Tim Cook, CEO de Apple, muestra su preocupación por el abuso de la tecnología
"No quiero que mi sobrino esté en redes sociales", afirma el directivo
Tim Cook, CEO de Apple, quiere poner límites a los menores en el uso de la tecnología, aunque teóricamente vaya en contra de los intereses de su compañía, donde la educación y el diseño son parte de sus estrategias claves. “No creo en el uso excesivo de la tecnología. No soy de los que cree que se va a tener éxito por usarla todo el tiempo”, dijo este fin de semana durante una visita al Harlow College de Essex, uno de los 70 centros de toda Europa que van a adoptar el programa de Apple para aprender a programar dentro de su plan docente.
El directivo rechaza que el uso de dispositivos sea algo que sea necesario en todas las asignaturas: “Hay conceptos que se explican mejor dialogando. ¿En literatura hace falta usar tecnología? Probablemente no”. El sucesor de Steve Jobs fue más allá: “No tengo hijos, pero tengo un sobrino [de 12 años] al que le pongo algunos límites. Como, por ejemplo, que no quiero que esté en redes sociales”.
Cook ha remarcado su interés en la difusión de la programación como motor social de cambio y lenguaje necesario para el futuro, pero no la ve tanto como una opción de ocio para jóvenes. Junto con la Fundación Malala han creado un sistema de becas para niñas de Secundaria. En opinión de Cook la educación es una gran fuerza igualadora.
Este nuevo programa ofrece un iPad a cada uno de los alumnos con contenido y herramientas para aprender a programar. “Si tuviera que elegir, creo que es más importante aprender a programar que aprender un idioma extranjero. Sé que muchos no están de acuerdo en esto, pero la programación es un lenguaje universal con el que se puede llegar a más de 7.000 millones de personas”, sostuvo durante el encuentro.
Nick Bilton, periodista y autor de Hatching Twitter, la historia novelada sobre la fundación de la red social, cuenta que Evan Williams, uno de los fundadores de Twitter, mantiene a sus dos hijos lejos de pantallas táctiles y limita el tiempo de televisión. Una tendencia cada vez más marcada en Silicon Valley. El propio Steve Jobs, fundador de Apple, era defensor de estas medidas. Lo mismo sucede con Bill Gates, fundador de Microsoft.
La experimentación es una de las máximas de esta capital tecnológica, desde la más tierna infancia se cree que esta es una de las fórmulas de éxito en el futuro. Los líderes del sector compiten por las plazas en escuelas infantiles que siguen el método Montessori, con el que crecieron ambos fundadores de Google.
Otra voz autorizada en Silicon Valley, la de Chamath Palihapitiya, uno de los primeros directivos de Facebook, responsable de su rápida implantación, advirtió sobre la adicción que generan en una reciente entrevista en CNBC: “Que se las apañen, salgan a la calle y se pelen las rodillas, que se caigan, que jueguen, que pierdan, que después me vengan a ver para contármelo y podamos hablar como seres humanos racionales: así les podré decir por qué es bueno que tengan esas vivencias”. Palihapitiya dirige un fondo de inversión de 2.600 millones de dólares en Palo Alto, la ciudad más selecta de Silicon Valley. “Ni iPad ni iPhone ni ordenador. En casa no hay tiempo para pantallas”, sostiene este padre de tres hijos. “Quiero que estén con amigos. Ocasionalmente, vemos alguna película”, añade.
Aunque todavía no está claro el daño que puede hacer el uso de aparatos electrónicos en edades tempranas, comienzan a multiplicarse los estudios que tratan de medir su impacto en la capacidad para concentrarse.
Apple es la empresa que más presión está recibiendo. Jana Partners, con un grupo de profesores retirados del estado de California, remitió una carta pidiendo que sus productos fuesen más seguro para los jóvenes. “Hemos comprobado bien nuestra sensación y tenemos evidencias para pensar que Apple tiene que proponer a los padres más opciones y herramientas para asegurar que estos jóvenes consumidores usan sus productos de la manera óptima”, rezaba el escrito.
En diciembre, un estudio de la Universidad de Michigan apuntaba en la misma dirección. La investigadora al frente del escrito cree que el abuso de las pantallas táctiles es un vector de problemas de socialización. “No está claro aún cuánto tiempo se considera normal, sano o insano, pero sí hemos demostrado que causa problemas en algunos aspectos de la vida normal, se convierten en vida dedicadas solo al consumo”, dice Sarah Domoff, psicóloga infantil en dicho centro.
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