Políticos entre ‘El hormiguero’ y ‘El intermedio’: la campaña se juega en el ‘prime time’
Los candidatos a las elecciones generales acentúan su presencia en formatos de entretenimiento en busca del votante desencantado con la política
El martes, 2.922.000 espectadores vieron a Pedro Sánchez contestar las preguntas de unas marionetas con forma de hormiga. El miércoles, 3.079.000 televidentes escucharon los consejos que Julio Iglesias dio a Alberto Núñez Feijóo para encarar su entrevista con Pablo Motos. El jueves, 1.298.000 espectadores atendieron a las respuestas que Yolanda Díaz daba al showman El Gran Wyoming. Los candidatos a las próximas elecciones generales se han lanzado a la arena del horario de máxima audiencia televisiva con el objetivo de conquistar espacios más allá de los reservados tradicionalmente a la política.
El salto de los candidatos al entretenimiento televisivo no es un fenómeno nuevo en España. En las últimas campañas electorales, ha sido habitual ver a los políticos en casa de Bertín Osborne, ser entrevistados por niños en presencia de Ana Rosa Quintana o cambiar pañales y lanzar canastas en El hormiguero. “Es un fenómeno que nació en Estados Unidos a finales de los ochenta y que en Europa tardamos un poco en importar y que conocemos como infoentretenimiento”, explica Óscar Álvarez, presidente de la Asociación de Comunicación Política. “En teoría, son programas que llegan a una audiencia más desinteresada en la política y permiten al político llegar a un público que no encuentra a través de otros canales de comunicación y conectar de una forma más desenfadada que ayuda a ver a la persona detrás del cargo”, añade el experto, que, no obstante, alerta sobre el riesgo que se corre en estos formatos de banalizar asuntos importantes. “En mi opinión profesional, es positivo acudir a estos formatos más desenfadados, pero es determinante la habilidad del político para explicar de forma correcta los asuntos más serios”.
En la campaña que está a punto de comenzar y, especialmente, en los días previos, la agenda de los políticos se llena de citas televisivas. Pedro Piqueras entrevistará la próxima semana en el informativo nocturno de Telecinco a los cuatro principales candidatos a la presidencia. De momento, está confirmado que Ana Rosa Quintana también tendrá en su plató, en diferentes días, a Sánchez, Feijóo y Yolanda Díaz. Un cara a cara entre Sánchez y Feijóo se verá en Atresmedia el 10 de julio.
“La televisión tiene una alta influencia en los resultados políticos y en la aceptación o rechazo de las políticas públicas”, defiende el sociólogo y politólogo Roberto Barbeito. “Los ciudadanos que se exponen a la televisión son muy influenciables por ella. Hay una parte decreciente de la población que sigue muy expuesta a la tele, que además es en general la población que más participa en las elecciones. La televisión no solo influye orientando el sentido del voto, sino movilizando, favoreciendo que la gente vaya o no a votar”, añade. Además, recuerda el experto, esos programas no solo serán vistos por la audiencia directa, también circularán, fragmentados, en las redes sociales y es contenido primordial en la información a la que acceden los usuarios que entran en navegadores y exploradores de internet, ampliando su difusión a otros públicos también alejados de la televisión. “No por no ver la tele uno está ausente del impacto que puedan producir los contenidos televisivos”, incide Barbeito.
Gema Sánchez Medero, profesora de Ciencias Políticas y de la Administración en la Universidad Complutense de Madrid, concuerda: “Los políticos se han dado cuenta de que hay una desafección política importante en la sociedad. La gente que tiene interés por la política va a consumirla sea donde sea, pero la que no tiene interés no va a ir a puntos donde puede informarse de ello. Lo más visto y demandado, alejado de la política, son estos programas de entretenimiento, donde sí vas a llegar a gente que está asqueada del ámbito político”. Y añade: “Así se consigue humanizar a la política, y por eso es una tendencia que ha venido para quedarse”.
En esta campaña, Sánchez ha tomado la delantera en cuanto a su presencia en estos formatos, con un cambio marcado respecto a las últimas elecciones. “Es un cambio en su estrategia. Tiene una mayor presencia, sobre todo en medios no tan afines. Necesita una mayor presencia para intentar recuperar lo que considera que es una parte de su voto perdido o el malestar de la ciudadanía. El desgaste del Gobierno le pasa factura. Mientras, Feijóo tiene una visibilidad más apaciguada porque el PP considera que la sobreexposición puede ser más perjudicial que beneficiosa porque consideran que van por delante y cualquier fallo puede restarle más que sumarle”, analiza Sánchez Medero.
Para Barbeito, la resistencia a los debates de unos y el desprestigio de otros ha llevado a los políticos a apostar más por formatos de entretenimiento en esta campaña: “Estos programas favorecen, más que la argumentación política, la transmisión de mensajes y de actitudes emocionales. En el caso del Gobierno, está haciendo una estrategia de aproximación a los ciudadanos, particularmente en medios hostiles, mostrando mensajes básicos y que suscite el alivio de la acritud de la que podían ser objeto”.
Imanes de audiencia
Con la conquista del entretenimiento por parte de la política no solo ganan los políticos, también los programas. Por un lado, ganan audiencia. Muchos de los programas más vistos de El hormiguero fueron entrevistas a políticos. El intermedio logró con la visita de Pedro Sánchez su programa más visto de la temporada. Lo de Évole logró el pasado domingo casi 1,5 millones de espectadores con la entrevista al presidente del Gobierno. “Además, estos programas ganan en publicidad y repercusión, puesto que las entrevistas son muy replicadas en otros medios, redes, buscadores… Y ganan en influencia, porque se convierten en espacios indispensables de la batalla política y electoral. En este contexto de democracia mediática, o que otros sociólogos como Enrique Gil Calvo denominan democracia de mercado, los medios de comunicación son agentes activos que interpretan o reinterpretan la situación política y contribuyen a marcar la agenda. Son un actor político en sí mismo”, argumenta Barbeito.
“La curiosidad por conocer a la persona detrás del cargo público y la necesidad del político por satisfacer esa curiosidad y conectar representa la banda de intereses de ambos, de los medios y los políticos”, sostiene Óscar Álvarez. “Tenemos programas como MasterChef Celebrity que han llevado a Celia Villalobos. Los políticos, como personajes públicos, gozan de esa aura de curiosidad por ver cómo se desenvuelven en ámbitos fuera de la política”, añade.
Así, en entornos más amables para los políticos, más controlados, más cercanos a un público que, de otra forma, no accedería a sus mensajes, los candidatos, vestidos de forma más informal, incluso con camisa vaquera y pulsera arcoíris, bajan varios escalones para acercarse a los votantes. “Siempre he defendido que la política se siente, que tiene que ver más con la emoción que con la razón”, dice el presidente de la Asociación de Comunicación Política. “Las elecciones las gana aquel partido o candidato que más se parece a la ciudadanía a la que aspira a gobernar en cada momento. Las personas estamos más dispuestas a creer, escuchar y votar a quienes sentimos más cercanos a nuestra forma de entender el mundo”, completa.
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