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Noticia patrocinada

Robots que dan a luz para formar a los médicos

Aprender dentro de un hospital es clave para los futuros doctores. Antes de ello, los estudiantes pueden practicar en entornos virtuales

Hospital Severo Ochoa de Leganés, Madrid, once de la mañana. Hay trasiego: la gente se arremolina en la entrada principal, algunos recorren los pasillos acristalados que llevan a la cafetería, otros se encienden un pitillo fuera. "Hoy miércoles está la cosa tranquila", señala Daniel Gómez, 23 años, estudiante de sexto año de grado en Medicina en la madrileña Universidad Alfonso X el Sabio, "pero los lunes no veas". A Gómez, bata blanca y camisa a cuadros, le toca esta semana en el servicio de Urgencias del hospital. Desde tercero de carrera, él y sus compañeros alternan teoría en las aulas con práctica en las diferentes áreas clínicas. Una experiencia clave para empaparse de la vida hospitalaria y encarar con más seguridad su periodo de residentes, que comenzará cuando acaben el MIR, el examen que determinará a qué especialidad (y en qué centro) podrán acceder los alumnos.

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Los hologramas toman los quirófanos

"Esto es lo que vamos a hacer durante nuestra vida", tercia Álvaro de Santiago, también de 23 años. "La teoría es importantísima, pero al final un paciente no es un libro". Estos dos estudiantes pasarán por prácticamente todos los servicios del hospital. En los más generales, como medicina interna o atención primaria, estarán de dos a tres semanas, cuentan. En hematología o urología, más específicos, una. ¿Y esta mañana? Han ingresado a una paciente y le han hecho su historia clínica, han visitado a otros tantos acompañando a la médico adjunta y han ayudado, también, a tratar a un hombre que sufría una insuficiencia cardiaca. "En Urgencias te puedes encontrar de todo: politraumatismos, infecciones respiratorias, atropellos, tumores...", enumera Gómez.

Los estudiantes, como ellos mismos cuentan, no participan en procedimientos quirúrgicos, aunque pueden estar presentes en el quirófano para asistir al cirujano. "Sí que hacemos intervenciones con muñecos y maquetas [como puede ser un torso de plástico o un oído]", detalla De Santiago, que añade que al cabo del año tienen dos o tres talleres de este tipo. El objetivo de las prácticas es que los estudiantes se familiaricen con una serie de artes básicas: desde hacer una correcta historia clínica hasta interpretar una radiografía o un TAC, pasando por aprender a explorar una rodilla, palpar una tripa para detectar una posible apendicitis o auscultar corazón y pulmones.

Gómez y De Santiago son dos de los miles de estudiantes de Ciencias de la Salud, una de las ramas más demandadas en España. Están satisfechos con lo que les está aportando la experiencia. Coinciden en su único pero: les gustaría que sus atribuciones durante las prácticas estuvieran más claras, como sí sucede con los residentes, que cuentan con un programa definido.

Robots que tosen y respiran

Que un convaleciente sea explorado por un estudiante detrás de otro para detectar alguna anomalía no es cómodo para nadie. Lo saben Gómez y Santiago y también los profesores que les dan clase. Y aunque esto no deja de ser necesario para el buen aprendizaje, un paciente no puede ser un campo de pruebas infinito. Por ello, algunos centros ya trabajan con robots que recrean reacciones y funciones humanas. El objetivo es ampliar la capacitación del alumno y, sobre todo, posibilitar la enseñanza mediante la prueba y el error, algo que la propia naturaleza de la actividad médica impide.

"Ya no es que los alumnos sepan, si no que sepan hacer", entiende Antonio López Román, médico y también profesor de fisioterapia de los alumnos Gómez y De Santiago en la Universidad Alfonso X el Sabio. "Para ello queremos proporcionar unas prácticas que antes no se hacían: estandarizadas, en entornos controlados y para todos igual". Aquí es donde entra el nuevo hospital virtual que este centro privado ultima y que abrirá sus puertas a estudiantes y posgrados a partir de septiembre. Un espacio de 2.000 metros cuadrados, integrado en el propio campus, donde los futuros facultativos practicarán técnicas y emularán situaciones difícilmente realizables en un hospital real.

El centro dispondrá de tres niveles de simulación, detalla López Román. En el primero, por ejemplo, se aprenderá dónde colocar la aguja para pinchar en un brazo artificial, que no emitirá respuesta ante la acción. En el segundo, como si del juego Operación se tratara, los modelos avisarán si algo va mal mediante señales lumínicas. "En el tercero, llamado de alta fidelidad, trabajaremos con robots que respiran, tosen o dilatan las pupilas", ejemplifica Román. A estos androides se les podrá poner medicación, auscultar y observar sus constantes en tiempo real, entre otras cosas. "Tenemos uno recién adquirido que simula un parto real", cuenta el doctor, y explica que gracias a unas gafas de realidad virtual, las Microsoft HoloLens, el alumno podrá observar cómo se comporta el cuerpo por dentro mediante un sistema de hologramas. Los estudiantes irán avanzando por los distintos niveles según "un programa definido y estratificado". Las sesiones serán grabadas en vídeo para su posterior revisión y análisis conjunto.

A ello se sumarán los llamados juegos serios, aplicaciones que propondrán escenarios reales (por ejemplo, un ingreso) para evaluar, por ejemplo, si se han hecho las preguntas necesarias para redactar la historia clínica o se han pedido las pruebas adecuadas; y zonas que imitarán áreas hospitalarias en las que habrá que seguir los protocolos bajo las condiciones de un día normal. "Recrearemos los flujos de gente y de médicos y en función de ello los estudiantes tendrán que seguir las normas higiénicas y preparatorias como si estuvieran allí", ilustra López Román. También trabajarán la comunicación con el paciente, "para evitar cosas tipo 'qué me ha dicho el doctor, que ni me ha mirado a la cara'", y situaciones fuera de lo común, "como llegar a una casa y que haya alguien tirado en el salón".

Todo encaminado a acabar con el miedo a equivocarse. "El error es un tema tabú en esta profesión", reflexiona López Román. "Lo que queremos es que se aprenda de él y que, como en las prácticas de otras disciplinas, si te equivoques no pase nada".

Esta noticia, patrocinada por la Universidad Alfonso X el Sabio, ha sido elaborada por un colaborador de EL PAÍS.

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