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‘TPMP’: el programa de entretenimiento que marca la agenda en Francia

Cyril Hanouna, estrella del ‘talk-show’ vespertino galo, conecta con las clases populares e influye en la política. Y aparece en la última novela de Houellebecq

Cyril Hanouna (derecha), ante dos invitados del debate televisivo 'TPTM'.
Cyril Hanouna (derecha), ante dos invitados del debate televisivo 'TPTM'.Canal Plus
Marc Bassets

Antes ser una figura de la televisión francesa, Cyril Hanouna (París, 47 años) fue un loco de la televisión, una de esas personas que se lo tragan todo y que conocen al dedillo los programas y las vicisitudes de sus protagonistas. Hanouna, entre los veinte y los treinta años, no tenía un sueldo fijo, iba de práctica en práctica y de trabajillo en trabajillo, vivía en casa de sus padres y pasaba buena parte del día en el sofá ante la pantalla. Después comentaba la jugada con los amigos que habían visto los mismos programas. Criticaban a los presentadores y se echaban unas risas. Ahí tuvo la iluminación.

“Me dije a mí mismo: ‘Quizá sea esto lo que haya que hacer en la tele”, contaría, años después, convertido ya en una celebridad, durante un encuentro con un grupo de corresponsales en la sede de su productora, H20, en Boulogne-Billancourt, en las afueras de París. “Al principio, esta era la idea del programa. Como si te encontrases con un amigo y preguntases: ‘¿Qué viste anoche?”.

Así nació en 2010 Touche pas à mon poste, conocido como TPMP, el programa que, a los 34 años, sirvió a Hanouna para enderezar definitivamente su vida profesional y que pronto lo consagró como uno de los referentes de la televisión francesa. Primero en la pública. Y, desde 2012, en la privada C8, integrada en la multinacional Vivendi del magnate conservador Vincent Bolloré. La fórmula es sencilla. Una tertulia de casi dos horas, ocho invitados fijos, temas que van desde curiosidades vistas en otros programas de televisión a cuestiones sociales, cotilleos sobre famosos, consejos de salud, gansadas a diestro y siniestro. Y todo esto, con jerga juvenil y tono desenfadado, como una pandilla de amigos. Hanouna, en el papel del hermano mayor, a veces modera, otra espolea la polémica. Es la estrella.

TPMP, que se emite de lunes a jueves a partir de las 19.10 horas, podría ser un talk-show más. Con una audiencia superior al millón de telespectadores diarios, ni siquiera es el primero en esta franja: suele superarle el más sofisticado Le Quotidien, en la cadena TMC, filial de la privada TF1. Pero tiene algo de lo que carece la competencia. Un público predominantemente joven y de las clases populares, según se desprende de un sondeo del instituto Ifop publicado en 2021. Y un público que, según el sondeo, congrega en una proporción notable a votantes de la extrema derecha de Marine Le Pen y de la izquierda populista de Jean-Luc Mélenchon.

A Hanouna, gracias a la habilidad para dirigirse a los jóvenes y a las clases populares, le distingue otra cosa: la influencia política. En el invierno de 2018 y 2019, TPMP se convirtió en uno los escenarios mediáticos de la revuelta de los chalecos amarillos, las clases medias empobrecidas de la Francia de provincias que protestaban contra las élites de París y contra el presidente Emmanuel Macron. “Vinieron”, contó en aquella época, “y me dijeron: ‘Lo pasamos mal, nadie nos quiere das la palabra, hemos pensado en ti, Cyril. ¿Podemos tener un espacio en tu casa?”.

Cyril les acogió y les dio la palabra. En paralelo, según explicó en el citado encuentro con corresponsales, el Gobierno le pidió que, puesto que mantenía tan buena relación con los indomables chalecos, ejerciese de mediador. Dicho y hecho. El resultado fue un gran debate sobre los problemas de la nación, moderado por él y por la entonces secretaria de Estado de Igualdad, Marlène Schiappa. El propio Macron empezó a consultar a Hanouna con regularidad. Veía en él un sensor con una Francia con la que él no lograba conectar. “¿Cómo ves las cosas?”, le preguntaba el presidente al showman.

Una de las multitudinarias tertulias de TPTM moderadas por Cyril Hanouna.
Una de las multitudinarias tertulias de TPTM moderadas por Cyril Hanouna.Canal Plus

Hanouna es hijo de una familia de judíos tunecinos de clase media que inmigraron a Francia a finales de los años 60. El padre, médico; la madre, gerente de una tienda de ropa. Él controla todos los códigos: el de la burguesía y el de la banlieue. Su aspecto —barba tuneada, elegancia de barriada— le ayuda: suena espontáneo, real, como si se mostrase tal cual, sin guion. Se hace llamar Baba (pronúnciese Babá), se dirige a sus contertulios como “chéris” (queridos) y llama a sus seguidores “fanzouzes” (derivado de fans). Baba sabe hablar a los fanzouzes con el lenguaje de la Francia de provincias —la de los chalecos amarillos— y el del extrarradio multicultural. Pero también domina el lenguaje del poder. Su mejor amigo, dijo en 2021 a Le Monde, es Yannick Bolloré, hijo de Vincent Bolloré, a quien, desde la izquierda y el macronismo, se le reprocha haber impulsado, en su cadena CNews, a Éric Zemmour, candidato de la extrema derecha en las últimas elecciones presidenciales.

Inspiración para la literatura

En su última novela, Aniquilación, el escritor Michel Houellebecq imagina a un candidato presidencial llamado Benjamin Sarfati (o Ben, o Big Ben), quien “salía de las zonas más bajas del entretenimiento audiovisual”. Una especie de Beppe Grillo a la francesa. O de Hanouna. Aunque Sarfati es y no es Hanouna. Porque en el libro su ascenso se beneficia de la imaginaria caída, precisamente, de Hanouna. Fantasea Houellebecq: “Paul [protagonista de la novela] no recordaba bien si [Hanouna] había sido acusado de exhibicionismo, de acoso sexual o directamente de violación, el caso es que había estallado en pleno vuelo”.

No es fácil definir la ideología de Hanouna y de TPMP, en caso de tener alguna. El nombre del programa se inspira en el lema de SOS Racismo: “Touche pas à mon pote” (No toques a mi amigo). En vez de “pote” (amigo), él dice “poste” (televisor). Baba se declara próximo del izquierdista Mélenchon, a quien ha invitado varias veces a su programa, pero también de Macron. No se casa con nadie. O se casa con todos. En el programa ha dado el micrófono a ultraderechistas y conspiracionistas, y en 2017 el CSA, la autoridad audiovisual, condenó a la cadena a una multa de tres millones de euros por una broma homófoba. En la última campaña, organizó varios debates entre candidatos. Su nombre llegó a sonar como moderador del debate final entre Macron y Le Pen antes de la segunda vuelta. ¿Y si un día saltase directamente a la arena? ¿Hanouna en el Elíseo, tal como imagina Houellebecq?

Cuando en 2019 se lo preguntamos, su respuesta fue clara: “No”. Y añadió: “Si puedo ayudar a trasmitir mensajes seguiré siendo un mediador. Pero, ¿yo líder? No, en absoluto”.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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