Así entrenan los jugadores profesionales de videojuegos
Entramos en la 'gaming house' de los Vodafone Giants, el club más laureado de los 'esports' en España
El gallego Carlos Pereiras tiene las mañanas libres. No tiene prisa por levantarse y, varias veces en semana, va al gimnasio a despejarse. Las tarden son otra historia. Justo tras el almuerzo empieza lo bueno: reunión en grupo con el mánager deportivo, análisis de tácticas con el entrenador y charla con el psicólogo. También seis horas de entrenamiento sin moverse de su asiento. Es jugador profesional de Call of Duty, uno de los más conocidos deportes electrónicos, los llamados esports. Forma parte de la plantilla de el Vodafone Giants de Málaga. Antes de cada torneo importante, el club le cita a él y sus compañeros en la denominada gaming house, una vivienda donde participa en concentraciones que duran varias semanas para mejorar su rendimiento.
Fundado en 2008, el Vodafone Giants es el club más laureado de España y el reciente campeón de las competiciones nacionales de Counter Strike y Clash Royale. Cuentan con una docena de equipos y más de medio centenar de jugadores -todos hombres-. También una veintena de personas entre staff técnico y personal de departamentos como administración, marketing o comunicación. Su estructura es buen ejemplo del volumen de negocio de los deportes electrónicos en España, que movieron 14,5 millones de euros durante 2017, según la Asociación Española de Videojuegos (AEVI). Cifra aún lejos de grandes potencias como Estados Unidos o Corea del Sur, pero que sube como la espuma en los últimos años gracias a una masa social que supera los cinco millones y medio de espectadores. Los datos que maneja AEVI indican que en España hay 15 millones de jugadores habituales de videojuegos y que el sector genera más de 8.000 empleos directos, con una facturación de 1.359 millones de euros durante 2017. Representa un 60% más que el volumen conjunto del cine y la música.
Hay piscina con hamacas, salón con chimenea y un comedor donde huele a lentejas y a pollo frito que ha preparado una cocinera. Las comidas están vigiladas por un nutricionista
En el cuartel general de los Giants hay hueco hasta para diez jugadores, aunque rara vez coinciden tantos. A veces acuden los miembros del equipo de League of Legends, los de Call of Duty u otros videojuegos. Según las necesidades. Se trata de una enorme casa situada en una zona residencial de Alhaurín de la Torre -a unos minutos del aeropuerto internacional de Málaga- que funciona como centro de alto rendimiento. Hay piscina con hamacas, salón con chimenea y un comedor donde huele a lentejas y a pollo frito que ha preparado una cocinera. Las comidas están vigiladas por un nutricionista.
Los residentes pasan, sin embargo, la mayor parte del día en un gran salón de hay varias videoconsolas. Por las mañanas se conectan para mejorar su juego individual, pero también hay hueco para el ejercicio físico, necesario para liberar estrés. Y, sin tiempo para la siesta, el verdadero entrenamiento arranca cada tarde. Se parece mucho a la de cualquier equipo profesional: incluye un estudio exhaustivo de los rivales, análisis de las tácticas a seguir en el próximo choque y visionado de partidas previas para destacar aciertos y errores. Luego saltan a su terreno de juego virtual para entrenar un mínimo de seis horas. Mientras manejan los mandos de la videoconsola reina el silencio y no hay distracciones externas. Están en su trabajo. El tiempo de práctica puede alcanzar las ocho horas. En la competición hay enfrentamientos que se van a las 10 u 11 horas y hay que estar preparado.
“Si no fuera por los compañeros, las concentraciones serían mucho más duras”, destaca Carlos Pereiras. A sus 24 años y conocido bajo el alias de Lgend, es ya todo un veterano. También una estrella. Es el único jugador cinco veces ganador de la Liga de Videojuegos Profesional (LVP) en la modalidad de Call of Duty. Acumula títulos individuales y de equipo en los esports como Messi lo hace en el fútbol. Acaba de volver de una competición internacional en Las Vegas. “Ha sido increíble. Es un privilegio dedicarte a esto”, asegura. En el torneo participaban más de 700 equipos y los Giants lograron el puesto número 28, que les permite seguir a la siguiente ronda, a mediados de enero y de nuevo en Estados Unidos. “Es importante que nuestros fans estén orgullosos del equipo con resultados como este”, asegura. Habla como un futbolista profesional. Su salario, sin embargo, es muy diferente. Como sus compañeros, sus ingresos rondan entre los mil y los dos mil euros mensuales, lejos los mejor pagados del mundo cuyas ganancias anuales pueden superar el millón de euros.
Como otros clubs españoles, los Vodafone Giants tienen una docena de equipos en diferentes videojuegos como League of Legends, Counter Strike, Clas Royale, Fortnite o Dragon Ball. La mayoría están formados por cinco jugadores. Casi todos son españoles, pero en la plantilla también hay chicos de Inglaterra, Serbia, República Checa o Polonia. “La llegada de fichajes extranjeros se ha convertido cada vez en más habitual debido al mejor nivel de la liga española, según explican desde la LVP. Por eso las concentraciones en la casa malagueña “son básicas para establecer lazos de confianza entre los jugadores”, como explica Pablo Asensio, entrenador de Call of Duty. El técnico valora la cohesión de grupo como elemento indispensable para los títulos. También el aspecto mental de sus pupilos, que deben tomar decisiones en menos de un segundo.
Asensio dedica especial atención a la cohesión del grupo, así como a la gestión de egos y la motivación del día a día para que a nadie se le ocurra bajar los brazos en un mal momento de la partida. A sus 27 años y tras una década en los esports, es pieza vital de un equipo donde la edad media ronda los 20 años. Los hay incluso más jóvenes, como el murciano Iván Rodríguez Yako, que a sus 19 años lleva ya dos temporadas en el club malagueño. Como cualquier otro joven, Yako echa de menos “la vida social” durante sus largas jornadas de entrenamiento.
“Este tipo de profesiones está muy idealizada, pero no vale cualquiera”, advierte el boliviano Guillermo Mendoza, psicólogo deportivo del club. Su labor se centra precisamente en trabajar aspectos como la concentración, la confianza o el manejo del estrés con cada uno de los gamers. Las mismas cuestiones que desarrollaría con cualquier otro deportista de alto nivel. De hecho, Mendoza está realizando una investigación junto a la Universidad de Málaga cuyos resultados preliminares indican que la respuesta psicológica y fisiológica de los jugadores profesionales de esports son iguales a quienes participan en competiciones de deportes tradicionales. “Por eso les tratamos como atletas”, concluye. Tras la Navidad llegarán nuevos días de concentración. No hay descanso para los jugadores profesionales.
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