Los usuarios de Twitter lanzan una ola crítica con los planes censores de la red
La decisión de la empresa de bloquear mensajes en cada país que lo reclame desata un fuerte movimiento de protesta de tuiteros en favor de la libertad de expresión
“Hoy las ciudades se colapsarán, las playas se llenarán, los pubs no tendrán espacio. Sociabilidad en su máximo esplendor”, firma #oscargace. Este mensaje de Twitter apoya con sentido del humor la iniciativa popular que los usuarios de la red social están llevando a cabo este sábado: no usar Twitter durante el día para expresar el desacuerdo con la polémica decisión que ha tomado la compañía estadounidense, censurar mensajes en cada país que lo reclame con argumentos legales.
No es posible saber si se han llenado playas y pubs por todo el mundo, porque no hay modo de saber cuántos tuiteros se han sumado hoy al llamado #twitterblackout (apagón en Twitter, en inglés), pero sí se puede decir que la iniciativa ha tenido un apoyo masivo.
El tema #twitterblackout ha sido esta madrugada trending topic (foro de usuarios más numeroso) en España, segundo en Venezuela y tercero en Argentina, por ejemplo –aunque en otros países clave como EE UU o Reino Unido, sobre las cinco de la mañana hora peninsular, el tema no aparecía en ese momento entre los trending topic. Sin embargo, la noticia ha aparecido en las portadas de las páginas web de los principales diarios de estos países, como The New York Times y The Guardian.
En el artículo del diario neoyorquino se destaca la fuerte reacción global de los usuarios de Twitter en contra de Twitter –o, más bien, de su iniciativa censora-. Al principio del texto se cita un mensaje crítico de un usuario sueco, Björn Nilsson: “Gracias por la censura, Twitter. Con cariño, los gobiernos de Siria, Bahrein, Irán, Turquía, China, Arabia Saudí y amigos”.
El núcleo de la polémica consiste en el miedo general de que la red social se pliegue a los intereses de los gobernantes y sepulte la libertad de asociación vía Internet de los ciudadanos. La cuestión es significativa, dado que en 2011 la capacidad de intercomunicación social de Twitter, rápido, conciso y expansivo (al alcance de cualquier persona con un ordenador o un teléfono móvil), fue una herramienta revolucionaria en los levantamientos populares contra dictadores árabes. De ahí que el sueco Nilsson ironizase con la gratitud hacia Twitter de estados a los que se acusa de coartar la libertad de expresión.
La compañía estadounidense, fundada en San Francisco (EE UU) hace cinco años y utilizada actualmente por más de 100 millones de personas por todo el mundo, ha reaccionado a la indignación generalizada tratando de matizar el plan de veto país por país de los contenidos de los usuarios. “Nuestro anuncio no tiene nada que ver con la censura”, ha dicho un portavoz de Twitter a la agencia EFE. Según su explicación, la empresa bloqueará los mensajes cuando se lo pida un estado de acuerdo con sus leyes y “de forma puntual, sólo en el país afectado, en lugar de en todo el mundo” (como hacía hasta ahora cuando eliminaba un tuit inaceptable).
The New York Times ha planteado la cuestión como un dilema entre negocio y responsabilidad ética. “El anuncio de Twitter supone para la empresa una pregunta sobre su propia naturaleza: ¿debe ser una herramienta para la libertad de expresión que pueda servir para enfrentarse al poder, como ocurrió en la Primavera Árabe, o un proyecto comercial que obedezca las leyes de los lugares en los que trate de ganar usuarios y, en último término, dinero?”.
Una respuesta clara a esta cuestión ha sido la de la ONG Reporteros sin Fronteras, que ha solicitado a la red de microblogging (publicación de mensajes de menos de 140 caracteres) que rectifique su decisión por considerarla “nociva” para la libertad de expresión, ya que priva a los ciberdisidentes de una herramienta “crucial”, según informa EFE.
Hace un año, Twitter era la punta de lanza digital de los movimientos democráticos árabes, y la compañía se congratulaba de ello y le daba correa a la idea: “Somos el brazo pro-libertad de expresión del Partido de la Libertad de Expresión”, proclamó entonces su jefe ejecutivo, según The New York Times. Hoy la compañía sufre la libertad de expresión de los tuiteros que la han convertido con sus decenas de millones de tuits anuales en un éxito enorme en el mundo digital, y trata de argumentar su concesión a las leyes locales de cualquier estado –sea democrático o no- sin poder negar el peso comercial de su decisión: “Hemos estado trabajando en esto desde hace tiempo; necesitábamos saber cómo afrontar este asunto como una empresa”, ha declarado el consejero general de Twitter, Alex Macgillivray.
Cerca de las seis de la mañana, los temas sobre la censura tuitera seguían siendo un centro de reunión de usuarios indignados con la compañía, y despuntaba en lugares singulares como Emiratos Árabes Unidos, una monarquía petrolera del Golfo Pérsico, bajo el título temático #twittercensored.
A las 5.45 am, el usuario Khalifa Leebee, bajo el nombre de tuitero #freedom4libya, anunciaba a los demás usuarios que en ese instante dejaba de escribir tuits hasta el final de la jornada del apagón de parte de Twitter contra Twitter: “Chao chao, Twitter, hasta dentro de 24 horas. Espero que recapacites y corrijas esta censura sin sentido”.
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