Muere la actriz Nichelle Nichols, la teniente Uhura de ‘Star Trek’: Adiós con un beso
La intérprete llevó con honores la responsabilidad de ser espejo para muchos afroamericanos. De Martin Luther King a Whoopi Goldberg
La dualidad onda/corpúsculo de la luz mantuvo a los físicos entretenidos durante varios siglos. De forma parecida, hoy debaten los que creen que el valor de la ficción reside en su capacidad para ser un espejo y quienes la entienden como una puerta. Fran Lebowitz es de los segundos. “Que un libro te atrape, ese es mi deseo. Puede venir de mi infancia, yo descubrí el mundo en una biblioteca. Es lo opuesto a como se enseña a leer ahora. La gente se pregunta ‘¿Qué puedes aprender de tu propia vida en esta libro? (…) Creo que es una manera nefasta de acercarse a la ficción. Un libro no es un espejo, es una puerta”.
Nichelle Nichols murió el sábado (domingo hora española) después de una vida larga y próspera. Su teniente Uhura en la Star Trek original (1966-1969) fue uno de los primeros personajes afroamericanos en la televisión fuera del estereotipo. Whoopi Goldberg lo recuerda: “Cuando tenía nueve años se estrenó Star Trek. La vi y corrí gritando por toda la casa: ‘¡Mamá, ven aquí! ¡Todos, venid rápido! ¡Hay una mujer negra en la tele y no es una sirvienta!’”. Tras la primera temporada, Nichols quiso marcharse a Broadway y fue Martin Luther King quien la convenció para que se quedara a bordo de la Enterprise: “Es la primera vez que somos vistos en televisión como deberíamos ser vistos a diario”. Vistos y besados. En la última temporada, Uhura y Kirk se besaban —uno de los primeros besos interraciales de la tele norteamericana— en una trama que ni siquiera era romántica. La NBC, asustada por las previsibles reacciones sureñas, encargó dos secuencias, una con beso y otra sin beso. Nichols y Shatner fallaron a propósito todas las tomas sin. Y su labor en pro de la inclusión no se limitó a la ficción: a partir de 1977 empezó a colaborar con la NASA para atraer a mujeres y minorías para formarse como astronautas.
La mecánica cuántica acabó resolviendo de manera salomónica la dualidad onda/corpúsculo: las partículas pueden comportarse como ondas y viceversa. En la ficción pasa lo mismo, un espejo también puede ser una puerta. La que abrió Nichols, por suerte, no se cierra con ella.
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