Recomendar series como acto político
Aprovechar la fama de la política para emprender una carrera vocacional, es insólito. De la política solo se salta a un consejo de administración, pero a la política se puede saltar desde muchos sitios
Son divertidos los rumores que colocan a Pablo Iglesias en la tele. Hasta ahora, era normal que alguien famoso aprovechase la fama para convertirse en político. El caso contrario, aprovechar la fama de la política para emprender una carrera vocacional, es insólito. De la política solo se salta a un consejo de administración, pero a la política se puede saltar desde muchos sitios.
Seguramente Iglesias replique que todo es política. En su despedida dijo que se apartaba de la política “de partido” e “institucional”. Desde que se normalizó aquello de que lo personal es político, no hay un solo aspecto de la vida que no pueda venderse como político. Pensar así abarata mucho el compromiso: haga lo que haga, si lo hace con la debida consciencia, siempre contribuirá al bien común. No pensemos, por tanto, que Pablo Iglesias emprende algo por gusto y capricho, ni que se quiere dedicar a cosas de la tele porque le encante la tele, sino por nuestro bien.
No comparto esa fe panpolítica. Al contrario, últimamente tiendo a pensar que solo la política (la institucional y la de partido, la de carné) es política. Dar la brasa con la política en las sobremesas o colar sermones en forma de novelas no es hacer política, sino ser un plasta. El 15-M (¿solo han pasado 10 años? Parecen cien) dio una coartada espléndida a un montón de pelmas que, de pronto, se vieron a sí mismos como actores políticos.
No veo a Pablo Iglesias sermoneando en la tele en un futuro muy próximo. Aún es una figura tóxica que ninguna cadena o plataforma va a comprar. Tiene que enfriarse un poco. Lo veo más como consejero áulico, como los Obama en Netflix, pero con sudadera, entregado a esa forma de hacer política que consiste en recomendar series, trabajando por la revolución temporada a temporada.
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