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La OMS lanza Sarah, un avatar de inteligencia artificial sobre temas de salud

La organización mundial reclama ayuda para el proyecto, que presenta múltiples deficiencias, pero aspira a convertirse en una fuente de información médica alternativa a los buscadores habituales

Sarah, el avatar de inteligencia artificial lanzado por la Organización Mundial para la Salud (OMS)
Sarah, el avatar de inteligencia artificial lanzado por la Organización Mundial para la Salud.
Raúl Limón

Más de la mitad de la población consulta temas de salud en internet, según una encuesta de las Sociedades de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), para encontrar explicaciones a síntomas, molestias, diagnósticos, medicamentos, vacunas, tratamientos y estilos de vida, entre otras cosas. Este filón lo quieren explotar las empresas tecnológicas, que ya disponen de asistentes médicos de inteligencia artificial. Pero estos servicios, más enfocados a profesionales, deja en manos de los recursos gratuitos una información sobre la que María del Campo, integrante de la semFYC, destaca la importancia de que “existan mecanismos de búsqueda de información médica depurada”. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha intentado, con muchas deficiencias, según las primeras experiencias, aportar su parte con un chat de inteligencia artificial sobre salud, Sarah, que acaba de lanzar.

Sarah son las siglas de Smart AI Resource Assistant for Health (Asistente inteligente de recursos de IA para la salud) y es un avatar que ya se probó durante la pandemia con otro nombre (Florence), pero que resurge con un nuevo modelo de lenguaje y tecnología y, por ahora, en ocho idiomas, incluido el español.

Sarah responde con la empatía mínima cuestiones muy generales y siempre recomienda acudir al médico. Se le presupone capacitada para proporcionar información sobre los principales temas de salud, pero en las pruebas realizadas en estos primeros pasos, ha fracasado a la hora de aportar enlaces a información médica más concreta y se ha limitado a ofrecer recomendaciones muy generales o un listado básico de síntomas vinculados a algunas dolencias. Tampoco puede visualizar imágenes.

Pero, a pesar de las deficiencias en este lanzamiento, la OMS no quiere perder el tren de la inteligencia artificial en el ámbito que le corresponde o dejarlo a empresas con intereses económicos y comerciales. “El futuro de la salud es digital y apoyar a los países para que aprovechen el poder de las tecnologías digitales para la salud es una prioridad”, ha explicado en una nota Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.

“Sarah nos da una idea de cómo la inteligencia artificial podría utilizarse en el futuro para mejorar el acceso a la información sanitaria de una manera más interactiva”, asegura para admitir las deficiencias del sistema actual. En este sentido, el director de la OMS pide “a la comunidad investigadora ayuda para continuar explorando cómo esta tecnología podría reducir las desigualdades y ayudar a las personas a acceder a información de salud actualizada y confiable”. Como todo sistema de inteligencia artificial, Sarah aspira a crecer con la interacción humana.

Del Campo, durante la semana del autocuidado de hace dos años, destacó que la alta frecuencia de búsquedas de temas de salud “indican que existe una preocupación a la que debemos dar respuesta”, pero también advirtió de la importancia de “acompañar al paciente en el cribado de información”.

Tampoco elude la OMS las dificultades de este tipo de herramientas para asegurar un acceso equitativo, privacidad, seguridad, precisión, la ausencia de prejuicios y la protección de datos.

“Los desarrolladores, los responsables políticos y los proveedores de atención médica deben abordar estas cuestiones éticas y de derechos humanos al desarrollar e implementar la IA para garantizar que todas las personas puedan beneficiarse de ella”, asegura la OMS.

La advertencia de la organización mundial se refiere al asalto de las grandes tecnológicas a las consultas para llevar sus máquinas conversacionales al ámbito de la asistencia primaria, pero siempre, dicen, como herramienta de apoyo, copiloto del médico y posible solución al colapso de la atención. A estos servicios acuden al menos una vez al año el 81,4% de las mujeres y el 72,3% de hombres, según el Instituto Nacional de Estadística.

IBM dispone de Watson Health, un robot conversacional disponibles a cualquier hora, que recopila información básica y alerta de posibles alteraciones que precisan atención adicional.

Microsoft desarrolla en el ámbito profesional Azure Health Bot, un sistema conversacional basado en información médica, protocolos de clasificación y modelos de lenguaje entrenados para comprender la terminología clínica.

Google también ha entrado en este mercado con la familia de modelos integrada en MedLM. Greg Corrado, jefe de Inteligencia Artificial para la Salud en la multinacional, destaca las herramientas de análisis de imágenes radiográficas y AMIE, una aplicación “optimizada para el razonamiento diagnóstico y la conversación que emula las interacciones entre el paciente y el cuidador”.

El avatar lanzado por la OMS ha sido creado por Soul Machines con el apoyo de Rooftop y, pese a que advierte que no puede acceder a imágenes, exige acceso al micrófono y la cámara “para mejorar la experiencia conversacional”. La organización asegura que “todos los datos recopilados se anonimizan y cumplen con las prácticas y regulaciones de privacidad vigentes”.

La OMS advierte que “es posible que las respuestas no siempre sean precisas porque se basan en patrones y probabilidades en los datos disponibles”. En este sentido, la organización avisa que no se hace responsable de ningún contenido de conversación creado por la IA generativa ni este “representa o comprende los puntos de vista o creencias de la OMS”. La advertencia final al usuario es determinante: “Usted entiende y acepta que no debe confiar en las respuestas generadas como única fuente de información veraz o fáctica, ni como sustituto del asesoramiento profesional”.

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Sobre la firma

Raúl Limón
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, máster en Periodismo Digital por la Universidad Autónoma de Madrid y con formación en EEUU, es redactor de la sección de Ciencia. Colabora en televisión, ha escrito dos libros (uno de ellos Premio Lorca) y fue distinguido con el galardón a la Difusión en la Era Digital.
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