El teléfono estrella crece
La pantalla más grande es un primer salto que a los puristas de la manzana les sabrá a traición
Una inmensa cola y muchos empujones para un puñado de minutos de recompensa. Apple preparó una carpa, escondida bajo un impoluto armazón blanco, donde solo unos pocos pudieron acariciar este pasado martes sus más flamantes creaciones tras una presentación seguida a través de Internet desde todos los rincones del mundo. Esos minutos no fueron quizá insuficientes para juzgar a fondo los dispositivos, pero sí permiten trazar una pincelada de sus posibilidades.
El iPhone 6 ha crecido. Su pantalla pasa de cuatro a 4,7 y cinco pulgadas. Ese ya es un primer salto que a los puristas de la manzana les sabrá a traición. No hay un modelo, sino dos. La uniformidad era una de las obsesiones de Apple. Ahora se encuentran en el mercado con cuatro modelos de móvil: 5C, 5S, 6 y 6 Plus. Y tres tamaños de pantalla. Algo bueno para el consumidor, pero no tanto para los desarrolladores que tendrán que adaptar sus programas. Apple siempre defendió las cuatro pulgadas como el tamaño óptimo, como una herencia de Steve Jobs. Lo mismo sucedía con el iPad hasta que surgió el Mini. Hoy es una de las estrellas del catálogo.
Es prematuro aún juzgar cómo funcionará el pago a través de móvil, pero sí se aprecia rápidamente la calidad de la cámara de fotos. Destaca su capacidad para enfocar en situaciones de escasa luz, equilibrar el color en el vídeo y estabilizar las tomas en movimiento. Esto último solo se da en el caso del 6 Plus, que cuenta con un mecanismo especial para jugar con el balance de las lentes. Esta opción dará juego a los amantes del deporte de acción y a los más creativos.
Al abrir una página web en el navegador se percibe una mejor definición en la tipografía. Teclear o editar un texto es más sencillo. Sobre todo si se hace en horizontal y se utilizan los botones de copiar y pegar, lógicos pero novedosos en los productos de la manzana. El Plus, un híbrido entre móvil y tableta, contará con una mejor gestión teórica de la batería, pero no cabe en todos los bolsillos. Tiene muchas posibilidades de convertirse en el favorito de los profesionales en movimiento. Se trata de una evolución, pero no de una revolución.
El caso del Apple Watch sí es totalmente diferente. Es una nueva categoría de producto para la firma, aunque no se trata del primer reloj inteligente. Motorola y Samsung ya han dado los primeros pasos en este campo. Apple sale con un precio muy superior, más de 300 euros, cuya utilidad tendrá que justificar el desembolso. Las unidades de prueba que ayer se pudieron tocar no contaban con todas las características prometidas. Se trataba de un acercamiento.
La idea del fabricante es que se mire más la muñeca y se saque menos el móvil del bolsillo en caso de querer saber qué hora es o qué tiempo va a hacer. También cuando se quiera consultar un mensaje de correo o SMS o salir a hacer deporte sin el teléfono. Una idea que persiguen los relojes que ya funcionan con Android, pero con un matiz: la interfaz, muy ingeniosa. La rueda del lateral sirve para hacer zoom dentro del menú de aplicaciones. En lugar de tener que ir de pantalla en pantalla, se navega en una nube. El ahorro de tiempo es sensible.
El modelo Edition, pensado para un público selecto, usa una correa suave a la vista, y una caja de oro de 18 quilates protegida por una pantalla de cristal de zafiro pulido. El normal, en caja de acero inoxidable puede llevar correa de piel, de eslabones, como la que llevan los relojes tradicionales, la Milanese Loop o de fluoroelastómero de alta calidad. El Sport, una banda plástica. A pesar de la cantidad de circuitos, pantalla y sensores, no da sensación de pesar más que uno tradicional.
Apple, en ambos casos, con el móvil y el reloj, se enfrenta a un problema que ya han asumido sus competidores. Si quieren que se usen de manera constante, deben hacerlos más resistentes. Lo son a polvo y rayaduras, pero no al agua.
Un precio tan alto tendría que justificar la inclusión de este tipo de tecnologías, que ayuda a cumplir el objetivo propuesto, integrarlos en la vida diaria, máxime si se lleva en la muñeca y se golpea con facilidad. La gran duda, que no se resolverá hasta 2015, cuando salga al mercado, es si, en caso de olvido, el usuario se sentiría obligado a regresar a casa, como le sucede ahora a la mayoría de los usuarios cuando se percatan de que no llevan el móvil encima.
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