Hoy ha venido a hablar de política a ‘El hormiguero’...
El programa presentado por Pablo Motos ha acentuado su carga ideológica en los últimos años. Los comentarios de sus tertulias de actualidad saltan a los círculos políticos
Casi 2,3 millones de espectadores vieron cada día, de media, El hormiguero en mayo. El programa de Antena 3 es el más visto de toda la televisión española y tiene una audiencia muy fiel y estable que se mueve entre el 15% y 18% de cuota de pantalla, imbatible desde hace años en su franja de emisión. Su éxito lo convierte en el lugar preferente al que toda persona quiere acudir a hablar de su libro, su película, su disco... o a intentar convencer al ciudadano de que es la mejor opción para gobernar el país. Si se compara con otros espacios de entretenimiento donde tienen cabida temas de actualidad, de diferentes cadenas, horarios y orientaciones ideológicas, El programa de Ana Rosa (Telecinco) no ha llegado al medio millón de espectadores esta semana, El intermedio (La Sexta) ronda los 1,1 millones de seguidores y Todo es mentira (Cuatro) se mueve entre los 500.000 y los 600.000 televidentes.
El 31 de mayo, Pedro Sánchez afirmaba en el Congreso: “Veremos en programas de máxima audiencia a gente que solo se representa a ellos mismos pontificar e insultar sin derecho a réplica. Se van a inventar barbaridades”. Pablo Motos se dio por aludido. Al día siguiente, en la tertulia de actualidad de su programa, tomó el turno de palabra: “Ha hecho una alusión que me parece que nos pilla cerca, o a nosotros o a MasterChef [...]. Por si se refiere a nosotros, yo le renuevo la invitación a nuestro presidente del Gobierno, que no quiso atender la última vez en elecciones, y estaré encantado de recibirle y darle la hora entera para que replique”. Esa misma noche, el director de comunicación del PSOE, Ion Antolín, escribía un hilo de mensajes en Twitter que arrancaba así: “Y las hormigas graciosas se transformaron en escorpiones. De cómo un programa familiar, terminó en un magma de trumpismo en prime time”.
Y las hormigas graciosas se transformaron en escorpiones. De cómo un programa familiar, terminó en un magma de trumpismo en prime time. El de la barba, Juan del Val, dijo que convocar un 23 de julio era "fraude electoral". Y así cada noche. Qué espanto. pic.twitter.com/0UcTaYbuzv
— Ion Antolín Llorente (@ionantolin) June 1, 2023
La cosa venía de atrás. El lunes 29 de mayo, El hormiguero adelantó la tertulia política que celebra cada dos martes con los periodistas Rubén Amón y María Dabán, el escritor Juan del Val y el humorista Miguel Lago, para comentar los resultados de las elecciones autonómicas y municipales. En ella, Del Val describió el adelanto electoral al 23 de julio como “un fraude”: “Ya sabemos que es legal, ya sabemos que obedece a los plazos legales, pero me parece que es pretender alterar un resultado”.
En esa misma tertulia, el cómico Miguel Lago denunció “dos semanas de señalamiento permanente” y “cuatro años de insultos permanentes, de que quien no piense como tú es un machista, un asqueroso, un facha”. Era su respuesta a la denuncia de Podemos contra el programa por sus comentarios sobre Pilar Lima, candidata de Podem en Valencia. Lima presentó una denuncia ante la Fiscalía de Valencia por mofas sobre su sordera y orientación sexual. El lunes 29, y sobre ese mismo asunto, Juan del Val aportó: “El fascismo ha sido la campaña de Podemos y el fascismo no se compra. Aunque tú digas que eres otra cosa, si eres un fascista la gente lo nota. [...] Cuando señalas a un periodista, a un comunicador… estás siendo un fascista”.
La presencia de temas políticos en El hormiguero no es nueva. Son el asunto principal en las habituales visitas de Miguel Ángel Revilla, que ya se ha sentado en la mesa de Pablo Motos en 27 ocasiones. Por esa misma silla han pasado Mariano Rajoy, Felipe González, Pablo Iglesias, Albert Rivera, Soraya Sáenz de Santamaría, Isabel Díaz Ayuso, José Luis Martínez-Almeida, Abel Caballero, Santiago Abascal o Pedro Sánchez. Este último rechazó la invitación para acudir en la campaña de las elecciones generales de 2019, pero sí asistió en 2016 y en otras ocasiones antes de convertirse en presidente del Gobierno. “Desde los inicios del programa han acudido políticos, tanto en época de campaña como en cualquier otro momento”, dice Carmen Ferreiro, directora de Entretenimiento de Atresmedia. “Es el programa más visto de la televisión y al que todos quieren ir porque ofrece una gran visibilidad”, continúa Ferreiro, portavoz consensuada entre cadena y programa para responder a las preguntas de EL PAÍS.
Para Isaac Hernández, consultor político y experto en comunicación política, el objetivo que buscan los políticos asistiendo a los programas del horario de máxima audiencia es “notoriedad en nichos de votantes con los que no contaban”. En cambio, según este especialista, ni cadena ni programa ganan nada al apostar por contenidos políticos en espacios de entretenimiento. “Con la cantidad de desinformación que hay y la politización de la comunicación, como para que ahora también metamos temas políticos en programas que no estaban predestinados a ello. La gente dedica un 5% de su pensamiento en el día a día a temas relacionados con la política. Si me gusta el programa porque es un contenido de ocio y entretenimiento y metes ahí también contenido político, creo que la gente poco a poco lo dejará de ver”, argumenta el experto.
Además de las visitas de políticos de forma ocasional, desde que arrancó la pandemia el programa reforzó la presencia de los asuntos de actualidad a través de las tertulias que, todos los jueves y dos martes al mes, tratan asuntos políticos y sociales y en los que participan desde humoristas hasta Tamara Falcó, hija de Isabel Preysler. Así lo justifica Carmen Ferreiro: “Que un programa diario de máxima audiencia no tuviera presente temas de actualidad sería como vivir en una burbuja y, probablemente, la gente no conectaría con él como sí conectan con El hormiguero. [...] Desde el primer momento, esta novedad fue bien recibida por el público, como demuestran las audiencias, tanto de televisión como su viralidad en redes sociales”.
No opina igual el experto en comunicación política: “La televisión es el medio con mayor autoridad, pero si metemos también estas trifulcas en los programas de prime time, la gente tendrá un desapego todavía mayor del que 9ahora”. Hernández recomienda a los políticos medir muy bien su presencia en los medios, y a los programas les advierte de que, en su opinión, la politización de los espacios de entretenimiento puede ser perjudicial en cuanto a audiencia.
Campaña en vacaciones
En esta ocasión, los candidatos no podrán asistir a este codiciado escaparate durante la campaña electoral, que comienza el 7 de julio, ya que, como confirman desde Atresmedia, El hormiguero tiene previsto terminar su temporada el 3 de julio y comenzar así su parón veraniego a la misma altura que en años anteriores, sin alterar sus planes por el adelanto electoral. En cambio, El intermedio sí se extenderá este año hasta después de las elecciones del 23 de julio. Desde el grupo de comunicación explican que, mientras que el programa de Motos es un formato de entretenimiento puro, el que conduce El Gran Wyoming sí tiene un tinte político que justifica ese alargamiento.
En cuanto a las reacciones que han surgido desde los partidos políticos a los comentarios que se hacen en El hormiguero, Carmen Ferreiro opina que “si no fuera uno de los programas de mayor éxito de la historia de la televisión, probablemente el director de comunicación del PSOE no hubiera hecho ningún comentario. Un programa que lleva tantos años siendo el más visto de la televisión es inevitable que provoque reacciones o que haya quien quiera ganar visibilidad a su costa. Cualquier cosa que se dice sobre El hormiguero o que ocurre en El hormiguero provoca un sinfín de noticias”.
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