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Cenando con PR2

Robots polifacéticos doblan toallas y desactivan minas, pero también se les cae la bandeja de los vasos

El robot PR2 haciendo carambolas.
El robot PR2 haciendo carambolas.

Millones de personas vieron a comienzos de agosto cómo un robot descendía sobre Marte, a unos 248 millones de kilómetros de distancia, mientras compartían los vídeos, las fotos y las actualizaciones de estado de su cuenta de Twitter.

Tuve mi primer encuentro con un robot esa misma semana. Cené con uno, justo aquí, en Silicon Valley. Se celebró en Willow Garage, una empresa de robótica de Menlo Park, con la intención de presentar a los periodistas los robots que la empresa está construyendo.

La principal atracción fue el PR2, que puede agarrar cosas, doblar la ropa de la colada, abrir puertas y transportar tazas y otros objetos pequeños. El coste de esta versión con todas las funciones es de 400.000 dólares (306.000 euros).

Durante la cena, a PR2 se le cayó al suelo una lata de refresco y, simplemente, se quedó parado allí, confundido. No podía entender qué le había pasado a la lata. Era como si acabara de hacerse un truco de magia maravilloso a sí mismo.

Es difícil saber cuántos robots están en uso hoy en día, porque los expertos en robótica no se ponen de acuerdo sobre qué es un robot. ¿Tiene que tener brazos, o inteligencia artificial, o reconocimiento facial?

Las empresas de robótica ofrecen diversos cálculos del número de ellos que están en uso. Pero muchos, como Steve Cousins, presidente y consejero delegado de Willow Garage, piensa que se volverán mucho más corrientes en poco tiempo. Señala al Roomba y a otros fabricados por iRobot, que, según la empresa, ya están limpiando suelos, piscinas y canalones en millones de casas y oficinas. El Ejército estadounidense cuenta con robots para desactivar bombas. Y se está construyendo un ejemplar intimidante, Big Dog, fabricado por Boston Dynamics, para sustituir a algunos soldados en el campo de batalla.

Los expertos en robótica auguran que el precio de estas máquinas empezará a disminuir drásticamente, lo que hará, a su vez, que su uso se generalice.

Cousins cree que la próxima ola de robots que entre en los hogares y que se incorpore a la mano de obra será la de los de telepresencia. Estas máquinas tienen una pantalla integrada y una cámara, y son básicamente terminales de videoconferencia móviles que pueden ser controladas a miles de kilómetros de distancia.

Dentro de poco, asegura Cousins, estos aparatos estarán dotados de cuerpos más funcionales, que incluirán brazos, para que puedan interactuar en un espacio físico.

“Los robots de telepresencia actuales te permiten estar en un lugar determinado”, explica. “Cuando les añadamos brazos, también permitirán actuar en un lugar determinado”. Y añade: “Creo que serán extraordinarios, ya que permitirán alterar el espacio y el tiempo, permitiendo estar en un lugar sin el coste y el tiempo de duración de un vuelo”.

Robert S. Bauer, director ejecutivo de Willow Garage, señala que los ordenadores se consideraban antes máquinas exóticas. A principios de la década de los setenta, explica, Xerox Parc desarrolló una serie de sofisticadas computadoras que costaban varios cientos de miles de dólares. Pero estas máquinas innovadoras prepararon el terreno para los ordenadores personales actuales.

En la cena, el grupo habló de otras posibles funciones para los robots, como preparar comida, vigilar una casa o una oficina, y conducir coches. Y quizás lo harán mejor que los humanos.

Sin embargo, los robots no pueden resolver todos los problemas. Pregunté a Cousins si habría un robot que pudiese pasear a mi perro, Pixel. “En realidad hicimos eso con uno de los robots PR2”, contestó. “El robot no tenía ningún problema con ello, pero al perro no parecía gustarle demasiado, y volvió con el rabo entre las piernas”.

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