_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Músicos en casa: desenchufados pero conectados

El rock ya no es cosa de estrellas excéntricas, sino de gente cercana que se graba en un sofá. Hasta Dylan nos ha regalado un temazo

Bob Dylan y Joan Báez en una escena de 'Rolling Thunder Revue', de Martin Scorsese.
Bob Dylan y Joan Báez en una escena de 'Rolling Thunder Revue', de Martin Scorsese.
Ricardo de Querol

Dice Zeke Emanuel, experto en salud pública de la Universidad de Pensilvania, que no iremos a conciertos y festivales antes de otoño... ¡de 2021! Doy por perdidas las entradas que tenía para el verano y me consuelo en Netflix con Rolling Thunder Revue, juguetona película, entre documental y ficción, de Scorsese sobre la gira de Bob Dylan en 1975. Hacía años que el cantautor se había pasado de lo acústico a lo eléctrico, y luego se había esfumado, dado como es a desconcertar. En vez de llenar estadios como los Stones, Dylan montó un circo itinerante (salía con la cara pintada) con invitados como Joan Báez y el poeta Allen Ginsberg.

Todo rebosa energía. En décadas siguientes se dio más la vía inversa, de eléctrico a acústico. En los noventa vino el formato unplugged, desenchufado: hasta el sonido sucio de Nirvana quedaba bucólico. Aquí se llamó concierto básico. Un filón: el típico disco que regalar cuando se vendían discos.

Ha llegado el formato ultrabásico, grabado con el móvil o la webcam para Instagram o Facebook: Rozalén, Mónica Naranjo, Serrat... Hasta reaparecieron el jubilado Rosendo Mercado y los escurridizos Manu Chao y Robe Iniesta. Algunos (Los Secretos, Joe Crepúsculo) sortean lo espartano porque tienen el estudio en casa. Otros experimentan: psicodelias y monólogos de Calamaro, Ojete Calor con Ana Belén para un loco Agapimú... Cantan desde casa Neil Young y Chris Martin. Y hasta Dylan, que aún se ve como un artista ambulante, nos regala un temazo de 17 minutos que tenía guardado, pero sin dejarse ver.

Murió el disco y se muere el directo. Los músicos buscan un contacto íntimo desde su sofá con los que ya no llenarán pabellones. El rock solía ser cosa de estrellas excéntricas. Hoy solo existe lo cercano.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_