Teletienda en tableta

Casi un año después llega a España la tableta Amazon Kindle Fire. Es una de las tres grandes —en el sentido de fama publicitaria— que pueden triunfar. Tiene detrás el apoyo de una gran multinacional para aguantar el envite durante un tiempo.

Tamaño, peso y precio no se diferencia en gran cosa de otras muchas. Tiene también un sistema Android, pensado por Google para que cada fabricante lo incorpore a sus aparatos; pero un Android muy particular. El sistema ha sido adaptado a los gustos, a los servicios y sobre todo a los fines comerciales de Amazon.

Dice la empresa que no gana nada con cada tableta que vende, que sus beneficios le llegarán más tarde, cuando la gente compre cosas a través de ella. Nada que decir ante su estrategia comercial, el problema es que esa finalidad se hace muy patente cada vez que se abre la tableta y aparecen sus pestañas de discos, libros, vídeos, archivo... incluso aplicaciones. Todo dando preferencia a los productos de Amazon que parece que te recuerda a cada momento que como has pagado tan poco dinero por ella ahora lo tienes que compensar comprando casi a la fuerza.

Efectivamente, he comprado productos Amazon. Antes y después de Kindle Fire; desde un ordenador y desde esta tableta, y, efectivamente, como dice su propaganda, es rápida como el rayo descargando archivos, archivándolos y usándolos. Rápida y sencilla hasta niveles elementales.

Para los adictos al lector electrónico Kindle —yo lo soy, confieso— hay que advertir que esto no es un lector electrónico, que no va a tener dos por el mismo precio. Nada tiene que ver su pantalla con la del libro electrónico. Es más brillante, para lucimiento de juegos, imágenes y vídeos, pero no para el placer de la lectura.

No se ha inventado, es imposible, una pantalla que sirve para las dos grandes funciones: leer y mirar. Es cierto que cada vez más, las tabletas se usan para leer, pero o no son libros o el lector tiene ya gafas. Para el resto, Kindle Fire funciona.