Preguntas y respuestas sobre el Benidorm Fest. ¿En qué ha quedado el eurodrama?
RTVE ya ha hecho públicas las votaciones profesionales, despejando las teorías más radicales en torno a la transparencia del certamen. Pero quedan cuestiones por resolver
“El festival que quieres. El que tú quieres”. Insistiendo. Así se presentaba el nuevo Festival de la Canción de Benidorm, rebautizado en clave pop como Benidorm Fest, con la misión de devolver la ilusión, la dignidad y el triunfo a la candidatura española en Eurovisión. El pasado septiembre, la delegación y el comité de selección, ambos recién renovados, repetían el mantra de que “España quiere ganar Eurovisión”. El primer paso era involucrar sentimentalmente a una audiencia que, de unos años a esta parte, se ha ido desencantando con la participación española en Eurovisión. Después, llegó la victoria de Chanel el sábado, la polémica consiguiente y las posteriores explicaciones del ente público sobre el sistema de votos. Quedan, sin embargo, una serie de preguntas por responder.
La final del sábado fue seguida por tres millones de espectadores, un 21% de la cuota, que duplicaba al segundo programa más visto de la noche y la convierte en la emisión más exitosa de TVE en lo que va de año. En Galicia la audiencia rozó al 50% gracias a la participación del trío folk Tanxugueiras, cuya canción, Terra, se había convertido en un movimiento sociocultural y en la favorita indiscutible del público. España volvía a ilusionarse con Eurovisión.
Una semana después, Comisiones Obreras está pidiendo transparencia en torno al proceso de selección y que se anule la victoria de Chanel con SloMo si las explicaciones de los organizadores de RTVE no son satisfactorias. Además, dos grupos parlamentarios han solicitado la comparecencia de la comisión de RTVE en el Congreso y las redes sociales se han llenado de discusiones políticas, rumores e insultos que han llevado a Chanel a cerrar sus redes sociales. Mientras tanto, el silencio de RTVE, que tardó cuatro días en publicar los votos del jurado profesional que hundieron a Tanxugueiras facilitando la victoria de Chanel, generaba todo tipo de preguntas. ¿Hubo manipulación de los votos? ¿Existe un conflicto de intereses en la delegación? Y sobre todo, ¿qué gana RTVE enviando a Chanel?
¿Cómo fue la votación que dio la victoria a Chanel?
La puntuación final del Benidorm Fest dependía en un 50% del jurado, compuesto por cinco personas, en un 25% del público y en un 25% de un “jurado demoscópico” que consistía en, según repitió Alaska durante la gala, “350 personas seleccionadas cuidadosamente”. En el jurado profesional, Felix Bergsson (jefe de la delegación de Islandia en Eurovisión), Marvin Dietmann (escenógrafo), Natalia Calderón (cantante), Estefanía García (coordinadora de la Orquesta y Coro de RTVE) y Miryam Benedited (coreógrafa) consideraron que las gallegas habían sido la quinta mejor actuación, empatada en puntos con la sexta, de un total de siete artistas. Aun así, gracias a la puntuación máxima que recibieron tanto del público como del jurado demoscópico, Tanxugueiras quedaron terceras a solo seis puntos de la victoria. Las alarmas saltaron cuando el presentador de la gala Máximo Huerta desveló que él era el primer sorprendido: “Los dos miembros internacionales del jurado estaban emocionados con Tanxugueiras, pero si los demás las votan bajo...”.
La máxima puntuación que cada jurado podía dar era 12 puntos y la mínima, 2. Los eurofán teorizaban que los 30 puntos de Tanxugueiras eran el resultado de 12 + 12 de los dos jurados internacionales y 2 + 2 + 2 de las tres españolas, Calderón, García y Benedited, las tres ligadas profesionalmente a RTVE.
Antes de la primera semifinal, las propuestas favoritas eran las de Rigoberta Bandini (Ay mamá), Tanxugueiras (Terra) y Rayden (La calle de la llorería). La actuación de Chanel llamó la atención por su impecable puesta en escena, pero no fue hasta el voto entusiasta del jurado cuando las redes sociales empezaron a hablar de que SloMo era la predilecta de la organización. Solo eso explicaba que puntuasen tan bajo Terra, su principal competencia y la favorita del público.
Paloma Del Río, histórica periodista de TVE, resumió la sensación de desilusión de la audiencia ante un proceso de selección cuestionable: “Jurado demoscópico: 350 personas. Jurado popular: ni se sabe el número de llamadas. Jurado técnico: cinco personas. Y estas cinco personas condicionan lo que los otros dos jurados han decidido. El festival que ‘ellos’ quieren”.
Jurado Demoscópico: 350 personas
— palomadelrioTV (@PalomadelrioTVE) January 29, 2022
Jurado popular: ni se sabe el número de llamadas
Jurado Técnico: 5 personas
Y éstas 5 personas condicionan lo que los otros dos jurados han decidido.
El festival que "ellos" quieren#BenidormFest
Estas dudas llevaron a Galicia en Común (GEC), a BNG y al sindicato de CCOO en RTVE a solicitar que se publicasen las actas del jurado, algo que, en principio, RTVE no tenía previsto hacer. “El ente público debe garantizar un concurso con total transparencia”, resumía el diputado de GEC Antón Gómez Reino. Por otra parte, si RTVE tenía clara su ganadora y los 192.000 votos del público resultaban irrelevantes, el coste de esos votos (dos euros por SMS y 1,45 por llamada) y el destino del medio millón de euros que generaron resultarían cuestionables.
Parte del público siente estupor ante lo que consideran una muestra del poder de las altas esferas operando con total descaro. Un festival del pueblo, pero sin el pueblo. El lingüista Josu Gómez publicó el domingo un hilo en Twitter en el que comparaba la desilusión de la audiencia del Benidorm Fest con la progresiva pérdida de confianza de la ciudadanía en las instituciones. “El resultado socava nuevamente la confianza por intereses comerciales. Y lleva a mucha gente a pensar: ‘Si hacen esto con una tontería como Eurovisión, ¿qué no harán con las decisiones de verdad importantes?”.
Mi último tuit sobre el tema. Esto de Eurovisión es más que "Jo, no ha salido la canción que yo quería": es el último clavo en el ataud de la confianza de los españoles en las instituciones. (sigo)
— Josu Gómez (@Eleder_) January 30, 2022
Finalmente, el miércoles RTVE convocó una rueda de prensa en la que María Eizaguirre hizo públicas las votaciones. Sin desvelar el nombre de cada jurado dadas las amenazas de muerte que, según contó la directora de comunicación, han llegado a recibir algunos de ellos, el gráfico mostraba que Terra recibió un 10, dos 7, un 4 y un 2, mientras que tres de los jurados votaron con un 12 a SloMo . El voto demoscópico resultó asombrosamente igualado: las ocho candidatas estaban entre el 10% y el 15%. La revelación más llamativa era la desproporcionada victoria de Tanxugueiras en el voto del público: un 70,75%. Las seguían Bandini con un 18,08% y Chanel con un 3,97%.
Esta distancia llevó a muchos eurofanes a pedir que, en sucesivas ediciones del BenidormFest, se repartan los votos populares tal y como ocurre en el Melodifestivalen. Este certamen, del que sale la representante de Suecia, es el espejo en el que se miran todos los demás procesos de selección. El jurado allí está compuesto por al menos 12 miembros y ninguno de ellos es sueco para garantizar objetividad. Además, el voto del público se reparte de manera proporcional. En España a Tanxugueiras no les sirvió de nada arrasar en votos populares: tenían 17 veces más que Chanel, una diferencia que se tradujo en 12 puntos para las gallegas y 8 para la cubana. En otros países, como Suecia, ese reparto se da de manera porcentual: hay 300 puntos de televoto y si un candidato recibe la mitad de los votos le dan 150 puntos, si el tercero recibe el 10% le dan 30.
¿Qué interés puede tener RTVE en enviar a Chanel?
Este año, por primera vez, los rendimientos económicos de la canción representante de España en Eurovisión irán en su totalidad para sus autores. Entre 1992 y 2021, los derechos de autor se repartían al 50% con RTVE. El objetivo de este cambio era ayudar al talento nacional, pero el dinero de SloMo se va a repartir por tres continentes.
Mientras que Bandini o Tanxugueiras eran las compositoras e intérpretes de sus canciones y presentaron ante el comité una candidatura completa y cerrada, SloMo es un producto de laboratorio. Su autor original es Leroy Sánchez, quien también compuso la representante española de 2021, Voy a quedarme. El tema se le presentó a la discográfica BMG, que accedió a invertir 20.000 euros, según informa Bluper, para producirla puliendo arreglos, reforzando la fórmula y contratando a un coreógrafo con experiencia con Britney Spears, Jennifer López o Ariana Grande para presentar una puesta en escena potente y lista para ir a Turín. Para ello se recurrió al brasileño Ibere Fortes, la canadiense Maggie Szabo, el británico Keith Harris y el holandés Arjen Thonen. Todos aparecen acreditados como compositores de SloMo junto a Leroy Sánchez. Ahora solo faltaba una cantante que la supiese vender.
Chanel Terrero nació en Cuba en 1991, pero vive en Barcelona desde pequeña. Ha centrado su carrera en la interpretación y el baile (trabajó ocho años en Tu cara me suena junto a Miryam Benedited), pero SloMo es su primera canción. “El proceso fue muy rápido”, contaba la cantante. “Me llamó Tony Sánchez-Ohlsson, le gustaba mi rollo porque me había visto en musicales y me dijo que la canción me pegaba mucho”. Sánchez-Olson es un viejo conocido de Eurovisión. En 2007 compuso la canción representante española, I Love You Mi Vida de D’Nash; repitió en 2012 con Quédate conmigo de Pastora Soler y en 2015 con Amanecer de Edurne, y se quedó a las puertas en 2014 con Más de Brequette y en 2017 con Contigo de Mirela. Este año ha ejercido como asesor del comité de selección junto a Zahara y J Cruz. Con su criterio musical diverso (un experto en Eurovisión, una cantautora, un compositor urbano), ellos tres se encargaron de ayudar al comité a filtrar, de entre las 800 canciones que se presentaron, las candidatas más dignas. Hasta quedarse en 14 semifinalistas.
Entre esas 14, había dos de Leroy Sánchez, SloMo y Make You Stay de Sara Deop. Tony Sánchez-Ohlsson fue el único de los tres asesores que asistió al Benidorm Fest. Ni Zahara ni J Cruz se han involucrado tanto como él en la preselección. Uno de sus colaboradores habituales, el sueco Thomas G:Son, consiguió meter una canción entre las 14 semifinalistas, Eco de Xeinn. En una entrevista con El Periódico, Chanel incluso se refirió a Sánchez-Ohlsson como uno de los compositores de SloMo (algo que infringe las normas). Esto puede deberse a un lapsus por parte de la cantante o a que ni siquiera ella está al corriente de la fórmula que se ha aplicado para su candidatura.
Una impresión generalizada entre los eurofanes es que un producto empaquetado es más fácil de gestionar que una artista independiente. “Chanel viene incluida en el proyecto”, apunta el periodista y eurofán Quique de la Serna. “Le han dado la canción, le han dicho cómo bailar y qué puesta en escena llevará. No es una guerrera, no intentará tener la sartén por el mango como Barei, que era productora y compositora y tuvo líos con Federico Llano y Toñi Prieto [la anterior delegación]”. En el pasado, representantes como Pastora Soler, Ruth Lorenzo o Soraya Arnelas también tuvieron discrepancias con la delegación respecto a su puesta en escena.
¿Eran mejores propuestas Rigoberta Bandini y Tanxugueiras?
Aunque el consenso es imposible, la impresión generalizada parece coincidir en que SloMo es una propuesta sólida, ambiciosa y profesional pero también genérica, impersonal y poco representativa de la cultura española. En ese sentido, tanto Ay mamá como Terra aportan más sustancia. Esta última además habría marcado el hito de ser la primera canción representante de España en un idioma distinto al castellano. Las propuestas de Bandini y Tanxugueiras fueron adquiriendo la textura de fenómeno social a lo largo de la semana pasada. Recibieron apoyos por parte de artistas (Mónica Naranjo), políticos (Yolanda Díaz) o periodistas (Jose Antonio Zarzalejos). Ahora mismo Ay mamá es la segunda canción más escuchada del país en Spotify y Terra la sexta. SloMo sube hasta el puesto 14. Pero internacionalmente, SloMo ha escalado hasta el número 3 de canciones más virales a nivel mundial mientras que Ay mamá está en el 10 y Terra en el 12.
El crítico musical Fernando Neira describe la propuesta de Chanel como “un artefacto bailable de laboratorio que puede representar bien a España o a Bosnia, porque no representa a nada ni a nadie, no tiene valores identitarios en lo musical ni argumentales en lo lírico, es un spanglish ramplón. Está estupenda para bailar en las discotecas en verano, porque está construida con escuadra y cartabón. Este país es riquísimo musicalmente y en SloMo no hay ni un miligramo de identidad propia”.
¿Es posible que haya un año sin eurodrama?
En los últimos años ha habido dos constantes en la candidatura española para Eurovisión: su proceso de selección decepciona al público y la canción queda en los últimos puestos. Desde la derrota de La revolución sexual de La Casa Azul ante Rodolfo Chikilicuatre, resultado de un troleo organizado por parte de la web Forocoches para reírse del festival, hasta la “mano negra” que según Melody llevó a los Vivancos a abandonarla a última hora facilitando la elección de Soraya, parece imposible tener una preselección tranquila. Por eso en varias ocasiones TVE ha preferido elegir a su representante a dedo y ahorrarse preocupaciones.
¿Pero eso ocurre en todos los países o solo es cosa nuestra? Las televisiones nórdicas tienden ser más transparentes en sus mecanismos mientras que la estrategia de RTVE se parece más a la del bloque del Este: Rusia, Serbia o Albania han enviado a menudo canciones que no eran favoritas del público y sí del jurado y la delegación.
La impresión general entre el público es que España lleva décadas yendo a Eurovisión con cierto complejo de inferioridad: que si nos tienen manía, que si todo es politiqueo, que si mandamos canciones mediocres a propósito. Sin embargo, cada año el público vuelve a ilusionarse porque muy en el fondo a la mayoría de los españoles les gustaría ver a España ganando Eurovisión al menos una vez en su vida. “Eurovisión es como una botella de champán que solo abres una vez al año”, compara De la Serna, “a veces la abres y brindas y otras la abres y el tapón te da en toda la cara. Despierta un fanatismo equiparable al fútbol, porque mezcla alegría con adrenalina, con pasión y con política. Y eso lleva a actitudes extremistas. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los eurofanes no han sentido ese lolololo con un equipo de fútbol. Eurovisión es la Champions de mucha gente”.
Puedes seguir EL PAÍS TELEVISIÓN en Twitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.