Strange New Worlds: maravillosas blasfemias ‘trekkies’
Los límites entre la reverencia y la burla son muy confusos, y a menudo la primera se expresa en forma de la segunda, algo que los fanáticos son incapaces de apreciar
Agosto, y no abril, es el mes más cruel para la tele, y no solo para los canales en abierto. Las plataformas se resienten también de la sequía, el tedio y el zumbido de las moscas, pero entre la calima asoman dos lucecitas que están haciendo la travesía del mes más llevadera a quienes buscamos un episodio de buena mierda antes de irnos a la cama. Una se llama Solo asesinatos en el edificio, oasis de inteligencia, metatelevisión y metacultura pop que, en esta tercera temporada, recibe a su majestad Meryl Streep. No hablaré de ella, en la confianza de que mi compañera Paloma Rando, que se duele porque le piso los temas, les regalará su informado y sutil punto de vista en esta misma columna.
Mi otra alegría agosteña acaba de terminar y se llama Strange New Worlds. Ha terminado su segunda temporada, que ha sido soberbia, muy superior a la primera.
El universo trekkie vive días de gloria y está alcanzando unas cimas de humor y capacidad de reinvención impresionantes. Conviven varias series en emisión, pero creo que SNW, como la citan los enterados, es la que mejor partido le saca al mundo que imaginó Gene Roddenberry. Los límites entre la reverencia y la burla son muy confusos, y a menudo la primera se expresa en forma de la segunda, algo que los fanáticos son incapaces de apreciar. Akiva Goldsman, productor y guionista de esta serie, hace equilibrios sobre esa línea y se ha atrevido incluso con un capítulo musical. A Salman Rushdie le hicieron una fetua por menos.
Los trekkies forman un credo más integrista que los ayatolás y forzar los límites de su tolerancia es un ejercicio de alto riesgo. Por eso, SNW no solo es un refresco en un agosto irrespirable, sino una hermosa forma de quebrar prejuicios como si fueran nueces.
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