Mónica Naranjo surfea con elegancia sobre el Benidorm Fest
La cantante y presentadora me dejó perpleja al defender con elegancia y pasotismo (marca de la casa) el concurso musical donde ganó Blanca Paloma


De Mónica Naranjo dijo Ruphert que se había vuelvo inaguantable con el éxito. Un excompañero de trabajo, sin embargo, me dijo que coincidió con ella en una peluquería de Andorra y que era majísima. José Luis Gil dijo que lo del pelo bicolor fue idea de él y no de Ruphert. Y de todo lo demás que se haya podido decir de Mónica, ya no me acuerdo.
El pasado sábado la Naranjo me dejó perpleja al defender con elegancia y pasotismo (marca de la casa) esa pintoresca selección de espantajos musicales con barniz underground y canciones ramplonas, pero no por ello pegadizas. Ganó, ya lo saben, Blanca Paloma, que es como Rosalía con María Pagés, pero sin Rosalía y sin María Pagés. Y por segundo año consecutivo, Benidorm Fest ha sido un éxito, que de eso se trata. Lo importante aquí es Mónica Naranjo y su papel de cariátide. Cuando Mónica presentó la gloriosa primera temporada de La isla de las tentaciones convirtió el programa en una experiencia onírica en la que ella hacía como que escuchaba aquellos dramas que se notaba le daban totalmente igual. Ella es capaz de mostrar un zurullo a cámara y requebrarlo como si fuera el Gernika. Y en el Benidorm Fest sonreía ausente mientras el resto de presencias esgrimía sus “superguay”, “superfuerte”, “superdiverso”. En qué estaría pensando Mónica para distraerse.
Es llamativo que una voz como la suya quede relegada a presentar y comentar astracanadas sin cuento. Establecería una analogía con Mayra Gómez Kemp, que también fue cantante antes que presentadora, pero es que Mayra presentaba el Un, dos, tres y a Mónica le ha tocado una época fabulosa para la ficción televisiva, pero un tiempo decadente para los programas de entretenimiento. No hablaré de ella hasta su próximo proyecto, pero no olviden que cogió una horterada como el Vivir así es morir de amor, de Camilo Sesto, y lo versionó como si fuera la canción más importante del mundo.
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