colectivos de la profesión: la rivalidad entre periodistas, la creciente distancia entre periodistas y futbolistas… y el machismo, claro, ese ambiente “tosco, hostil”, que no se lo ponía fácil a los jóvenes. “¿Hay más putas ahora o antes?”, le llega a preguntar un joven Relaño a Santiago Bernabéu en el 78 (“Mira, yo siempre he hecho mucho gasto en ese mercado”, responde este).
En el túnel de vestuarios del estadio del Cádiz luce inscrita una de esas frases que sobreviven al tiempo. La dijo Relaño en una cena, como quien no quiere la cosa: “Quien está contra el Cádiz está contra la humanidad”. Pensaba, Relaño, en la simpatía de la ciudad, en la bonhomía del club. Pensándolo bien, lo mismo podría decirse del propio Relaño, de su carácter juguetón, de su empeño con soñar con ser Amancio. En la famosa foto de Casillas levantando la Copa del mundo en Johannesburgo, al fondo, se ven dos caras entre el público. Son Alfredo Relaño y Tomás Roncero (su fiel escudero), difuminados “como dos caras de Bélmez”. Es sin duda un guiño del destino, que nos quiere recordar que, si de fútbol hablamos, Relaño es el hombre que siempre estuvo allí.
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