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Mucho Android, poca fantasía en la convención anual de Google

Google deja de lado sus proyectos más futuristas La ausencia de sus fundadores y la decadencia de Google+, puntos negros

Sundar Pichai, vicepresidente de Android, en la conferencia.
Sundar Pichai, vicepresidente de Android, en la conferencia.David Paul Morris (Bloomberg)

Android por todos los medios: tableta, móvil, ordenador y televisión. Esa es la máxima de Google en su conferencia anual. El imperio que comenzó como un buscador que quería poner cierto orden en Internet ha madurado. Cada vez se aleja más de su imagen simpática, no hubo ni bromas ni guiños durante la conferencia anual, pero sí se marcaron las líneas maestras. Fuera, varios ciudadanos se manifestaban en contra de Google y por primera vez se colaron dos activistas en la sala. Consideran que su política de salarios y transporte de empleados a la sede están destruyendo el sabor de los barrios tradicionales. Culpan a Google de que muchos mayores o personas con rentas bajas tengan que abandonar sus pisos incapaces de asumir las subidas del alquiler.

Android L: Versión renovada del sistema operativo para móviles y tabletas. La interfaz es mucho más limpia. Después de que  Apple sacara iOS 8, estaban obligados a renovar su apariencia. Se ve más limpio pero no parece una buena idea hacer que los usuarios tengan que aprender más y más gestos para controlar el teléfono.

Android One: La puerta de entrada a los países en vías de desarrollo. Motorola es de las pocas grandes que ha entendido que contar con ese nicho es estratégico. Fabricantes chinos como Huawei, Zopo, ZTE y, sobre todo, Xiaomi, son los que se están haciendo con el nicho. Google se comprometió a ofrecer una versión de Android con actualizaciones frecuentes y alto rendimiento en móviles de 100 dólares. En África, Asia y muchos lugares de América Latina el móvil es la puerta de entrada a Internet por primera vez, quieren que sea desde minuto 0 con Android.

Google Fit: La respuesta a Apple Health. Han solucionado muy bien la forma de unir los resultados de los sensores que hay hasta el momento, la mayoría de movimiento, temperatura y pulso, con su sistema. Todo ello sin matar a las aplicaciones actuales, como Endomondo o Runtastic, pero también las que se han comprometido a desarrollar Adidas y Nike, o las pulseras de Jawbone y Fitbit. El usuario no tiene que dar varios pasos para unir la información de estas aplicaciones, sino que se comparten directamente con Fit.

Chromecast: Según sus cálculos la televisión se ve una media de cinco horas al día en los hogares de EEUU. Pretenden que las 19 restantes se mantenga conectado a Chromecast, una pequeña llave que va al puerto HDMI. Cuesta 35 euros (o la misma cantidad de dólares, no hacen cambio de moneda). Hasta el momento solo servía para ver YouTube. Se pueden buscar series con solo decir su nombre, algo que ya hace su máximo competidor, el Fire TV de Amazon, pero casi triplica el precio.

Chromebook: Los ordenadores con navegador, y nada más, son llave para entrar en la educación secundaria. Fáciles de controlar por los profesores, no se rompen, no entran virus, no hay programas que instalar… El precio ronda los 300 euros. Una manera de imponer Chrome, su navegador, frente a Safari, Firefox o Internet Explorer.

Android Wear: De momento, solo está en relojes, pero han desvelado todo el protocolo para que diferentes prendas con sensores se conecten al móvil. Un acierto que los tres modelos iniciales, de Samsung, LG y Motorola sean sumergibles y la batería aguante varios días. También que sean capaces de recibir órdenes orales. Es un primer paso, pero son pasivos. Su éxito o fracaso queda en manos de la imaginación y habilidad de desarrolladores.

Los fundadores: Ni Larry Page ni Sergey Brin pasaron por el Moscone Center. De ser el centro de atención a desaparecer. El primero, se supone que por los problemas de salud que le han apagado la voz. El segundo, cada vez más metido en experimentos de interés personal. Google Glass, empecinamiento suyo, es un ejemplo. La versión oficial es que quieren menos protagonismo. Para muchos son el alma de Google.

Glass, proyecto intermitente: Hace dos años fue la gran sorpresa. Saltaron en paracaídas y emitieron en primera persona cómo llegaban al Moscone Center en plena conferencia. De repente no hay, después solo para desarrolladores. Un buen día cambian de modelo, luego las ofrecen a precio desorbitado.

Google+, un muerto viviente: En la conferencia de 2013, Vic Gundotra, ya fuera de la empresa, dedicó más de media hora. Oficialmente, no deja de crecer. La realidad es que lo hace debido a la convicción de que ayuda a posicionar el contenido en su buscador y su uso es casi obligatorio para que el resto de los servicios de la firme funcionen correctamente.

El hogar, de lado: La compra de Nest se cerró por 3.200 millones de dólares. Se explicó que fue debido a que el coste de hardware es caso y por contar con una amplia cartera de clientes. La promesa de avanzar en la integración de Android en el hogar, más allá del ocio en el televisor, ha quedado rota en esta edición de la conferencia. Se queda limitado al control de la temperatura del termostato a través del móvil. Solo eso.

Ni los globos de conexión a Internet, ni los robots (ha comprado siete empresas dedicadas a este campo). Tampoco de los satélites para tomar de fotos y vídeo aparecieron. Los proyectos más futuristas y sorprenentes ni se mencionaron. El argumento es claro, no son programas abiertos para desarrolladores externos, pero este hecho, a su vez, da motivos para sospechar y desconfiar de Google. Cada vez más hay un Google privado y otro más público.

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