Elsa Ruiz, cómica: “La televisión es un mundo demoledor, exprime a su gente”
Tras popularizar un monólogo en el que explicaba cómo es ser mujer trans, se convirtió en una de las colaboradoras originales de ‘Todo es mentira’. Ahora cuenta en sus redes sociales su repentino despido del programa de Risto Mejide y por qué decidió dejar los focos para cuidar su salud mental
Elsa Ruiz (Madrid, 35 años) comenzó su carrera como humorista en escenarios y en YouTube. Se hizo popular explicando que era una chica trans en un monólogo cargado de ironía que saltó primero a Verne (El País) y luego a La resistencia (Movistar Plus+). Así comenzó una carrera en televisión, como colaboradora en las primeras temporadas de Todo es mentira (Cuatro) y, más tarde, en Sobreviviré (MiTele Plus). Pero los mensajes de odio que recibía de forma asidua en internet, junto a la ansiedad y depresión que sufría desde antes de aparecer en pantalla, le hicieron abandonar de golpe los medios en noviembre de 2021 para ingresar en un centro psiquiátrico. Desde hace unos meses, ha regresado de forma paulatina a las redes sociales y también a los escenarios, con el monólogo Transfobia.
A principios de febrero, publicó un vídeo en el que explicaba cómo fue su despedida del programa de Risto Mejide, “en el que había participado desde los pilotos”, recuerda. Ocurrió hace casi tres años. Regresando del plató de Mediaset, recibió una llamada de la dirección diciendo que dejaría de inmediato de participar en el espacio por protocolo covid, aunque comprobó que el resto de los colaboradores seguían acudiendo. Nunca recibió una explicación. “Piensas que no vales, que no tienes ningún talento. No quiero dar pena, lo que quiero es trabajo”, comenta en el vídeo. “Si me das a elegir, prefiero que se me recuerde por otras cosas antes que como la excolaboradora de Risto Mejide”, asegura a este periódico días después, sentada en el chéster de una cafetería madrileña.
Pregunta: ¿Por qué quiso recordar ahora su desaparición de Todo es mentira, después de tanto tiempo?
Respuesta: No quería criticar al programa y a la productora, pero no se hicieron bien las cosas conmigo en el momento de gestionar mi marcha. Contarlo es algo que me debía a mí misma. Quería ser yo quien cerrara esa etapa y hacerlo en mis términos. Lo veo como si fuera una relación en la que me hubieran dejado por teléfono. No lo veo como una venganza. Porque no tengo talento musical como para sacarle a Risto una canción, como si yo fuera Shakira...
P: ¿Siente que la televisión trata mal a sus profesionales?
R: Exprime a la gente. No lo digo como queja, sino como observación. Esto funciona así. Cuando trabajas en ella, tienes que aprovechar mucho el tiempo, porque no sabes cuánto va a durar. El Risto de las primeras temporadas de Todo es mentira, el del personaje creado en Operación Triunfo, jamás haría unas campanadas. Criticaría al Risto actual. Es un mundo demoledor. Que a Ana Morgade, alguien con esa trayectoria tan admirable, le retiren el programa tras una sola emisión, dice mucho de cómo están las cosas.
P: ¿Cómo recuerda su paso por Todo es mentira?
R: Era mi primera experiencia en televisión y para mí supuso mucha presión. Era la nueva entre gente con décadas de experiencia. Me machacaba mucho. Quería medirme en sus mismos términos cuando mis circunstancias eran otras. Sí que sentía solidaridad por parte de algún compañero de mesa. Por parte de otros, no tanto.
P: ¿Por qué decidió parar justo en el momento en el que participaba en Sobreviviré, un programa en el que se sentía a gusto? ¿Fue la presión en redes sociales?
R: Los mensajes de odio en las redes sociales no fueron el motivo, pero sí el desencadenante. Ya tenía problemas de ansiedad y depresión antes de comenzar en televisión, pero en el verano de 2020 sufrí un fuerte acoso en Twitter que me resultó muy duro. No lo había resuelto emocionalmente, estaba con medicación y la psicóloga que veía en ese momento me recomendó que parara y me internara en psiquiatría. Fue duro dejar el mejor trabajo de tu vida, darte cuenta de que no era el momento adecuado para aprovechar esa oportunidad. Aunque sentí mucho cariño de gente, incluso del mundo de la tele que había vivido situaciones similares. Muchos que ya no aparecen en pantalla.
P: ¿Siente una relación de amor-odio con las redes sociales?
R: No. Limitarnos a decir que las redes o la televisión son mundos muy tóxicos es deshumanizar el problema. Son los comportamientos de las personas los que hacen que algo sea tóxico. Las redes sociales son una herramienta nueva que no sabemos gestionar. Ni siquiera las compañías que las han creado saben hacerlo. Faltan protocolos. Pero, para el colectivo LGTBI+, son una ventana a la experiencia personal de gente que pasa por lo mismo y que sigue sin tener mucha presencia en los medios de comunicación tradicionales. Es más fácil compartir su contenido en ellas y hacer comunidad.
P: Ahí ha explicado con naturalidad sus problemas de salud mental.
R: No es nada de lo que avergonzarse. Decidí hablar en mis redes de mi paso por psiquiatría y de mis intentos de suicidio porque a mí me ha ayudado escuchar a gente hablando de sus experiencias. El ejemplo más claro y conocido es el de Ángel Martín. Escuchar a alguien que ha tenido tanto éxito profesional y ver que eso no te inmuniza contra los problemas de salud mental te hace ver que no es un error imperdonable tener flaquezas. De lo que no se habla, no existe.
P: ¿Cómo fue su paso por el centro psiquiátrico en el que estuvo?
R: Me ayudó más la gente que estaba también interna que la gente que debía ayudarme. Y no porque los que trabajaran allí no fueran profesionales. Se notaba la falta de recursos y la falta de personal. Mis familiares llegaron a poner quejas por algunas situaciones que viví allí. Si ya ocurre en las urgencias de la Comunidad de Madrid, todavía más en el área de salud mental, donde cuesta mucho más que lleguen los presupuestos. Los trabajadores sanitarios son de los que más necesitan cuidar su salud mental, por las condiciones en las que trabajan.
P: ¿Cómo fue vivir dos transiciones a la vez, la profesional y la personal?
R: La transición personal fue una liberación. De nuevo, gestioné en mis propios términos algo que no estaba bien y que me incomodaba. Fue complicado, porque la información que me llegaba no cuadraba con mis necesidades. La sociedad nos exige a las personas trans una serie de requisitos para demostrar que somos quienes decimos ser. Es un examen continuo. Con la nueva ley trans sigue siéndolo. Es incompleta.
P: A veces, habla de síndrome del impostor.
R: Cuando dices que eres cómica, a menudo te preguntan cuál es tu trabajo de verdad. Lo mismo nos pasa a las personas trans. Te llegan a preguntar cuál es tu nombre de verdad. Mis genitales de nacimiento no me producen disforia, no siento rechazo por ellos. Y, en ese momento que anuncié mi transición, parecía una condición indispensable para declararse trans. Me ocurrió lo mismo con el hecho de declararme mujer gustándome otras mujeres. Ser trans no perjudica tu salud mental, es la transfobia la que lo hace. Ser trans no es difícil, la sociedad nos lo pone difícil.
P: Desde hace unos meses trabaja como vocal adjunta del distrito de Retiro por Recupera Madrid, grupo mixto de Marta Higueras. ¿Cuál es su labor?
R: He estado movilizando propuestas para que los centros públicos de mi distrito se cumpliese la ley vigente en la Comunidad de Madrid con respecto a educación afectivo-sexual y de identidad de género. A pesar de llevar años aprobada, no se cumplen todos los protocolos, como la formación al personal administrativo en torno a este asunto. Las personas trans dependemos de la buena voluntad de las personas con las que nos encontramos cuando vamos a hacer un trámite burocrático o cuando acudimos a un centro médico o a un centro educativo, porque hay cosas que nadie les ha explicado.
P: ¿Tiene pensado seguir en política?
R: Dejaré Recupera Madrid cuando acabe la legislatura, cuando Marta Higueras no siga en este proyecto. Necesitamos más mujeres y más personas LGTBI+ en política y ella es un referente. Aunque estoy abierta a seguir siendo vocal vecina en otro proyecto. Presenciar las juntas de distrito me ha servido mucho para saber cómo funciona la política española. Se pueden mejorar las cosas empezando por tu propio barrio.
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