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Mahmood, representante de Italia en Eurovisión: “A veces tengo miedo de despertarme y no tener nada que decir”

El músico italiano, uno de los favoritos para ganar el festival con ‘Brividi’, que escribió y canta con Blanco, repasa su ascenso meteórico en una atribulada entrevista

El cantante Mahmood el pasado 5 de mayo.
El cantante Mahmood el pasado 5 de mayo.Álvaro García
Tommaso Koch

Mucho antes de sus canciones, Alessandro Mahmoud se hizo conocido por su cappuccino. Para mal, al principio: él mismo admitió que preparaba un brebaje espantoso. Terminó, sin embargo, como el camarero más hábil de todo el bar, “el rey”, como contó alguna vez. En 2013, un año después de que la música le hubiera destronado de su sueño, con la eliminación en el programa televisivo X-Factor, el chico logró coronarse entre tazas. Aunque, en el fondo, el cappuccino le había enseñado a no rendirse. Y menos con 21 años. Así, en 2015, ganó un concurso que daba acceso a una sección paralela del festival de Sanremo. Y, en cuanto puso pie en el escenario, no lo volvió a quitar. Hasta hoy. Nada detiene su ascenso. Y ninguna etiqueta encierra un estilo tanto musical como estético inclasificable. Es, simplemente, el suyo. Este sábado representa a Italia en la final de Eurovisión con la balada Brividi (Escalofríos), escrita y cantada junto con Blanco.

“He estudiado desde que tengo 10 años. Pero entendí que podía vivir de mi voz solo desde que sucedió. Estoy cada vez más convencido de que la música es lo que se me da mejor. Seguramente en los últimos cuatro años ha cambiado casi todo”, terciaba Mahmood en Madrid, hace una semana. Para empezar, su nombre artístico, mezcla de su apellido y la palabra inglesa mood (estado de ánimo). Pero, sobre todo, su carrera. En febrero de 2019 dio su primer concierto y lanzó su álbum de debut, Gioventú bruciata (Juventud quemada). Poco después, ganó por sorpresa el festival de Sanremo, con Soldi (Dinero), que le llevó también hasta el segundo puesto en Eurovisión ese año. Llegaron millones de escuchas online, miles de discos vendidos, la fama. Y, hace pocos meses, siguieron el álbum Ghettolimpo, una segunda victoria en Sanremo con Brividi, una gira internacional que ha llenado la parisiense sala Bataclan o la But de Madrid, y el regreso a Eurovisión, esta vez entre los favoritos.

Una rueda tan imparable que ni el propio Mahmood logra frenarla. ¿Un día a día de éxito, dinero y celebraciones no supone también un abismo? “Hace meses que no veo una fiesta, solo camas grandes de hotel. Ya me gustaría el abismo de vez en cuando”, bromea el artista. Y, serio, afirma: “Con el tiempo se aprende a gestionarlo mejor, logras encontrar algo de espacio para ti mismo, los amigos y la familia y eso ayuda. Si estás demasiado tiempo dentro de la vorágine, corres el riesgo de perder el contacto con la realidad”. Porque, hoy en día, le sigue un equipo de una decena de personas, puede lucir en sus shows ropa que viaja miles de kilómetros solo para que la vista y un cartel, durante su actuación en la sala But la semana pasada, desvelaba que Amazon Prime Video la estaba filmando. Se quedó tanta gente fuera del concierto, además, que ya se está negociando su regreso a Madrid y Barcelona, en otoño, en espacios más grandes.

Criado por su madre —en Soldi Mahmood canta cómo su padre se marchó y la pésima relación entre ambos, hoy algo reconducida—, el músico relata que ella le ayuda a no perderse: “Debes recordar de dónde vienes y todo se reajusta. Cuentan los principios, y me los ha enseñado muy bien. La educación es uno de los valores fijos en mi cabeza. Siempre tienes que ponerte en el mismo nivel de quién tengas delante, no pensar nunca que tus problemas valgan más”. Lo dice, eso sí, en una entrevista que empezó 40 minutos tarde. El artista no se presentó a la prueba de sonido de su concierto madrileño, y hubo que trasladarse a su hotel. A la barrera de sus gafas de sol, que mantuvo durante todo el encuentro y la sesión fotográfica, sumó cierta desgana. Tanto que su mánager adujo el extremo cansancio del músico y ofreció una segunda charla, telefónica, días después. Sin embargo, no se produjo.

Eurovision 2022
Los cantantes Blanco y Mahmood celebran su victoria en el festival de San Remo, el pasado 5 de febrero.ETTORE FERRARI (EFE)

Y eso que el artista asegura adorar España. Como prueba, las exquisiteces gastronómicas que cita o su admiración por Rosalía. Aunque, sobre todo, la versión en castellano de Soldi, las palabras españolas sueltas en varios temas y títulos de canciones como Barrio o Dorado. Durante el concierto en Madrid, Mahmood se manejó en varios momentos en castellano, para entusiasmo de los fans locales.

Junto con el éxito, eso sí, también han aumentado visibilidad, presiones y cuestionamientos. “¿La canción italiana más bella?”, se preguntó retóricamente en Twitter Matteo Salvini ante la victoria de Soldi en 2019. Tal vez el líder de la derechista Liga hablara solo de gustos musicales. Para muchos, sin embargo, la piel oscura de Mahmood, su raíz africana y un estilo de ropa muy lejos del canon masculino incidieron más en el juicio del político conservador. La prensa también se dejó llevar por los estereotipos: se le ha considerado “medio egipcio” —nació en Milán, de madre de Cerdeña y padre egipcio— y se le ha preguntado si respeta el ramadán, a lo que tuvo que contestar que no es musulmán. Y, una y otra vez, se le ha inquirido por su orientación sexual. Porque dos chicos que lucen faldas o camisas transparentes en prime time, muestran química en el escenario y tienen como ritual un beso en la mejilla antes de actuar —como contó Blanco— para algunos suponen todavía una rareza. “Para mí es importante que sea normal. Nada más. Que se vea de cualquier otra forma puede volverse un poco peligroso para la sociedad”, defiende él.

Ambos han explicado varias veces que Brividi es un himno al amor, sin más etiquetas. Así, en el videoclip, Blanco vive un idilio con una mujer y Mahmood con un hombre. Cuesta creer, en todo caso, que tanta conexión surgió por azar. Porque ambos músicos se conocieron en la oficina de un productor. Compusieron juntos el estribillo. Y, luego, cada uno realizó su parte por separado. Pese a la distancia, todo encaja en un relato coherente, íntimo y a la vez universal. “Creo que tanta gente se puede reconocer en esta canción porque no es ni solo mi punto de vista, ni el suyo, sino la mezcla de dos generaciones [Blanco tiene 19 años]”, sostiene Mahmood. El tema incluye, además, una frase que resume décadas de problemas de la masculinidad —”No sé decir lo que siento, es uno de mis límites”—, con la que el músico se siente identificado: “A veces me cuesta expresar mis emociones, puedo ser frío y hacer daño, tanto a los demás como a mí mismo”. Desde que su exposición se ha disparado, de hecho, se muestra más cuidadoso: “Pero solo en entrevistas y redes sociales. En la vida hago lo que me dé la gana”.

En la música, en el fondo, también. Porque, igual que otras estrellas jóvenes como Rosalía o C. Tangana, el estilo de Mahmood es distinto, innovador. Rap, hip-hop, baladas, R&B, frases en el idioma de Cerdeña y mucho más. A veces, incluso dentro de la misma canción. Él alguna vez lo ha definido como “pop marroquí”. Pero ahora emplea la palabra “libre” y agrega: “Nunca pienso en qué género estoy haciendo”. “Ghettolimpo ha sido casi una terapia, un desahogo. He intentado unir a mis raíces, como la mitología, con problemas como el paso a una dimensión social”, explica. Tanto que la portada del disco le muestra como Narciso, observando en el agua una versión oscura de sí mismo.

En sus letras, en realidad, Mahmood ya expone todos sus fallos. “No pongo límites a lo que pueda contar, si no se volvería aburrido. No intento mostrarme más guapo o simpático en mis temas, sino decir lo que hay. Si cantara falsedades, me sentiría ridículo”, argumenta. Confiesa que también ha logrado reducir su “ansiedad” al subirse al escenario, y que se busca defectos a posteriori, en los vídeos que encuentra de sus conciertos. Aunque rechaza citar uno, así como alguna virtud. Sí comparte un temor: “A veces tengo miedo de despertarme y no tener nada que decir”. De momento, sucede lo contrario: el sábado, le escuchará media Europa.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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