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Málaga prueba un sistema de recarga de autobuses eléctricos desde el suelo

El modelo permite dotar de total autonomía a los vehículos de transporte público

Nacho Sánchez

La línea L de la Empresa Malagueña de Transportes (EMT) da servicio a la comunidad de universitarios que estudian en el campus de Teatinos. Es una zona solitaria y sin apenas más edificios que las facultades donde los autobuses realizan un recorrido de 2,5 kilómetros en el que tardan entre 10 y12 minutos. Desde este miércoles y sin que los pasajeros -150.000 al año- se den cuenta, los vehículos aprovechan la parada final para recargar sus baterías. Literalmente, tres brazos (denominados patines) ubicados en los bajos descienden hasta tres placas ubicadas en el asfalto que, por contacto, alimentan al autobús. Una carga rápida, silenciosa e invisible para el usuario que tiene una duración de entre dos y cinco minutos -según la necesidad de recarga- y ofrece total autonomía al medio de transporte público sin retrasar ni un minuto los tiempos de su trayecto.

El proyecto piloto, denominado PALOMA (acrónimo de Prototype for alternative operation of mobility assets, es decir, Prototipo para la operación alternativa de activos de movilidad), se prueba por primera vez y convierte a la ciudad en un laboratorio para conocer mejor el funcionamiento de esta tecnología, de la que se van a testar tanto su influencia en la red eléctrica, la operación de recarga o la experiencia del viajero, que, durante los dos meses que se realizarán las pruebas, podrá viajar gratis.

“Los autobuses eléctricos son el futuro. Son estupendos. Pero plantean un problema: ¿Cómo los recargamos para que sean eficientes y productivos?”, plantea Miguel Ruiz, gerente de la EMT, empresa municipal que forma parte de esta iniciativa liderada por las Endesa, Alstom, Mansel. Hasta ahora, este tipo de vehículos solo pueden ser recargados en las cocheras, de tal manera que la autonomía es limitada. De ahí que la EMT haya apostado por vehículos híbridos, de los que tiene una veintena en funcionamiento. Además, los eléctricos cuentan con otro problema añadido: la necesidad de instalar baterías, que suman entre tres y cuatro toneladas a las doce de peso que tienen los autobuses y, además, sus grandes dimensiones quitan espacio a los viajeros. “La solución es este nuevo proyecto de carga oportunista, que aporta autonomía, no afecta al usuario ni modifica los tiempos de operación, además de otras muchas ventajas”, asegura Álvaro Urech, director de innovación de Alstom en España y Portugal.

El bajo impacto visual y gasto energético y la mayor seguridad y rapidez con la que se realiza la carga son algunas de ellas. El sistema está soterrado bajo el asfalto, de tal manera que no afecta al paisaje urbano ni al resto de vehículos, que pueden circular por la vía con total normalidad. Y para que pueda ser utilizado solo requiere de la instalación de un aparato en la parte inferior de los autobuses eléctricos de cualquier fabricante. Cuando uno de ellos llega a la parada, la comunicación por radio activa el dispositivo. Los patines bajan hasta las planchas, una malla asciende desde el suelo para proteger la operación y comienza la recarga por contacto, aumentando rapidez y eficacia, dotando de más rentabilidad a la flota eléctrica. Puede ser de cinco minutos si el conductor considera que las baterías están bajas, pero también de mucho menos tiempo simplemente para efectuar pequeñas alimentaciones que sigan permitiendo la autonomía. “El sistema procede de otros similares que ya funcionan para tranvías, tanto continúo como en lugares puntuales. Y ahora lo vamos a probar en estos autobuses malagueños”, añade Urech.

Un usuario, junto a un autobús eléctrico en Málaga.
Un usuario, junto a un autobús eléctrico en Málaga.

La idea es tener los primeros resultados del proyecto en dos meses como máximo. Y entre los aspectos que más interesan es saber cómo afectan las recargas a la red eléctrica. “La clave de la tecnología es precisamente el uso de mucha potencia en muy poco tiempo”, dice Javier Leiva, manager de SmartCity Málaga Living Lab de Endesa. “Nuestra red es capaz de responder a esa necesidad, pero es bueno seguir los primeros pasos de esta nueva tecnología y su impacto en la red para el futuro, donde habrá sistemas de distribución y almacenamiento más heterogéneos”, añade Leiva, que destaca que el centro de transformación para PALOMA es el más digitalizado que existe y permite ver con precisión qué ocurre en la red antes, durante y después de la recarga. “La movilidad eléctrica ha llegado para quedarse y no solo para particulares, también en el transporte público”, concluye el responsable de Endesa, que cree que espacios como la Alameda Principal de Málaga, recién renovada, es el escenario perfecto para la recarga desde el suelo.

Financiado por los Fondos Feder de la Unión Europea y del CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial), el proyecto cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Málaga, el Ministerio de Economía y Competitividad y la Universidad de Málaga.

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