Ramón García: “Estoy deseando que sea ya 7 de enero”
El mítico Ramontxu canta las Campanadas con Ibai Llanos. El rey de la Navidad de la tele y el de Twitch alían medios y generaciones en el año más difícil de García tras la muerte de su madre y su divorcio
Ramón García, Ramontxu para cuatro generaciones de espectadores que han crecido o envejecido viendo sus programas de entretenimiento, cita en su camerino de Televisión Castilla-La Mancha, a donde llega cada día, de lunes a viernes, conduciendo desde Madrid. “En cinco años llevo 250.000 kilómetros a la chepa”, pero compensa, dice de su trabajo al frente de En compañía, el programa que presenta, al que acuden personas mayores solas en busca de pareja o del calor humano que tanto añoran. García, el amable y cómplice Celestino que les recibe, ríe, llora y se emociona tanto o más que ellos. Helo aquí, ahora, en ropa de calle y zapatillas, dispuesto a conceder esta entrevista sin capa, coraza ni reservas. Esta Nochevieja dará las Campanadas con Ibai Llanos, el hombre de moda en las redes, en una especie de conjunción astral entre generaciones y medios de comunicación. Empecemos por el principio.
¿Quién llamó a quién?
Yo a él. Vi la que armó el año pasado dando las Campanadas en Twitch desde su casa, con cuatro amigos, congregando a más de medio millón de personas y me fascinó el fenómeno. Alguna vez había oído que él era fan de Grand Prix. Ibai es uno de mis niños, igual que yo fui un niño de Miliki. Así que le llamé, se me puso al teléfono y todo ha ido rodado para darlas juntos. Y luego funcionó la conexión vasca: los dos somos de Bilbao, eso ayuda.
Hay quien niega que Ibai sea un comunicador de masas.
Por miedo y envidia. Son negacionistas de una realidad: Ibai es un comunicador excelente. No es el futuro, sino el presente. Siempre me ha gustado ir por delante. La tele ha cambiado. Probablemente, las Campanadas sea lo único que vean todas las generaciones juntas, aunque sea por compromiso. Y esa noche, todos los miembros de la familia van a conocer, si no a los dos, al menos a uno de nosotros.
Usted es quien más Campanadas ha presentado en España. Eso no se lo quita nadie.
Con estas, 18. Las primeras que me propusieron fueron las de 1993. Presentaba el Qué apostamos, con Ana Obregón, y tuve el cuajo de decirle que no al gran jefe de RTVE, Ramón Colom.
Pelín suicida, ¿no?
Con dos cojones. Le dije que venía mi hermana de Colombia, que llevaba cinco años sin verla y para mí eso era más importante que cualquier cosa. Al año siguiente, me dijo: este año das las Campanadas, me da igual tu hermana, te traes a quien quieras. Y vinieron, para mí la familia ha sido siempre lo más importante.
Son sus primeras Navidades separado. ¿Cómo las afronta?
No lo sé, francamente. No soy muy amante de la Navidad.
¿Usted? ¿Qué me cuenta?
Una vez, un montador de TVE me dijo: Ramón, tú eres la Navidad. Me pareció muy bonito, porque es verdad: llevo presentadas 18 Campanadas en cuatro décadas, 16 Telepasiones, 14 especiales de Nochevieja. Pero odio la Navidad. Mis padres eran hosteleros, y en estas fechas siempre estaban trabajando, íbamos a la contra de los demás. Eso se me quedó enquistado desde niño.
Pues lo disimula fenomenal.
Intento conciliar lo que siento con lo que transmito. Entiendo que la gente quiere pasarlo bien, pero no me gusta que la felicidad sea obligatoria un día determinado. La Navidad es perfecta cuando eres niño y todas las piezas del rompecabezas encajan. Pero cuando vas haciéndote mayor, las piezas van faltando y algunas son irreemplazables. Mis padres han muerto en dos años, mi madre el 2 de noviembre, y me he divorciado.
Un año difícil...
El 2021 ha sido el año más duro de mi vida. Estas fiestas pensaba ir a Bilbao con mi madre, pero ya no está. Es duro y en esas fechas se acentúa mi sensación de soledad. Estar siempre rodeado de gente, cantantes, famosos. Todo alrededor luz y felicidad y yo con el esmoquin diciendo, bueno, tiro para adelante, deseando que llegue el 7 de enero.
No se lo había oído decir nunca.
Igual no lo había dicho en público. Ahora te lo digo a ti. Antes, si decías que eras antinavideño, eras un raro, un amargado. Creo que cada vez somos más los que lo decimos. Nos estamos liberando de estigmas. Me decía Miguel Ríos que él me veía en Nochevieja desde el Caribe, porque también se iba de aquí huyendo de la Navidad. Igual se trata de cambiar de escenario.
Su programa busca compañía para otros. ¿Está mal visto estar solo?
Lo peor no es que esté mal visto, lo peor es estar solo. Es gente que ha enviudado, cuyos hijos han volado, gente jubilada sin entorno donde socializar. Hay médicos que les dicen: “Lo que usted tiene es soledad: vaya a Ramón”. Yo veo el cambio. Cuando encuentran a alguien vienen más guapos, más sanos, más alegres. Algunos que tomaban pastillas para la depresión dejan de tomarlas. Puede que sea el presentador que más programas de entretenimiento haya hecho en España, pero ver las miradas de esas personas es el mayor premio de mi vida.
¿Es algo así como un Tinder televisivo?
Un Tinder con corazón. Este programa no se puede hacer si no tienes buen corazón. Estos formatos solo funcionan cuando pones tu vida en ellos. A mí me cuentan su vida porque me conocen, les doy confianza. Yo no tengo ni guion, solo cuatro apuntes en una ficha. Pero en cuanto les veo, y les escucho, sé cómo son, quizá porque antes de delante de la cámara he estado detrás, y antes, de eso, mucho tiempo detrás de una barra, que ha sido mi universidad de vida.
¿Qué le han dado tantos años delante de las cámaras?
Experiencia, credibilidad, pero lo que más valoro es el respeto de la profesión y el cariño, dentro y fuera de ella. Porque, igual que hay muy buenos profesionales, también hay muy malas personas. Muchas zancadillas. Yo soy de Bilbao y las salto bien, pero he visto a gente ir a tanatorios para ver si el muerto estaba muerto de verdad y me lo han dicho allí mismo: “Vengo a ver si de verdad está muerto este hijo de puta”.
Qué buen rollito. ¿O sea, que la tele no es solo ‘brilli-brilli’?
Nada es brilli-brilli. Todos somos mate, y te pones brilli-brilli para parecer brillante, pero eso la cámara lo ve. Desnuda absolutamente a quien tiene enfrente. Hay muy buenos actores, eso sí.
¿Se la han metido doblada?
Alguna, pero me he llevado más decepciones en la vida real.
¿Espera que 2022 sea mejor que 2021?
A nada que mejore un poco, lo será. Un divorcio y la muerte de una madre en tan poco tiempo ha sido muy difícil de sobrellevar. Aún, cada día, espero la llamada de mi madre a las nueve de la noche para ver cómo me ha ido el día. Y, con la pandemia, llevo dos años sin vacaciones, no he faltado ni un solo día a mi trabajo. Ha sido duro.
Podía haber delegado.
No, yo no soy un servicio esencial, pero este programa es esencial para mucha gente. Y hacerlo es duro, pero también es una terapia para mí. Muchas veces veo mi vida en las fichas de mis invitados. Es un duelo que hay que pasar. Llevo dos años sin vacaciones, pero ya las cogeré. A quienes nos gusta nuestro trabajo tenemos esa suerte. Para dormir y descansar ya tendremos tiempo cuando nos jubilemos.
TANTO MONTA, MONTA TANTO
Ramón García (Bilbao, 60 años) presentó sus primeras Campanadas en Televisión Española dando la bienvenida a 1995, el mismo año que nació su paisano Ibai Llanos, el streamer más célebre del país. Este año, ambos inauguran 2022 en el Twitch de Llanos desde la Puerta del Sol. Ramontxu llevará su legendaria capa. El modelito de Ibai aún es un enigma. García, mito del entretenimiento televisivo que ha presentado clásicos del género como Qué apostamos y Grand Prix está al frente hoy de En compañía, en la Televisión de Castilla-La Mancha, un programa al que acuden personas mayores en busca de pareja y que, dice, le está sirviendo también como terapia para superar la reciente muerte de su madre y su aún cercano divorcio. Sobre su emparejamiento profesional con Llanos, opina que no hay jerarquías que valgan. Tanto monta, monta tanto, Ibai como Ramontxu, opina. Pese a su tendencia al hiperperfeccionismo, se considera "buena gente". "He sido jefe y me gusta que las personas que he tenido a mi cargo me sigan llamando jefe con cariño", presume.
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