Cómo Marbella se convirtió en el escenario perfecto de una serie de gánsteres
El nuevo ‘thriller’ de Dani de la Torre y Alberto Marini se ambienta en el mundo de ostentación en el que se mueven las mafias de todo el mundo en la Costa del Sol
Fuera del foco mediático, un centenar de grupos criminales conviven en la Costa del Sol. Es una especie de gran centro logístico donde se codean, en equilibrio, mafias de todo el mundo. En abril de 2021, los periodistas Nacho Carretero y Arturo Lezcano publicaban en EL PAÍS un extenso reportaje que ponía luz en ese peculiar universo con sede en Marbella. Su objetivo era los puntos para mostrar el dibujo completo de esta “ONU de mafiosos”, como dice un jefe policial en el artículo.
El mismo domingo que se publicó, Dani de la Torre y Alberto Marini, que por entonces estaban terminando la segunda temporada de La Unidad (finalmente, tuvo otra entrega más ambientada en Afganistán), buscaban tema para su siguiente proyecto, “una historia de impacto social poco contada y que permitiera construir un drama humano”, rememora Marini. Antes de acabar de leerlo, se intercambiaron mensajes: ahí tenían ese tema que buscaban. “El mismo día, me llegó un mensaje desde Movistar Plus+ preguntando si lo habíamos leído”, recuerda De la Torre. Y en paralelo, los periodistas también acudieron a la televisión de Telefónica para sugerirles la posibilidad de una serie a partir de su historia. EL PAÍS reúne a los dos periodistas y los dos creadores para hablar de Marbella ciudad y Marbella serie, que la plataforma estrena el jueves 2 de mayo.
Dani de la Torre, cocreador con Marini de la ficción y que dirige los seis episodios con Oskar Santos, tenía más relacionada Marbella con la beautiful people de los ochenta, traficantes de armas (universo que recoge la serie Los Farad) y la era de Jesús Gil. Algo del pasado. “Pero ver que todas las mafias tienen ahora una sede ahí, como si fueran franquicias, me voló la cabeza”, contaba la semana pasada.
La colaboración entre periodistas y creadores fue absoluta en la construcción de la serie. El guion, escrito por Alberto Marini, fue construyéndose de la mano de la información y el análisis periodístico que aportaban Carretero y Lezcano. “El papel que nos corresponde aquí es ser los pesados de la realidad”, resume Lezcano. “La serie tenía que cumplir el objetivo de toda serie, que es que entretenga y guste, pero también es didáctica. Mete la cámara en esos niveles de invisibilidad que son intolerables en muchos casos, pero que los tolera un país desde hace mucho tiempo”, añade Carretero.
Para poder contar esa realidad, había que verla. Por eso, los cuatro viajaron a Marbella. Allí, se metieron de lleno en un mundo de excesos y ostentación, de discotecas, de clubs nocturnos, de propietarios de coches de alta gama, prostitución… “Nunca había sentido tanta vergüenza ajena en mi vida”, dice De la Torre. “Un champán de no sé cuánto dinero, chicas que se desviven por sentarse en una mesa… Son cosas que a mí me violentan. Incluso los comentarios entre ellos, o salir de un coche de alta gama de color verde fosforito. Hay algo que te genera odio”, añade De la Torre. El referente de El lobo de Wall Street es recurrente a lo largo de la conversación. “Cuando vemos las películas más gamberras de Scorsese pensamos que eso no se puede hacer en España porque no hay personajes así, pero en Marbella los hay”, dice.
No fue difícil que criminales de diferentes bandas se sentaran a hablar con ellos: fue complicado llegar a ellos pero no que hablaran. Incluso a la producción les ofrecieron como figurantes mafiosos reales, pero prefirieron rechazarlos. “La gente de las mafias tienen de todo, pero lo único que no tienen es notoriedad. Les gusta contarlo. No puedes poner sus nombres reales, pero te cuentan lo que han hecho y ellos, en petit comité, dicen luego ‘ese soy yo”, cuenta De la Torre.
Los cuatro se adentraron en esa cara oculta de Marbella. “Un detalle que nos pasó una de las primeras veces que fuimos. En un restaurante, pedimos el datáfono para pagar, y el camarero nos dijo que no sabía manejarlo. Pagan todo en efectivo. O que en las tiendas de ropa haya máquinas para contar billetes. O que en un concesionario puedas pagar en efectivo”, enumera Nacho Carretero.
La serie recoge la forma de relacionarse las mafias en la Costa del Sol, y también la noche marbellí. En ese mundo se mueve el protagonista, un abogado que tiene entre sus clientes a estos criminales y que encarna Hugo Silva. Como todo en la ficción, su personaje también está inspirado en abogados reales, pero llevado al extremo: cruza una línea que en la realidad no se cruza. “Queríamos seguir a este hombre y que nos enseñase ese mundo. Es un tipo detestable, pero no queríamos que generara tanto odio como para que no quisieses ver a dónde va”, describe De la Torre.
Con todos estos ingredientes, Marbella termina siendo, en realidad, una serie de gánsteres, un género poco abordado en el audiovisual español. “Para hacer algo como El lobo de Wall Street, Uno de los nuestros o Casino, te tienes que ir a los bajos fondos, a lo sórdido, lo oscuro. Pero en la gente con pasta, eso solo lo he visto en Marbella con este nivel de desproporción”, dice De la Torre. Para él, la ausencia de este género en la ficción española responde a varios factores. “Los presupuestos antes de las plataformas no daban para hacer grandes dispendios de puestas en escena. A medida que se han ido contando historias, aunque sean pequeñas, al estilo de El Príncipe o Sin tetas no hay paraíso, la gente se ha ido animando”, reflexiona.
Continúa Nacho Carretero: “En España nos falta desacomplejarnos. Nos fascinamos con temas de fuera, como la mafia italiana, Gomorra y tal. Pero, ¿qué hacemos mirando fuera si tenemos una singularidad como Marbella, un fenómeno único? A los españoles nos cuesta mucho exhibir nuestras miserias. En Italia llevan décadas haciendo cine social y exponiendo sus miserias en forma de mafias. Lo mismo los anglosajones y ni que decir de los franceses. Hay un relevo generacional, y no solo de edad, también de mentalidad, que piensa, ‘oye, tenemos nuestras miserias y algunas son fascinantes y jugosas para que el audiovisual y la cultura entren ahí”, defiende el periodista. “Negar que Marbella es una de las capitales de la criminalidad organizada es como negar que haya habido mafia en Sicilia o cárteles en Colombia. Hay que quitarse el complejo, asumir que tenemos un problema, afrontarlo y contarlo. Las historias de gánsteres nos fascinan, hemos visto los italianos, los americanos, pero la mafia de aquí tiene sus propias reglas. Se disparan con chándales imposibles. Es un ejemplo tonto, pero es una mafia que no tiene referentes en otras mafias a nivel audiovisual”, añade Marini.
Aunque esta realidad está ahí, Marbella, como recoge el reportaje y se muestra en la serie, es un lugar seguro. “Nosotros retratamos una realidad que es muy violenta, con unos códigos muy extremos, pero no son códigos que afecten a la seguridad de la ciudad o los turistas”, dice Carretero. “Hay muchos vecinos que están hartos de que no se haga nada y que haya impunidad. No hay medios ni interés para frenar esto”, añade. La presencia del crimen organizado en la Costa del Sol no genera alarma social ni tampoco penaliza políticamente, reflexiona De la Torre. Y añade Carretero: “Además, traen mucho dinero. Quizá en la serie estamos poniendo sobre la mesa las respuestas de por qué no se hace nada”.
La investigación de Carretero y Lezcano comenzó en verano de 2020 y el reportaje se publicó en abril de 2021. ¿Ha cambiado el panorama desde entonces? “Ha cambiado a peor”, dice Carretero, contundente. “Las fuerzas de seguridad están en pañales porque no les dan medios, los policías están mal pagados y no son capaces de frenar una presencia masiva del crimen organizado. Esto es responsabilidad política, no policial. La policía está cansada de pedir ayuda, de ver que el ordenador no se enciende o que tienen que hacer una foto con el móvil porque no tienen cámara”, continúa. “Si buscas las noticias de lo que llevamos de año sobre Marbella, ves de nuevo esos puntos que aparentemente no tienen conexión pero muchos sí la tienen. Es un goteo constante”, añade Arturo Lezcano. “Hace unas semanas han matado a dos guardias civiles porque estaban en una zodiac de cinco metros y les han pasado por encima. Y nadie ha dimitido. Nada dice que esto vaya a frenar. En otros países están matando a periodistas y policías, ¿por qué creemos que en España esto no va a pasar? Desde luego que, si esto sigue así, va a pasar”, concluye Carretero.
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