Los primos de ‘Flappy bird’
Miley Cyrus y Justin Bieber, parodiados en copias del juego de mayor y fugaz éxito de la historia
Cuando la palabra éxito comienza a sonar en torno a una app para móviles y tablets, se produce un enorme efecto llamada que atrae a decenas de desarrolladores avispados que tratan de subirse al tren del triunfo con sus clones. El caso de Flappy Bird, posiblemente el videojuego para móviles con el éxito más fugaz de toda la historia, ha creado una escuela de diseñadores que han lanzado copias, algunas más originales que otras, para satisfacer a todos los jugadores que quedaron huérfanos con la retirada del juego.
Puede que el efímero, simple, adictivo y muy descargado programa diseñado por el vietnamita Dong Nguyen con su estudio .GEARS esté fuera de circulación en iTunes y Google Play, y hasta que las dos tecnológicas propietarias de estas tiendas digitales hayan vetado la publicación de copias, pero no por ello se ha olvidado. Es el conocido Efecto Streisand ejecutado en las aplicaciones: si no quieres que se descargue algo, lo peor que puedes hacer es poner barreras a su distribución.
Mientras que el miedo a provocar adicción sobre los jugadores motivó la retirada de la app, el humor está haciendo que otros diseñadores de videojuegos recorran el camino contrario. Y es que la mecánica de Flappy Bird –controlar con golpes sobre la pantalla a un pájaro que esquiva tuberías–, se ha replicado con prácticamente toda la fauna y flora, y hasta se ha permitido el lujo de bromear con las estrellas musicales del momento en un cóctel paródico que no conoce de derechos de autor.
La actualidad del mundo del espectáculo manda en esta explosión de versiones caseras que no han tardado en parodiar la bola de demolición de la rebelde Miley Cyrus con el videojuego Flying Cyrus, un sector que conoció de la mano de su anterior patrón, Disney, en su anterior etapa como Hannah Montana, y en el que ahora acaba por la espontaneidad de un diseñador espabilado. No se queda atrás su colega musical Justin Bieber, que tiene parodia virtual con Tappy Bieber.
Este toque humorístico que genera amor y odio a partes iguales entre los seguidores de estos artistas también sirve como posible parapeto legal a los creadores de las aplicaciones siempre y cuando “no haya confusión entre la obra parodiada y la obra original y no cause perjuicio a los titulares de los derechos”, explica Jesús Fernández, abogado especialista en propiedad intelectual de videojuegos.
Con estos precedentes, la estadística sobre los clones no sorprende: un 30% de los juegos lanzados en iTunes durante 24 horas son copias de Flappy Bird, según los cálculos de The Guardian. El juego vietnamita tiene versiones con otros protagonistas como bigotes, zombis voladores, ninjas, zeppelines, naves extraterrestre y hasta hipsters barbudo que deben esquivar cafés. No faltan pulpos, loros, patos, dinosaurios, coches y un largo etcétera de variantes.
Ni si quieras estrellas de redes sociales y foros Internet como los recurrentes gatitos o los caramelos virtuales popularizados por Candy Crush se resisten a ser protagonistas en estas reinterpretaciones del juego para móviles. La familia de Flappy Bird se ha expandido sin control de natalidad alguno más allá de la propia ética de los creadores y de las medidas de control tardías de Google y Apple.
La clonación de los grandes éxitos es habitual en el terreno de las aplicaciones para móviles porque brindan una manera rápida y sencilla de conseguir ingresos a los diseñadores, especialmente rápidos cuando vienen motivados por un juego que consigue facturar hasta 30.000 euros al día por ingresos publicitarios. El éxito comercial de Flappy Bird todavía no ha terminado. Aquellos móviles que siguen con el juego instalado continúan mostrando publicidad en cada partida.
“Si una aplicación tiene implementado un sistema de monetización por publicidad, seguirá ganando dinero con los usuarios existentes aunque sea retirada”, explica Pepe Agell, jefe de expansión internacional de Chartboost, plataforma de desarrollo de negocio para desarrolladores de aplicaciones para móviles. Incluso fuera de circulación, Flappy Bird puede estar nutriendo las arcas de su arrepentido creador.
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