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La UER cancela Eurovisión 2020

La organización del certamen europeo de la canción decide suprimir su celebración por primera vez en su historia

Miki Núñez, representante de España en Eurovisión en 2019.
Miki Núñez, representante de España en Eurovisión en 2019.
Isabel Ferrer

La crisis provocada por el Covid-19 ha desbaratado también el Festival de Eurovisión, que debía celebrar su 65ª edición en la ciudad neerlandesa de Róterdam entre el 12 y el 16 de mayo. Es la primera vez en su historia que ocurre algo así pero “la incertidumbre generada por el avance del virus y las restricciones impuestas por los Gobiernos de los distintos países participantes” han llevado a la Unión Europea de Radiodifusión (UER) a cancelar el espectáculo, según han informado en un comunicado. Porque Eurovisión es eso, un gran concurso televisivo con una audiencia internacional: el año pasado sumó 182 millones de espectadores en todo el mundo.

En esta ocasión, el festival esperaba llenar los 15.000 asientos del teatro Ahoy, el espacio elegido para celebrarlo en la villa portuaria por excelencia de los Países Bajos. Y por eso, porque “el ADN del festival implica reunir a todas las delegaciones de los países participantes, artistas y fans”, se ha tomado esta medida radical.

La decisión de cancelar el Festival de Eurovisión se adoptó el martes pasado, después de semanas de intensos debates en el seno de la UER. “Ha sido una decisión difícil, que ha costado mucho tiempo adoptar porque produce notables pérdidas económicas. Hay mucho dinero de por medio”, según fuentes de la UER. Algunos representantes de delegaciones llevaban tiempo reclamando la suspensión del evento, a la vista de la rápida evolución de los contagios por coronavirus en Europa y consideran que se ha tardado demasiado tiempo en adoptar una resolución. Las mismas fuentes subrayan que “el mayor desacuerdo se ha producido en los días transcurridos antes de tomar una decisión firme. Se sabía hace ya mucho que era imposible celebrar el festival”, informa Rosario G. Gómez.

Antes de cancelar el certamen, se buscaron otras alternativas, como la celebración de un festival virtual. Una opción que se descartó porque "sería devirtuar la esencia del festival", según explica un alto directivo de la UER, que añade: "Si la Eurocopa de fútbol se ha suspendido este año y se ha pasado a 2021, está claro que también se podía suspender Eurovisión". Incluso teniendo en cuenta las pérdidas económicas que ello supone, tanto para el país organizador como para los participantes. "Cada delegación está compuesta por una veintena de personas. Ahora hay que cancelar vuelos, hoteles, promociones...", continúa este directivo.

El anuncio de la cancelación ha llegado este miércoles en un comunicado del Grupo de Referencia de Eurovisión, el comité ejecutivo encargado del festival de la UER. La nota hace hincapié en el “orgullo” sentido por una cita “que ha unido al público, sin interrupción, durante los últimos 64 años”, y el “desconsuelo por la anulación”. “Aunque sabemos que toda la familia de Eurovisión en todo el mundo seguirá apoyándose con cariño en este difícil momento”, añade. El tono del mensaje puede parecer algo afectado dada la magnitud de la pandemia provocada por el Covid-19. Pero Eurovisión es así: un concurso en cierto modo familiar, con aire de concierto multitudinario y transfronterizo, puesto que participan desde España a Israel y de Australia a Azerbayán. A la ya malograda cita de Róterdam habían confirmado su asistencia 41 países, con dos bajas y dos regresos. No actuarían los artistas de Hungría y Montenegro, pero volvían Ucrania y Bulgaria tras su ausencia el año pasado. El representante español, Blas Cantó, estrenó su canción, Universo, el pasado 30 de enero en la web de RTVE. “Se me parte el corazón. Espero que esto pase pronto, sobre todo por la gente que está perdiendo a seres queridos […] Pero creo que es lo correcto. Eurovisión lo merece”, ha escrito Blas Cantó en su Twitter y en la web de RTVE.

¿Por qué no se ha pospuesto el festival?, se pregunta a sí misma la organización en su página de Internet. Esta era la respuesta: “Porque lo más probable es que se mantenga la incertidumbre en Europa durante los próximos meses, y no podemos garantizar la celebración de un evento de esta envergadura, con tantos participantes, más tarde. Además, el vencedor tendría menos tiempo para prepararse y ser el anfitrión el próximo año”. La UER ha tenido en cuenta que la pandemia afecta ya a más de 150 países y Europa está en el centro de la misma. Países Bajos, ganador en cinco ocasiones (1957, 1959, 1969, 1975 y 2019), había depositado grandes esperanzas en esta convocatoria.

El año pasado, el cantante Duncan Laurence provocó el delirio al alzarse con el trofeo con su tema Arcade, una balada melancólica de poderoso estribillo. A los 25 años, se convirtió en un héroe nacional, porque su país llevaba 44 años en dique seco. Jeangu Macrooy, el cantante originario de Surinam que iba a representar este año a los Países Bajos, resumía este miércoles el sentir general. “Es muy raro. Iba todo tan bien con los preparativos y había tan buen ánimo en nuestro grupo... Desde luego, la salud de todos es mucho más importante”, ha dicho.

Para el Ayuntamiento de Róterdam también ha sido un duro golpe. Tenía un presupuesto de 15 millones de euros y había calculado que el festival llevaría a la ciudad a unas 30.000 personas, entre las delegaciones nacionales, aficionados, periodistas y visitantes. Se había apostado también por la youtuber Nikkie de Jager para presentar la emisión digital. Ahora se mantiene en contacto con la UER y las cadenas televisivas neerlandesas para tratar de mantener la sede en la edición de 2021.

Inaugurado en 1956, Eurovisión es el concurso anual de música más antiguo de la televisión y una de las citas no deportivas de mayor audiencia en el mundo, con un gran seguimiento en países no participantes como Estados Unidos o China. A estas alturas, puede decirse que tiene tres tipos de público: el espectador entregado, capaz de viajar lejos para seguir las semifinales y la final en directo; los televidentes reunidos en familia o con amigos, que pasan la velada frente a la pantalla haciendo toda clase de comentarios, y el que podríamos llamar elíptico. A este último suele parecerle una gala trasnochada, algo politizada incluso, cuando países vecinos o enfrentados alardean casi de votarse entre ellos a pesar de sus diferencias. Aun así, no es seguro que resista la tentación de echar un vistazo a la actuación de su país. Todos forman parte de la familia eurovisiva, capaz de recibir entusiasmada a Australia desde 2015 a pesar de no ser miembro activo, sino asociado, de la UER, dado el tirón que allí tiene el concurso.

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