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¿Cuánto trabaja un ‘influencer’? “La gente ve dos ‘tiktoks’ y no tiene ni idea de qué hay detrás”

Una reflexión de la ‘tiktoker’ Lola Lolita en TVE ha generado un debate en las plataformas sobre la dureza de dedicarse a crear contenido en las redes sociales

Influencers
Tres capturas de los perfiles de TikTok, de izquierda a derecha, de @lolalolita, @elxokas y @bonbonreich.
Jordi Pérez Colomé

La tiktoker Lola Lolita fue una de las invitadas al quinto aniversario de Playz, el canal digital joven de RTVE. Durante una de las tertulias, habló de cómo se percibe su trabajo como influencer en la plataforma de vídeos cortos. Había jóvenes que, según ella, le decían: “Ojalá yo también [pudiera] ser influencer y vivir del cuento”. Entonces, añadió: “Lo ven todo superidílico, la gente ve solo ahí un par de tiktoks de 15 segundos y un par de stories y dice: joer esta chiquita no ha pegado ni un palo al agua, pero no tienen ni idea de todo lo que hay detrás y no me voy a poner aquí a dar la chapa”.

La cuenta de Twitter de Playz publicó un vídeo con ese corte. A las horas, había generado un debate con decenas de miles de likes y comentarios. RTVE lo acabó borrando por el odio que generó la conversación. “Desde Playz, como plataforma concienciada y comprometida con los problemas de salud mental de los jóvenes y contra el acoso en redes, optamos por retirar ese tuit para intentar frenar las amenazas, agresiones verbales e insultos que estaba sufriendo Lola Lolita por expresar sus ideas en libertad y con respeto en un espacio público”, dicen fuentes del canal. Y añaden: “Este fenómeno se da principalmente en Twitter y normalmente con fragmentos de vídeos que se acaban descontextualizando”.

Aunque borraran el probable origen del debate, la polémica no terminó ahí. Como buen contenido, fue saltando a otras plataformas donde muchos youtubers, streamers y creadores de contenido quisieron opinar. En pocas semanas, ElXokas, Ibai, ElMillor o Bonbon Reich grabaron vídeos con comentarios velados sobre el asunto. A principios de noviembre, la plataforma Prime había lanzado también una docuserie sobre Dulceida, una de las influencers más veteranas, donde se veía precisamente su trabajo.

“Las veteranas de Instagram, como Dulceida, María Pombo o Laura Escanes, siempre dicen que hay mucho trabajo, que ser influencer es agotador”, dice Anna, de 35 años, autora de la cuenta @salseoentiktok. “Pero la gente está cansada de escucharlo. Cuando lo dice Lola, la pregunta es: muy bien, ¿qué hay detrás?”, añade. Detrás hay de todo y probablemente no haya una sola respuesta. También hay recelos: no todos los influencers con quienes ha contactado EL PAÍS han querido hablar. En la agencia de marketing de Lola Lolita creen que no “hay que darle mucha más importancia, cada uno puede expresar su opinión sobre cualquier tema”, aunque afirman que en la agencia trabajan permanentemente: “Preferimos centrarnos en nuestro trabajo que son muchas horas, muchos viajes, estar 24/7 los 365 días al año y además intentar atenderos a todos los que nos escribís de la mejor forma”.

El contenido sobre el trabajo de los influencers es tan bueno porque está lleno de matices para polemizar. Primero, aunque se solapan, no es lo mismo influencer que creador de contenido. Segundo, el consenso está claro: es mejor ser influencer porque se gana más dinero con un trabajo más fácil de asumir, pero eso no siempre implica que sea un oficio agradable. “Es un privilegio y una bendición, pero, ¿tiene cosas malas? Sí”, dijo Ibai Llanos, el célebre streamer en Twitch. “Es más duro de lo que parece. Pero, ¿es más duro que otras cosas? Probablemente no”, añadió.

Para la youtuber MimiXXL, de 39 años, que también participó en la conversación en Twitter sobre el vídeo viral, “Lola Lolita es un perfil de influencer que sube vídeos con un audio que ya existe, con un baile o un contenido o un meme que ha hecho otra persona y solo debes recrearlo, no hay una producción o postproducción”. “Y luego hay creadores que pueden estar meses preparando un contenido, como Carles Tamayo”, dice.

Aunque todo se ponga en el mismo saco a menudo, MimiXXL sigue creyendo que su vida ahora es mejor. Antes era informática y hacía turno de noche. Ahora trabaja menos, gana más y puede organizarse: “Si no quiero grabar el fin de semana, me lo pongo entre semana. Hago un podcast, dos vídeos de Youtube y algunos posts en redes. Depende de cómo te lo montes. De los vídeos que subo al canal, en uno tengo una editora, pero los otros los edito yo. Si el vídeo es de 45 minutos, son dos horas de bruto que me lleva tres o cuatro editando. Luego varias horas sentada al ordenador, más gestión de redes y mails son de 20 a 25 horas y grabando otras seis. No llega a 40 horas ni de coña. Aunque, luego, al ser redes y llevarlas en el móvil sí dedicas más tiempo: les echas un vistazo a todas, entras a bichear en Twitter”, explica para resumir su semana.

La creadora de contenido de viajes Azul Místico tiene también una semana ideal, que pocas veces cumple. “Puedo imaginar una semana perfecta: lunes me dedico a responder correos y preparar facturas, martes y miércoles edito un vídeo, que me puede llevar dos o tres días enteros de 10 o 12 horas, jueves me dedico a Instagram y viernes a mi podcast. Eso sería perfecto. Pero ahora llega de repente un viaje de dos semanas. Cuando una está de viaje de prensa es levantarte a las siete y hacer actividades hasta las 11 de la noche. No puedes trabajar más allá de lo que estás grabando”, dice.

Estas semanas ideales se dan cuando alguien ha logrado ya ciertos ingresos. Pero hay un problema previo. No todo el mundo sirve para hablar delante de una cámara y decir algo interesante día tras día: “Primero, debes tener la lotería de que te toque gustar y captar la atención de la gente. Hay gente que empezó a la par que yo y siguen con sus mil suscriptores en YouTube. Debes enganchar y la constancia sí que es importante. Yo la valoro mogollón. Hay que estar”, dice Mimi XXL.

El dinero es clave. En el debate en redes, Poulainne (que no respondió a este periódico) dijo que le ofrecieron 2.000 euros por un par de stories. Probablemente sea poco. Anna, de @salseoentiktok, confirma que influencers con más seguidores cobran más de las marcas. “Les pagan mucha pasta. Una influencer por un story con mención cobra 3.500 euros. Imagina lo que debe rondar una publicidad desarrollada si tienes un millón de seguidores [en Instagram]”, dice.

Azul Místico también ve el dinero como una diferencia básica, pero aplica un matiz importante. “Prefiero mi trabajo 200.000 veces. Pero lo prefiero porque paga mejor. Si pagara lo que paga ser camarera, preferiría ser camarera”, y así lo razona: “Cuando uno trabaja en un restaurante, oficina o avión [fue azafata], entras a trabajar y sales a la hora que termina tu jornada. Aquí, como muchos otros trabajos autónomos, creativos, nunca desconectas del trabajo. Siempre estás pensando. La herramienta de trabajo es el móvil, así que cuando lo cogemos de una manera u otra estamos trabajando, grabando, respondiendo mensajes”, dice.

Por si fuera poco, está el temor a la cancelación y cómo la indignación mermará los ingresos. “No sabes si dices o haces algo y la repercusión que va a tener en redes. Un día te levantas y descubres que te han cancelado por una tontería que dijiste hace cinco años. Nunca sabes cuándo se va esto al garete. Yo salgo de tapas a tomar algo y estoy pendiente de quién mira y escucha. Puede sonar a ‘soy famosa’, que no es el caso, pero luego me encuentro en foros que me han visto con no sé quién, haciendo no sé qué. Incluso han llegado a compartir datos privados. A la larga, mentalmente tienen una carga que otros trabajos no tienen”, añade Azul Místico.

ElXokas comparaba su trabajo de streamer de éxito en Twitch con unas semanas en las que trabajó en un chiringuito. “Estrés es estar 12 horas levantado, aguantando a guiris pidiendo paellas rapidito, con el calor de la playa, por 1.000 o 1.200 euros al mes. Eso sí es estresante y jodido. Yo lo he vivido y en ningún caso puedo compararlo con ser streamer. Ganarte la vida de ser streamer es más difícil, pero también es infinitamente mejor”, dijo en un directo reciente. Respondía a otro de ElMillor, que decía que era más difícil ser streamer que camarero. Ambos señalan cosas similares, pero el matiz ayuda a simplificar: ser streamer es mejor y más difícil. Nada muy nuevo respecto a otros oficios en otras épocas.

Y sí, el dinero siempre es más importante de lo que parece: “[Las influencers] se quejan porque todos sabemos que es fácil en parte. También es cierto que hay gente que puede gestionar mejor o peor su tiempo, o como en el caso de Bonbon Reich que tiene un niño pequeño”, dice MimiXXL. “Es la defensa ante la acusación de ‘ganáis demasiado dinero para lo que hacéis’. Y no es que sea fácil, sino que se cobra demasiado para lo que es. A eso respondo que las cantidades que se pagan en marketing y publicidad ya estaban ahí antes de que aparecieran los influencers. Ahora se ha cambiado de plataforma y de altavoz y a una marca le sale mejor contratar a un influencer que a una agencia, actores y castings”.

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Sobre la firma

Jordi Pérez Colomé
Es reportero de Tecnología, preocupado por las consecuencias sociales que provoca internet. Escribe cada semana una newsletter sobre los jaleos que provocan estos cambios. Fue premio José Manuel Porquet 2012 e iRedes Letras Enredadas 2014. Ha dado y da clases en cinco universidades españolas. Entre otros estudios, es filólogo italiano.

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