Hideo Kojima: “La consola tiene las horas contadas”
El creador de Metal Gear Solid vaticina el declive de máquinas como la Playstation o la Xbox y el triunfo del juego en la nube desde cualquier dispositivo
El paso de Hideo Kojima (Tokio, 1963) por Madrid fue fugaz. Venía para presentar la última entrega de Metal Gear Solid, un videojuego que ha vendido más de 30 millones de copias, pero apenas se dejó ver. Como si fuera uno de los personajes del videojuego que le ha hecho rico, famoso y enormemente influyente en la industria, Kojima hace del sigilo su principal característica. Pero cuando abre la boca más de uno se echa a temblar. Y más si eso ocurre en paralelo al anuncio de la nueva Playstation 4, el último intento de Sony de plantar cara al irresistible ascenso de los juegos consumidos en smartphones y tabletas. "La época de la consola como único pilar del entretenimiento en casa tiene las horas contadas. Estamos asistiendo al ocaso de ese estilo de juego", advierte Kojima, consciente de que Sony y sus dos rivales de siempre (Nintendo y Microsoft) se hallan en una encrucijada histórica.
Con fama de visionario (sus predicciones suelen acabar cumpliéndose), Kojima es junto a Shigeru Miyamoto, creador del icónico Super Mario, el profesional más respetado en su país. La revista Newsweek le incluyó en 2002 en la lista de los 10 personajes del año. Eso fue hace una década, pero su prestigio no ha parado de crecer desde entonces en paralelo a sus sonoros éxitos. El público le adora y la prensa mima todas sus creaciones, que suele elevar a la categoría de arte.
Este diseñador, que también produce a otros estudios y ejerce de vicepresidente de Konami, apuesta sin tapujos por el juego en la nube, que en su máxima expresión permitiría prescindir de la videoconsola y jugar en tiempo real en Internet, frente a aquellos que como Nintendo siguen prefiriendo el formato físico. "El almacenamiento en la nube va a cambiar la manera que tenemos de entretenernos", explica. Está convencido que esta tecnología es la única solución para cortar el nudo gordiano en el que están atrapadas las actuales consolas, a las que el propio Kojima dio por finiquitadas hace ya tres años. "El problema es considerar a estas máquinas como un producto distinto a los teléfonos o las tabletas. Esa visión excluyente es lo que ha provocado la actual situación. Hay que integrar, no separar. La evolución del videojuego pasa por que todas esas plataformas interactúen unas con otras. Tabletas, móviles, ordenadores y también las consolas serán puertas distintas por las que acceder al mismo juego. La experiencia debería ser la misma", explica.
"Japón ya no gobierna los videojuegos, ni volverá a hacerlo"
Kojima es un japonés atípico. Desde muy joven es un ferviente admirador de la cultura estadounidense. El rico universo que ha construido durante 25 años alrededor de Metal Gear Solid está plagado de referencias a películas como Rambo o Terminator, clásicos del cine de acción de los años 80. Sus juegos, un constante homenaje al celuloide, atesoran largas secuencias de vídeo. La trama prima siempre sobre la mecánica del juego. El primer Metal Gear en consolas, editado en 1998, inauguró un género, el de la acción táctica, que luego fue largamente imitado. Su última entrega, Metal Gear Rising, renuncia a las señas de identidad de la saga para ofrecer una explosiva experiencia arcade, corta pero convincente. El embajador de Konami promete volver a los orígenes con Ground Zeroes, el capítulo que está preparando para la siguiente generación, del que apenas se han filtrado un par de vídeos y sobre el que Konami ha impuesto un hermético silencio.
No hace falta tirar mucho de la lengua al célebre diseñador para que exprese su frustración por lo que considera una auténtica sangría de talento en la industria japonesa del videojuego: “Mi país no ha sabido, o no ha querido, adaptarse a los cambios vertiginosos sufridos por la tecnología, al salto a la era de la alta definición. Hemos perdido la hegemonía del ocio electrónico que ostentamos hace décadas, y lo peor es que no volveremos a recuperarla", sentencia. Recurre al cine, su gran obsesión, para explicarlo: "Las películas de Hollywood son fantásticas y seducen a millones de personas en el mundo, mientras que los filmes de animación japoneses, pese a tener fans en Europa y América, tiene un impacto muy reducido. Pueden darse éxitos puntuales, pero los días de gloria difícilmente volverán”, pronostica.
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