Defendiendo... ¿a quién?
El blogger y profesor lamenta el cierre de Megaupload
Discutir sobre la legalidad de Megaupload es como arbitrar un partido de fútbol desde el sofá: por un lado, no se puede juzgar el caso leyendo únicamente la demanda de la acusación. Por otro, ya tendrá Megaupload buenos abogados que la defiendan.
La cuestión aquí no es si Megaupload era un dechado de virtudes o si su sede apestaba a azufre, sino intentar entender a quién se pretende defender con esta acción. ¿Se va a vender más música o va a ir más la gente al cine porque se haya cerrado Megaupload? ¿Igual que cuando se cerró Napster en el año 2000, o tal vez más? ¿Cuántas pruebas son precisas para entender eso de las puertas y el campo, y que una red diseñada para resistir una guerra nuclear no puede bloquearse eliminando uno de sus nodos? ¿Se defiende a unos creadores que, en su mayoría, ya van sabiendo que ganan más cuando sus obras son primeras en los rankings de descargas, hasta el punto de que muchas veces son ellos mismos los que las suben ahí? ¿Se protege al ciudadano? ¿Se defiende la innovación? En realidad, esto solo defiende los intereses de quienes intentan controlar la red, sea para que sirva como canal de distribución para sus productos, o para controlar a quienes la utilizamos.
Utilizar al FBI como “policía del copyright” al servicio de la industria del entretenimiento para llevar a cabo una detención ultramediática no hace más que avivar la batalla, incentivar el desarrollo de métodos alternativos, y lanzar más basura a la verdadera discusión: que el sistema de derechos de autor basado en la copia y en la economía de la escasez es absurdo e insostenible en una época en la que todos podemos hacer copias. Internet es mucho, muchísimo más que la industria del entretenimiento. Condicionar el desarrollo de internet a los intereses de esa industria es, además de completamente inútil, un enorme error.
Enrique Dans es bloguero y profesor del Instituto de Empresa.
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