_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Paremos la nueva carrera de colonos en Internet

Mientras unos esperan la salida y discuten las reglas para roturar terrenos, otros se han colado y ya han tomado posiciones

En los últimos días leo alegatos sobre la fecha de caducidad de Internet libre, sobre su protocolo político, sobre quien gobierna Internet o, más bien, quien debería hacerlo, sobre el riesgo de fractura o de control de Internet.

¿Quién gobierna Internet? Como si se discutiese quien gobierna el aire, los vientos, los mares, o incluso la paz. Es cierto, hay que discutirlo. Como también hay que discutir – y reglamentar – emisiones y vertidos contaminantes para preservar el interés común. Y proteger la paz. Todos tenemos un derecho fundamental al aire y a la paz. Igualmente, tenemos derecho a disfrutar de Internet, todos tenemos el derecho de uso, nadie tiene derecho de abuso.

Como el aire, Internet ha sido legado a la humanidad entera. Sin derechos preferentes, exclusivos o potestad de exclusión de los demás. Hay muchos que pueden pretender un cierto grado de paternidad de Internet: Jon Postel, Vint Cerf, Tim Berners-Lee, el Departamento de Defensa de EEUU, etc. Los padres de Internet decidieron no patentar o depositar la propiedad intelectual de lo que contribuyeron a crear.

Empezó como colaboración, sin patentes y sin copyright, construyendo sobre lo que otros habían legado antes. Considerando que era demasiado grande, que era demasiado importante para que perteneciera a nadie en particular. Un territorio libre y sin fronteras, sin vallas y sin propietarios, y sin gobierno. Incluso hubo quienes, como John Perry Barlow en 1996, proclamaron la independencia de Internet.

Los padres de Internet decidieron no patentar o depositar la propiedad intelectual de lo que contribuyeron a crear

Sin embargo, otros vieron un espacio abierto para colonizar, y marcaron territorios: explotación y exclusividad de copyright y de derecho de crear e innovar, guerra de patentes, explotación de macrodatos (“big data”), una oportunidad para el estado de vigilancia total, una oportunidad para acaparar lo que sea. Los que antes lleguen más se quedan, incluso el gobierno, el poder de reglamentar, por el que pugnan multitud de organizaciones y de personas.

La gran carrera de los colonos de Oklahoma tuvo lugar hace 125 años. Comenzó el 22 de abril de 1889. En estos momentos nos encontramos en medio de una carrera de Oklahoma – de Internet – no declarada, donde unos esperan la salida y discuten las reglas para roturar terrenos, otros se han colado antes y han tomado posiciones; tensión entre “boomers” (que esperan el cañonazo de salida) y “sooners” (que ya han penetrado el territorio).

Mientras unos esperan, discuten o se anticipan, otros intentan entender lo que está pasando, por qué, para qué y para quién, cuáles son o cuáles deberían ser las reglas del juego. Si el objetivo es proteger el interés común – el interés de toda la humanidad beneficiaria del legado de Internet – habría que parar inmediatamente la carrera de los colonos.

El Consejo de Europa, la más antigua organización europea, con sus 47 estados (incluidos los 28 de la Unión Europea) y 820 millones de habitantes, entre ellos más de 500 millones de usuarios de Internet, tiene el mandato de promover y proteger la democracia, los derechos humanos y el imperio de la ley. Hace años la organización constató el valor de servicio público de Internet, lanzó discusiones sobre procesos constitucionales para Internet y adoptó principios sobre la gobernanza de Internet. Sus 47 estados miembros asumieron el compromiso de “no perjudicar” a Internet y contribuir de forma solidaria para mantenerlo íntegro, universal y abierto.

El sistema que existe funciona y, si se puede mejorar, hay que mejorarlo. Pero no cambiar porque sí

Más recientemente, los 47 aprobaron una guía sobre los derechos de los usuarios de Internet expresados de forma simple y accesible, con el objetivo de informar y de rendir esos derechos plenamente eficaces.

Pero las constantes discusiones (recientemente en São Paulo, Tallin y Dubái; próximamente en Berlín y Estambul) muestran que la gobernanza de Internet no está madura todavía. Y sería prematuro fijar un sistema de gobierno que pudiera ser perjudicial. El sistema que existe funciona y, si se puede mejorar, hay que mejorarlo. Pero no cambiar porque sí. Que cada uno, cada organización, cada actor, sea empresa, regulador o legislador, gobierno, tribunal (incluso, lo hemos visto recientemente, los Tribunales Europeos de Justicia y de Derechos Humanos) siga contribuyendo al gobierno de Internet dentro de su propio ámbito de competencia.

Diálogo, pero escuchándonos más los unos a los otros, y con humildad, que la guerra y los desastres vienen de la mano de la soberbia. Hay tres cosas que podríamos convenir como las bases para un proceso constituyente para Internet, para una Magna Carta como la que propuso Tim Berners-Lee. En primer lugar, el compromiso de cada uno de no perjudicar Internet como patrimonio de la humanidad. En segundo lugar, cualquier medida que le afecte tiene que perseguir el interés o el bien común, y eso solo se puede garantizar si se reconoce la primacía de los derechos humanos. En fin, todo eso requiere transparencia, como condición para poder rendir cuentas y exigir responsabilidades.

Aunque estemos en medio de la polvareda, en el interés común, todavía estamos a tiempo de parar la gran carrera de colonos de Internet.

Jan Malinowski es jefe de la Sociedad de la Información, Consejo de Europa

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_